Capitulo 2 No seas necio

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Aún se lo estaba preguntando cuando sintió un fuerte golpe en el pecho. No era un golpe normal, no. Este nacía desde dentro hacia fuera, cómo si “alguien” desde dentro, quisiera salir… entonces se dio cuenta de que tan ensimismado estaba en sus pensamientos que no se había percatado de que una de esas extrañas y amorfas formas se le había “colado” dentro y algo debió ver en su interior que de nuevo quería salir.

Fernando, observó lo que parecía una masa gelatinosa saliendo de su pecho y cuando apenas el asco le dejó reaccionar, notó como todo su cuerpo se “erizaba” como si fuese un gato cuando va a atacar y con una energía que apenas empezaba a darse cuenta que la tenía, expulsó a varios metros de distancia a aquella masa amorfa y asquerosa que, una vez fuera de él, desapareció como una voluta de humo sin dejar ningún rastro.

Sintió un enorme escalofrío por todo su cuerpo y fue en ese mismo instante en que se dio cuenta de que, la lucha iba a ser cruenta y difícil.

                                                        Capitulo 2

                                              No seas necio

Caminaba Fernando, sin mirar y con la cabeza baja, llevaba las  dos manos en los bolsillos, en su mente  y de forma obsesiva, sentía cómo toda la pesada carga que se le venía encima  le estuviera agotando por momentos.  Se  sentía agobiado. No hacía más que preguntarse “el por qué darle a él, tanta responsabilidad si ni siquiera había sabido lidiar con la de formar una familia de la cual se sentía completamente fracasado y ahora… ¿Tenía que salvar al mundo?  ¿Él…? ”

Algo lo sacó de su ostracismo, miró hacia el frente y no vio nada, después a un lado y al otro, e incluso a sus espaldas pero, ¿nada? No podía ser. Él “presentía  algo”  no sabía muy bien el qué pero, allí estaba, una extremada angustia que le iba absorbiendo por dentro cómo si “algo” se le embebiera y lo dejara seco. Sintió frío. Entonces la vio, salía precipitadamente de una esquina muy próxima a dónde él se encontraba y no miraba a ninguna parte, se la veía muy excitada y sus manos se agitaban delante de ella como si estuviera espantando a unas invisibles moscas. Entró a la calzada justo cuando un turismo azul de gran tamaño (monovolumen) se abalanzaba sobre ella sin darle tiempo a reaccionar…

Un pinchazo en el corazón hizo que Fernando, abriera los ojos de golpe. Conocía a esa mujer… pero, ¿qué pasaba allí? ¡Había desaparecido! ¡Tanto ella como el vehículo…! Una explosión sacudió su mente y entendió… todo era una visión de “algo” que estaba próximo a ocurrir y él tenía que evitarlo como fuera.

De pronto, (no supo cómo) pero se vio fuera de su cuerpo y volando a una velocidad cercana a la luz yendo en dirección a unos brillantes focos que se aproximaban a gran velocidad  y que iban en su misma dirección.

En su interior pudo ver a un hombre y también sus gestos de desesperación, luchando contra algo invisible que parecía atacarle. Cuando Fernando, llegó a su altura, vio al atacante, que no era otro que una inmensa masa gelatinosa de formas oscuras, que le salía (o entraba) directamente del pecho.  No  lo dudó y se metió en el interior del cuerpo  del pobre conductor que no sabía muy bien qué era lo que le estaba ocurriendo. Una vez dentro, Fernando, se abrazó a aquella masa que enseñó sus ojos amarillos y sus garras (aunque, Fernando, sabía muy bien que todo era producto de su mente humana, dando forma a “algo” que sólo era una masa de energía) Así que no perdió el tiempo. Se concentró de tal manera que, una enorme luz blanca salió de sus cuencas y esta entró por lo que parecía una asquerosa boca llena de babas, inflando y empujando hacia fuera a esa cosa tan asquerosa y que no era otra cosa que, un alma “Nje” (exterior en “suajili”) buscando cuerpo al que poseer.

No podía matarla, tan solo expulsarla y así lo hizo, justo en el instante en que la mujer salía de la esquina y atravesaba la calzada sin mirar, luchando contra sus  invisibles fantasmas.

Nada más expulsarla, aquél conductor pareció recuperar la cordura y viendo a la mujer, frenó en seco, consiguiendo, tras un leve giro hacia la izquierda de su monovolumen, parar el coche apenas unos centímetros antes de la “ida” mujer qué, sin parar, siguió corriendo calle abajo con los ojos fuera de sus orbitas causa de un terror inexplicable.

Fernando, volvió a su cuerpo y emprendió la persecución tras la mujer a la cual conocía desde hacía muchos años y que no era otra que… Dulce. (O eso creía).

― ¡No, dejadme! No podréis conmigo, dejadme en paz, no dejaré que entréis en mi cuerpo… ― Decía, mientras corría sacudiendo sus manos de un lado a otro, cómo queriendo apartar a “algo o a alguien” de sí misma. Sus ojos no miraban a ninguna parte de lo abiertos y aterrorizados que estaban.

Esta vez, Fernando, sólo tuvo que “meter” su mano por detrás, por entre la quinta vértebra de  ¿Dulce? Y al sacarla, tenía entre sus dedos un “Nje” que se debatía y gritaba de manera sorda, sintiendo Fernando, cómo se le taponaban por unos segundos los oídos. Nada más sacar a aquella masa gelatinosa de su cuerpo, la mujer, cayó agotada al suelo, perdiendo seguidamente el conocimiento. Como la vez anterior, Fernando, dejó huir a el “Nje” Nada podía hacer, las almas son inmortales.

Cuando despertó Dulce, se encontró tumbada en un banco de un parque cercano, rodeada de arboles y de pájaros, de Fernando, ni rastro. No se acordaba de nada de lo ocurrido desde que salió de su casa a toda velocidad pidiéndole a su madre que se ocupara de los niños, ni se acordaba del accidente que tuvo yendo en busca de sus hijos a la casa de su madre.

Toda esa parte la tenía vacía y se preguntaba; ¿Qué hacía allí? ¿Y por qué Fernando la atacó en el hospital? Ella sintió un estremecimiento por todo su cuerpo y una sensación extraña, como si quisieran “echarla” de su propio cuerpo… Y los ojos de Fernando… cuanto odio había en ellos. No, no podía entenderlo. ¿Tan mala había sido ella con él, durante todos sus años de matrimonio? Sus  pensamientos la atormentaban. No podía quedarse allí, así que se levantó aturdida aun y se puso a caminar esperando encontrar un taxi que la llevara a casa de su madre, no llevaba bolso, no sabía que había pasado con él pues, siempre lo llevaba encima cuando salía. Bueno, su madre pagaría el taxi cuando la dejara en su casa.

Fernando, no había dejado de mirarla durante todo esos instantes en que ella parecía hablar sola. No sabía por qué ni cómo pudo pasar pero, extrañamente, no sentía nada por la que fue su mujer durante tantos años… y mira que la había amado. Fueron muchos años de desprecios y descalificaciones. En algún momento, su corazón dijo basta y dejó de amarla. Sólo se quedó con ella por los niños, a los que amaba con toda su alma. Y aún así, la de desprecios que siguió aguantando hasta el día de su “intento de suicidio” al despertar fue cuando lo vio todo claro. ¡Nunca más! Se dijo. Por eso sintió tanta rabia al verla allí en la habitación del hospital. Lo que pasó después, ella se lo tenía más que merecido, por lo menos, el susto.

La vio desaparecer calle arriba y se despidió mentalmente de ella para siempre.

NUNCA... UN HÉROEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora