4.- Un desastre en las calles

15 1 0
                                    

Las casualidades terminan llamándose milagros o simplemente suerte. Un ejemplo de tener suerte es como conseguí está gran cantidad de dólares.

—¿Quién diría que pasarse como una paseadora de perros podría ganar una grandiosa fortuna? — creí que estaba escuchando pero, solo lo observé realizando un movimiento que no me apetece dar detalles.

El final de las tan esperadas 21 horas estaban por llegar, una palabra, ansiosa.

El dinero que Asha me entregó en el parque me serviría para sobrevivir dentro de muchos años, los necesarios para conseguir un mejor hogar.

Baje las escaleras del apartamento donde me encontré a mi tía esperando una respuesta por bajar con sus maletas de viaje.

—Hola, tía — salude con desdén.

—Hola, Giselle — saludo taan lento.

—Te preguntaras, ¿que hago con tu maleta? —

— Que adivina. —

—Es de familia. —

Días antes me aseguraba que la tía Sara tuviera trabajo por hacer a las 21 horas, me adelante en tanto las exactas horas, ¿la consecuencia? mi tía me descubrió con las manos en la masa.

—Solo hazlo, niña. Solo no te vayas tan lejos —

Lo primero que mi cerebro me mando a hacer fue tomar la maleta prestada por un dueño llamado Sara y correr lo antes posible al metro de autobús donde comenzaría mi sueño de viajar.

Comenzaba a caminar sin temer por las personas que abundaban por las calles solitarias, desearía que Chispas estuviera acompañándome pero por alguna razón irónica no sería fácil de llevar.

Lo más impresionante y vergonzoso es la inseguridad que te otorgan en los autobuses, no importa tu raza, especie o que seas un temeroso monstruo, si entregas el dinero exacto te llevarán a donde tú indiques.

Junte fuerzas para dejar la ciudad que jamás duerme junto a sus luces navideñas tan difíciles de olvidar. Suspiré lo más profundo y me adentré a mi nuevo destino o nuevo hogar, Londres.

—Niña, te advierto que no me haré cargo de las noticias que avisen que estas perdida. —

Por un momento me imaginé saltando entre luces, flores y un colorido arcoiris pero, un grande ogro furioso me arruino mi momento.

—Tengo el permiso necesario y el dinero. — dije meneando las cejas al compás de la música del chantaje.

El chofer no pensó ni un segundo y me guío a los asientos de en frente.

No tenía nada sensacional, los asientos eran realmente incómodos como si durmieras en una cama llena de clavos y espinas, de acuerdo, exagero un poco.

Antes de llevarme al aeropuerto, el amable conductor dio un graan camino contrario a causa del niño rico que indicaba con certeza a donde quería ir, si, yo tampoco imagino porque un millonario andaría en un camión.

Las horas pasaban y el chico con mucho dinero aún no decidía a donde ir y mis costillas pedían algún tipo de refugio más cómodo que los asientos del autobús.

—¡Puedes elegir de una vez!, esto no es una clase de camión turista — alce mi voz firme y segura.

—De acuerdo, lo siento. —

El chico indeciso pidió que lo llevaran a donde salió su primer parada, solo respire profundo y trate de no dormirme.

En cuanto observe a una multitud de personas y autos, supe que ese era el aeropuerto.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Jul 01, 2017 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Una carta del pasadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora