No me voy

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Son las 11 de la mañana, Jannethe ha estado tan intensa y dispuesta a hacer que suelte la sopa que ha decidido venir a casa luego de que termine su clase, Erika se ha unido al plan y las espero en dos horas, vendrán a almorzar con mi familia, mis padres ya están acostumbrados y mi madre siempre hace "un poco más" por si a ellas se les da por venir, que es casi siempre, adoran la comida de mamá y como no hacerlo si es la mejor del mundo, sin dejar de lado que la comida de la cafetería del campus es asquerosa.

Lo sucedido anoche no deja de dar vueltas en mi cabeza, siento una vergüenza tan grande que no soy capaz de hablar ni con mi conciencia, me di una ducha con agua caliente tratando de relajarme y olvidar lo sucedido, pero simplemente no pude, creo que el remordimiento me va a seguir por un largo tiempo, sin embargo no todo fue tan malo, a decir verdad lo único malo es la charla moral que mi yo interna ha intentado darme desde que llegué a casa, tal vez desahogarme con mis amigas sirva de algo y me pueda relajar.

Salí de la ducha y puse una toalla alrededor de mi cuerpo, en mi habitación decidí qué ponerme frente al closet, en 20 minutos ya estuve lista, opté por un jean azul oscuro, una camiseta ancha gris y mis converse negros, sequé mi cabello y como de costumbre quedó incontrolable, decidí recogerlo en una cola alta, no soy chica de maquillaje, tengo 22 años y aún no me explico como las chicas se levantan, se arreglan y tienen tiempo para maquillarse tan bien y lo peor es que lo hacen todos los días, yo me levanto un día temprano y el resto del día corro el riesgo de quedar dormida en algunas de las camillas del hospital, definitivamente no puedo con lo que comúnmente dicen "es mejor llegar tarde que mal arreglada", yo llego tarde y aparte siempre parezco que acabo de levantarme, es la ley de mi vida, simplemente aplico un poco de crema humectante en mi rostro y mis brazos y estoy lista.

Bajo al primer piso y veo como mamá termina de lavar la vajilla que usaron en el desayuno, me acerqué y le di un gran beso en la mejilla y ella me saluda sonriente, me acerco sigilosamente a la estufa, rogando internamente que hayan dejado algo de desayuno, si hay algo que odio aparte de levantarme temprano es tener que cocinar, gracias a Dios encuentro huevos y tocino, busco en la nevera y hay jugo de naranja, sirvo rápidamente mi desayuno, ni siquiera me molesto porque esta frío, desperté con tanta hambre que en este momento cualquier cosa me sabe a gloria, mamá me mira con el ceño fruncido pero la ignoro, soy consciente de que en este momento debo parecer un animal enjaulado al cual no han alimentado en meses.

-Jannethe y Erika vendrán a comer con nosotros- digo a mi madre, aparece una amplia sonrisa en su rostro y asiente entusiasmadamente.

Termino mi desayuno y pongo mi plato y vaso sucios en el lavavajilla, pienso seriamente en lavarlos pero ya que mamá esta con esa tarea decido escabullirme rápidamente de la cocina antes de que me ponga a lavar todas las ollas, salí de la casa y encontré a Alan debajo de su camioneta negra, me pare en frente y llamé su atención golpeando suavemente en sus pies, él se desliza fuera y me mira fijamente, trato de situarme de forma que el sol no lo moleste.

-Jannethe y Erika vendrán a comer- digo sin mucha importancia.

-¿Y?- responde malhumorado, ruedo los ojos y me cruzo de brazos.

-Solo vine a avisarte, con eso de que últimamente parece que mis amigas son demonios y sales corriendo cuando las ves- dije burlona -decidí contarte y evitar tus enojos cuando te sentaras a la mesa, las vieras y me reclamaras por no avisar, no voy a preguntar por detalles, ni el porqué de que al parecer Erika es la victima de tu mala actitud, solo quiero evitar que las hagas sentir incomodas-

-¿Yo las hago sentir incomodas?- preguntó indignado.

-Sí, tú. Y la verdad no tengo el más mínimo interés en saber qué pasó entre Erika y tú, o por lo menos no aún. Pero por favor arreglen sus problemas y dejen esa fastidiosa actitud que arruinan nuestra aura-

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