Capítulo 6.

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OLOR A AZUFRE Y SULFURO. No podían haber más pruebas. Definitivamente se trataba de demonios. La cuestión era: ¿Qué demonios? Ya Crowley se encontraba muy ocupado por la tableta demonio como para mandar a sus seguidores a secuestrar seres sobrenaturales. Además las cosas no coincidían. ¿Para qué secuestraría a monstruos? Ilógico.

Sin embargo, había una persona que podía estarlos liderando. Valentine; el hombre que había secuestrado al amigo de los Cazadores de Sombras. Él tenía que ser el culpable, pero, ¿cómo encontrarlo?

—Dean, creo que necesitamos a Cas. —pronunció Lexi e inmediatamente su hermano volteó a verla.

—¿Lo necesitamos o tú lo necesitas? —gruñó jocoso.

Entró al Impala, azotando la puerta. Lexi sabía que Castiel se estaba comportando muy raro y cada que sucedía algo quería llamarlo. Eso ya se le hacia demasiado raro. Dean sabía sobre la historia que tuvo su hermana y aún recordaba lo que sucedió después de eso, y bajo ninguna circunstancias permitiría que Lexi fuese lastimada.

La castaña se incluyó en el coche como su hermano y guardó silencio mientras Dean arrancaba el motor. No quería hablarle, pero tenía que hacerlo antes de que Sam estuviese con ellos. Quería un momento para aclarar las cosas.

—Dean...

—No, Alexia. —no la dejó hablar.— Basta con todo ese tema. No llamaremos a Cas.

—¡¿Por qué?! —exclamó molesta.— ¿Es por mí? —Dean guardó silencio.— Maldición si es por mí, ¿verdad?

—Basta, Lex, en serio. No quiero enfadarme contigo. Deja el tema por la paz.

—Maldita sea, Dean.

La joven prefirió guardar silencio. Tampoco quería pelear con él. Ahora sabía que el problema de Dean no era que Cass estuviese raro sino el hecho de que la presencia del ángel podría afectarla, cosa que era mentira, porque ella ya lo había superado todo.

Sin embargo, resolver ese caso era más importante, ya que era para juntarlos. El tiempo había pasado y se habían alejado más de lo que deberían. Lexi estaba preocupada por sus hermanos. Habían muchas cosas que no se decían, secretos entre ellos y tensiones. Ninguno de los tres podía seguir con esa situación.

Llegaron por Sam al departamento de policía y tampoco encontró nada. Todos se fueron silencio. Sam sabía que algo había pasado entre ella y Dean, pero no quiso preguntar nada, decidió callar hasta llegar a un restaurante.

No era de asombrarse. Dean siempre traía hambre, pero de lo que no se habían dado cuenta era que ya era pasado de mediodía. Estuvieron manejando durante dos horas sin conseguir información y el tiempo se les había pasado volando.

—Una hamburguesa doble con papas fritas. —Dean pidió en el menú. Luego, volteó a ver a su hermana.— ¿Qué vas a querer, Lexi?

Ella suspiró cansada.

—Nada. No tengo hambre.

—Si vas a hacer esto por orgullo deja de hacerlo. Me molesta que no comas solo porque nos enojamos. Ya no eres una niña, Alexia.

Sam llevó una de sus manos por debajo de la mesa y le dio un ligero apretón en la pierna. No iba a meterse en su discusión, pero si iba a demostrarle su apoyo.

—Una ensalada, por favor.

Dean asintió con la cabeza y miró a Sam.

—Lo mismo para mí. —dijo él, y sacó un periódico local de su mochila.— Hay algo nuevo, hermanos.

Endless [Alec Lightwood].Donde viven las historias. Descúbrelo ahora