La gitana

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La gitana

 

 

De niño, fue un juego para ellos, pusieron a sus compañeros, profesores, y hasta a la familia en su contra pero, no pudieron vencerlo.

Una vez, una vieja gitana, se acercó a él, y agarrándolo por un brazo fuertemente, tanto, que, Jorge, no pudo desasirse «de aquella garra huesuda y fuerte» (y mira que Jorge, no era el clásico niño, flojo, ni mucho menos, debilucho). Y se resistió con todas sus fuerzas.

La vieja gitana, lo llevó a un oscuro callejón, y cuando, Jorge, pensaba que iba a morir a sus manos, sucedió algo asombroso: el aspecto de la vieja gitana cambió y se transformó en su hermano, Pedro.

No lo podía creer… ¿Qué hacía su hermano Pedro, vestido de gitana? O lo que es aún peor, ¿cómo se pudo transformar en gitana? si Pedro, ¡estaba muerto!

Un año, hacía que murió.

El pobre padeció unas dolorosas fiebres, acompañadas de unas alucinaciones horrorosas que le despertaban por la noche como una horrenda pesadilla que nunca supo explicar.

― ¡Hermano! ―Gritó Jorge, sin poderlo evitar. Pedro, se llevó el dedo índice a los labios, pidiendo silencio mientras le decía:

―Calla y escucha, no tengo mucho tiempo y es mucho lo que tengo que contarte ―. Durante algo más de dos horas, le llevó, no solo contarle todo, sino, convencerlo de que lo que le decía, tenía alguna lógica. Era todo tan 'fantástico' que a Jorge, le costaba creer que pudiera ser verdad.

Luego, al acabar y dejarlo temblando, por todo lo que le había contado; se desvaneció transformándose en una especie de nube viscosa y maloliente desapareciendo de la vista de Jorge, en un instante».

Jorge, no pudo evitar sentir un escalofrío al recordar lo que le dijo. Tardó años en asimilarlo, años de incredulidad y sufrimiento, viendo como su familia iba, cada día enloqueciendo, enfermando de enfermedades que nadie conocía… Incluso, los trataron como a locos; y hasta llegaron a llamarlo a él; “loco”.

Pero no, señores, ¡los locos eran ellos! ― gritaba para sus adentros y enfurecido, Jorge. Por no querer creerle y alejarse de la verdad que, a través de su hermano, les quiso mostrar, y nunca le creyeron…

« ¡Pobres imbéciles! Se decía dolorido en orgullo, Jorge.

Aún creen que las sensaciones que sienten: miedo, angustia, dolor, llanto o sufrimiento, son enviados por Dios, para castigar sus pecados. Hasta confían en ser perdonados. No, amigos, no existe el diablo, ni siquiera existe Dios. El mal, vive en el aire, y se alimenta de nuestro dolor.

Cuánto llanto y angustia me costó comprenderlo, no podía soportar ver cómo, uno por uno, morían los que más amaba, cómo se me desgarraba el alma, de tanto dolor; al verlos languidecer, con los ojos hundidos en sus cuencas y esa mirada horrible de terror».

Pedro no fue el primero en morir; Jorge, aún no lo sabía, pero el mismo Pedro, se lo dijo aquel día:

―«¿Te acuerdas cuando mamá, estando embarazada, en aquellas tardes previas a dar a luz a los gemelos, chillaba loca de histeria en su habitación, y que tú y yo, jugábamos en el patio de atrás de la casa? ― Recordaba que le decía Pedro. Mientras le miraba fijamente a los ojos, queriendo saber si le entendía o creía que estaba loco.

― Sí ― afirma, muy convencido. ― ¡Me acuerdo!

«― Eran ellos… esas masas viscosas y pestilentes.  Se reían de mamá, se burlaban y la aterrorizaban, diciéndole que los gemelos serían unos monstruos y que tenía que matarlos, que si quería salvarnos a nosotros, tenía que deshacerse de los gemelos ―. Los ojos de Pedro, estaban surcados por un río de lágrimas.

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⏰ Última actualización: Nov 04, 2012 ⏰

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