Capítulo 3.

1.3K 140 50
                                    

QUIZÁS LOS WINCHESTER ERAN UNA BUENA OPCIÓN O QUIZÁS SÓLO ERAN LA ÚNICA OPCIÓN QUE TENÍAN. Alexander no podía desperdiciar cualquier cosa que lo ayudase a encontrar a su parabatai y si aquellos hermanos lo podían ayudar entonces aceptaría aliarse con ellos.

No le importaba lo que opinara la Clave al respecto de los muchachos, había algo en ellos que parecía brindarle confianza -aunque quizás era el hecho de que le tenía fe a cualquier cosa que le pudiese traer a Jace de vuelta-.

El pelinegro suspiró relajado y miró en dirección a la sala de control, que se encontraba al fondo del lugar. Era casi media noche y no habían tantos cazadores en sus puestos, la mayoría se encontraba durmiendo.

Así sería más fácil adentrarlos sin que nadie preguntara quiénes son los desconocidos.

—Bien. —Alec los miró seriamente.— Nos ayudaran y nosotros a ustedes. Pueden pasar la noche en una de nuestras habitaciones.

—Trato hecho. —Lexi extendió su mano para estrecharla con el cazador de sombras.

Muy desconfiado, accedió a darle la mano y le dio un ligero apretón.

—Estupendo. —Isabelle miró a Sam. Parecía sentirse atraída por el castaño.— Yo los llevo a su habitación.

—Ah, ah. —su hermano la detuvo.— Tú te irás a dormir, Izzy, no has dormido bien.

—No seas ridículo, por favor. —rió un poco.

—Hablo muy en serio, hermana. —se cruzó de brazos.— Es una orden.

La menor rodó lo ojos con desagrado y les hizo una seña de despedida a los muchachos. Salió sin decir nada y camino por el pasillo principal. Alec suspiro un poco agobiado, miró a los tres hermanos con atención y cayó en cuenta que había cometido un acto muy impulsivo, pero ya no podía refractarse.

—Síganme. —fue lo único que les dijo y comenzó a caminar.

Los Winchester se miraron entre si antes de seguir al pelinegro. Mientras caminaban, examinaban el lugar, el cual era muy hermoso y lujoso. La sala de control era enorme y moderna, un pequeño vestíbulo acompañaba el primero piso y después estaban esas inmensas escaleras que te llevaban a los otros pisos del Instituto.

Subieron lentamente, los escalones eran cortos, pero fáciles de pisar. Llegaron al segundo piso y Alec se dirigió a la segunda puerta, la abrió sin pesarlo y entró.

Lexi fue la primera al entrar a la habitación, todo estaba limpio, los muebles de madera cobriza, una estantería con muchos libros y una cama ancha, pero aún así, muy angosta para los tres hermanos.

Cuando los hermanos iban a resolver un caso se quedaban en moteles con una habitación doble o en alguna casa abandona, pero nunca dormían todos juntos en una sola cama. Aveces Lexi compartía cama o con Dean, dependiendo el turno que les tocara. Sin embargo, no podían renegar, antes les habían hecho el favor y en cualquier momento podían echarlos a patadas.

—Creo que es todo lo que necesitan. —musitó el alto.— Descansen y mañana hablamos sobre lo que haremos.

Dean se rascó la nariz con desagrado, miró hacia todos lados, buscando a la extraña comezón que se creaba en su nariz. Estornudo con fuerza y cuando bajó la mirada a sus pies visualizó a un gato muy cerca de él.

—Hijo de... —susurró Dean y se apartó del gato.— Sabía que algo en este lugar no era perfecto.

—Es Iglesia. —Alec se inclinó hacia el pequeño mínimo y le acarició la cabeza.— Cuando no nos encuentren él puede ayudarlos.

Endless [Alec Lightwood].Donde viven las historias. Descúbrelo ahora