Capítulo 2.

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NINGUNO SABÍA POR QUÉ EL GLAMOUR IBA DESVANECIÉNDOSE. Era poco probable que se revelara tan rápido con mundanos, es por eso que esos tres que habían irrumpido en el Instituto tenían algo diferente. Algo que los diferenciaban de los demás mundanos.

—Son brujos. —susurró Dean muy seguro de lo que decía. Lo único que conocía que podía hacer este tipo de cosas eran los brujos, así que estaba cien por ciento seguro que aquellos dos jóvenes jugaban con magia. Quizás oscura.

—Aquí no hay ningún brujo. —rió Isabelle como si le estuviesen contando algún chiste.

—¿Qué saben ustedes de los brujos? —Alec bajo la guardia al momento en el que Izzy soltó el brazo de la rubia con desprecio.

—Sabemos mucho. —Lexi contestó al momento en en el que se sobaba el brazo.— Somos cazadores.

—¿Cazadores? —la muchacha frunció sus cejas.— Ustedes no tienen ni la apariencia de uno.

—¿Disculpa? —Lexi la fulminó con la cabeza.

—Nosotros si somos cazadores. —el alto se apresuro a decir.— Por lo que veo ustedes son simples mundanos.

—¿Mundanos? —la cara de Dean cambió de facciones.— ¿Acaso ustedes son otra cosa?

—Bueno, pues... —Alec quiso callarlo con las palabras, pero no quiso hablar de más.— Lo único que sé es que ustedes no deberían vernos. ¿Por qué pueden?

—Me pregunto lo mismo que tú. —Dean se cruzó de brazos con evidente desconfianza.

—¿Qué es lo que ustedes son? —preguntó Sam.— Es obvio que son algo, pueden manejar magia, pero no estoy seguro de que sean brujos o...

—Somos cazadores de sombras. —Isabelle se dirigió directamente a Sam.— ¿Y ustedes?

—Somos cazadores.

Hablaron todos al mismo tiempo.

Era verdad. Los Winchester eran cazadores de fantasmas desde que nacieron. Habían pasado muchas cosas de la que la mayoría de la gente ni siquiera se imaginaban y los tres hermanos siempre habían estado ahí para solucionarlo. Salvaron el mundo de sus propios errores y corrieron los riesgos que implicaba seguir juntos como familia.

—Lo repito: Ustedes no tienen la fachada de cazadores. —agregó ella con desconfianza.

—No creo que sean del submundo. —confesó el pelinegro. Las tres personas que se encontraban frente a él no tenían ni la mínima apariencia de un cazador.

—¿Submundo? ¿Así lo llaman ustedes? —Lexi soltó una carcajada.

—Nosotros salvamos al mundo del apocalipsis, Dean mató a Dick Roman. Somos los Winchester. —la voz de Sam fue fuerte y clara. Quería que entendieran que eran los cazadoras más peligrosos y que si ellos no iban del lado que él, daría todo por asesinarlos.

—¿Los Winchester? Nunca he oído hablar de ustedes o de un apocalipsis. —la joven pelinegra negó con la cabeza.— ¿Dick, qué?

—¿Cómo es que no nos conocen si también son cazadores? —le preguntó Lexi a Dean en voz baja, solo para que él escuchara.

—Resulta que no todos nos conocen, Alexia.

—A ver... Creo que son otro tipo de cazadores. Muy diferentes a todos nosotros. —dijo Alec, observando como el glamour desaparecía por completo.— No hay forma para explicar como el glamour desapareció, eso se debe a que ellos ya tienen la habilidad de ver a través del glamour por el simple hecho de relacionarse en las sombras.

Las lámparas iluminaron todo el lugar a la perfección. Todo había tomado un brillo increíble y los muebles no estaban descompuestos sino todo lo contrario.

Lo que parecía se una ruina era un excelente lugar de buenas condiciones.

Los tres hermanos de quedaron boquiabiertos al observar todo a su alrededor.

—Te lo dije, Lex. —Dean le susurró en el oído.— Es como nuestro Búnker.

—¿Por qué están aquí si son cazadores? —la voz de la muchacha sonó más relajada.

Quizás comenzaba a digerir lo que esas personas eran realmente. Porque entre ellos y los Winchester no había mucha diferencia.

—¿No es obvio? —le respondió Sam, tomando toda la atención de la muchacha.— Hay presagios demoníacos y las desapariciones.

—Lo tenemos todo controlado. —el alto se apresuro a decir y en ese momento recordó lo que debería estar haciendo.

—Pero, Alec... —Izzy sonó dudosa y puso a los tres hermanos curiosos.— Si dicen ser cazadores pueden ayudarnos a encontrarlo.

—Claro que no, Izzy. Yo lo encontraré.

—¿Encontrar a quién? ¿Es uno de los desaparecidos? —Sam sonó interesado.

—Nuestro hermano adoptivo ha sido secuestrado. —explicó Isabelle sin el consentimiento de su hermano mayor.

—Él se entregó para salvarnos. —corrigió Alec, resignándose a explicar todo el asunto.— Necesitamos ayudarlo a salir de dónde quiera que su padre lo tenga.

Dean frunció las cejas sin entender todo el asunto por completo.

—¿Dicen que su padre lo secuestró? —interrogó el mayor.

—Valentine Morgenstern.

Dijeron ambos nefilim a unísono. Morgenstern. El apellido les sonaba familiar, pero no recordaban algo preciso.

—Ya recuerdo. —Sam miró a sus hermanos con preocupación.— Uno de los casos sin resolver de Garth, ¿recuerdan?

Dean y Lexi se quedaron muy pensativos, pero no pudieron recodar.

—Garth dijo que estaba siguiendo el rastro de un doctor del mal, su nombre es V. Morgenstern y nunca pudo atraparlo.

—Dijo que había utilizado portales para escapar. —agregó Lexi al recordar.

—Tenmos que resolver el caso que Garth no pudo. —dijo Dean y se dirigió a los otros dos jóvenes.— ¿Nos dejarán pasar la noche aquí?

—No. —dijo el alto.

—Sí. —Isabelle miró mal a su hermano.— Es claro que necesitamos ayuda y si quieres encontrar a Jace tenemos que juntarnos con estos cazadores callejeros.

—¿Perdón? —Dean se vio ofendido.— ¿Cazadores callejeros?

—Debo aclarar que somos legados de los hombres de letras y es posible que nosotros sepamos muchísimas cosas más que ustedes. —la rubia sonrió con prepotencia.

Si algo había en común entre Dean y Lexi era que ambos eran muy vanidosos y podían llegar a ser lo suficientemente prepotentes para ser odiados.

—Además —continuó Lexi.— no creo que tengan a un ángel de aliado.

—Un... —la chica no pudo terminar de hablar al sorprenderse.

—Lex, Cas no puede ayudarnos. —Dean se apresuró a ella y la tomó del brazo con delicadeza.— No confío en él, por ahora.

—Tú nunca confías en nadie, Dean. —espetó.

—Dean tiene razón, Lexi. En estos momentos Cas no es de confiar. —Sam corroboró a su otro hermano.

—¿Un ángel? —Alec abrió los ojos como platos.— Bueno, eso si me sorprende.

—Y todavía hay muchas cosas que no sabes de nosotros. —dijo ella y le guiñó el ojo.

***

No ustedes, pero a me gusta mucho esta idea

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Endless [Alec Lightwood].Donde viven las historias. Descúbrelo ahora