La revelación

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                                                  La revelación

Nunca llegó Dulce, a la casa de su madre, tan aterrorizada quedó de su experiencia de hacía unas horas con Fernando que, llevada por los nervios, se salió en una curva y cayó por un precipicio cercano a la casa de su madre. Su cuerpo lo encontrarían días más tarde, rastreando la zona pues, al ser muy boscosa, era muy difícil su búsqueda. Al parecer, al caer el coche por el precipicio, quiso saltar unos segundos antes que ocurriera y, su cuerpo, debido a la velocidad que llevaba el auto salió despedido con muchísima fuerza y virulencia cayendo muy lejos de dónde quedó su coche completamente destrozado. Probablemente, según el forense. Ya estaba muerta, incluso antes de caer por el precipicio, debido al parecer, de golpearse la cabeza  repetidamente contra el asfalto y de alguna piedra mientras rodaba por el suelo por el impulso del salto, dado con el coche en marcha. 

Una semana más tarde, Fernando salía del hospital, sanado de sus lesiones pero no así de sus problemas mentales. Su comportamiento pacífico y su docilidad obedeciendo en todo las prescripciones de sus médicos hicieron que no recelaran y creyeran que, además de sus heridas, su cabeza, estuviera en su sitio también. (Al perder el contacto con su ex, Dulce y el hecho de que ella, no avisara a sus hermanos),  ningún médico o enfermera  se  atrevió a informarle de la trágica muerte de su ex, queriendo evitarle el mal trago de saberlo.

Fernando, en la semana de hospital sin ver a Dulce, había tenido mucho tiempo para pensar y llegado a la conclusión de que  solo él tenía la culpa de llevar la pobre vida miserable que llevaba y que no debía de haberla echado y mucho menos, hacerla lo que la hizo. Seguramente, -pensaba-; “Dulce, con toda la razón del mundo, se habrá asustado y no me va  hablar en toda su vida, espero que cuanto menos, me deje seguir viendo a mis hijos”.

Nada más salir por la puerta del hospital, lo notó. ¡Por Dios! ¿Qué era todo aquello que veía? ¿Estaba borracho o qué? ¡Veía doble a las personas! Pero… ¡no! No era eso… ¿Qué era todo "aquello"…? ¡Claro, tenía que ser la medicación! No podía ser otra cosa… lo que “veía” tenía que ser causa de una droga, no podía ser de otra cosa.

Fernando, no hacía más que restregarse los ojos y volvía a mirar, esperando quizás, que todo volviera a la normalidad pero no, seguía viendo "aquello" que tanto lo espantaba y atemorizaba sin saber muy bien por qué.

― Por fin lo ves ― Sintió más que escuchó, una voz “conocida” en su cabeza.

Se giró hacia su izquierda sin sorprenderse lo más mínimo, mientras preguntaba;

― ¿Se puede saber qué has estado haciendo todo este tiempo  sin aparecer?

Su “Ídem” sonrió.

― ¿Qué te crees que eres el único doble mío en el universo?

― Dime entonces, ¿qué es lo que estoy viendo? ―Preguntó Fernando sin apartar la vista de aquellas ¿Personas? De verdad… ¿Lo eran? Aquello… que veía… ¿eran personas o engendros?

Su horrorizada mirada , casi hasta llegar al asco, de Fernando. Aún le hizo sonreír más ampliamente a su “Ídem”

― No te horrorices, son seres humanos, sí, solo que lo que ves dentro de ellos no son sus almas. Son las almas de cuerpos que ya murieron y que sus dueños se vieron obligados a buscar otros cuerpos. En realidad, las almas de sus dueños, siguen dentro de su cuerpos, eso sí, son presas de las nuevas almas parásitas. Solo los débiles son absorbidos por ellas. Gente sin coraje. Personas que pasan por la vida sin esperar nada más que el crecer, hacerse mayores y morir plácidamente en una cómoda cama.

―Seres incapaces de valerse por sí mismos ― Proseguía hablando “Ídem” con algo de desprecio en su voz. Son muy fáciles de poseer y de controlar. Algunos, muchos diría yo, se convierten en asesinos, violadores o pederastas. No sienten nada, ni remordimientos ni deseos ni quieren ni aman. Solo se divierten haciendo daño. Hay otros que dándose cuenta de que son poseídos y sin saber cómo deshacerse de la posesión, deciden suicidarse, dejando su alma y la del ente que lo posee en la espera (muchas veces eterna) de un nuevo cuerpo que se deje poseer.

―Pero, también veo niños con esos seres dentro… ¿Por qué? ― Preguntó con extrañeza Fernando.

―Esto es como una cadena, son poseídos sus padres que a su vez, dejan de comportarse como tales, se empiezan a comportar como si nada les importara, se pelean por nimiedades, se torturan el uno al otro con reproches y faltas de respeto así cómo insultos cada vez más feroces, incluso, suelen llegar a pegarse. (Casi siempre el varón, por su mayor fuerza). Esto convierte a sus hijos en seres indefensos que, sin son varios, se pelean entre ellos y se llegan a odiar casi tanto como se odian los padres. Si no, la lucha y las peleas las tienen en el colegio o en la calle con otros niños, tan tristes y desgraciados como ellos. Y esto es aprovechado por esas almas que nunca tuvieron corazón o bien, lo perdieron hace muchísimos años. En este, tú planeta, se está perdiendo la infancia y nadie parece darse cuenta. ― Sentenció finalmente “Ídem”, mirando de soslayo a Fernando, que tenía los ojos enrojecidos de llorar y que le había escuchado sin decir palabra.

― ¿Por qué no fui poseído como ellos, si mi niñez fue una autentica mierda ―Preguntó al fin, algo desconcertado.

― Ya te lo dije, ¡no eres como ellos! ― Tú tienes un poder que ningún humano podrá tener jamás, nunca lo olvides ― Sentenció “Ídem” ― Ahora, tampoco olvides que no eres inmortal y de que los peligros que te van acechar van a buscar la forma  de  evitar  que nunca los  puedas utilizar contra ellos.

― Un pregunta más. ― Dijo Fernando. ¿Por qué unas veces te comunicas conmigo por telepatía y otras  hablando al  igual que yo?

No pudo evitar la carcajada “Ídem”.

― Muy simple, llevo ya tantos años cuidando de ti que, todo lo malo se pega. Y desapareció de su vista entre carcajadas.

Allá quedó Fernando, preguntándose qué, ¿qué demonios le daban los médicos para sufrir esas alucinaciones?

NUNCA... UN HÉROEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora