"Hawaiian cotton"

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El mundo de Pokémon... El hábitat más maravilloso para cientos y cientos de tipos que van desde los más pequeños insectos hasta enormes dragones, algunos con habilidades tan extraordinarias que sus capacidades les han convertido en deidades, en seres legendarios o simplemente... los acompañantes del día a día, de todos aquellos jóvenes que han decidido seguir el camino de la aventura, para convertirse en entrenadores Pokémon. Como Ash Ketchum, que en su viaje por la maestría Pokémon ha viajado a través de varias regiones, hasta que finalmente, arribó a una, junto a su más fiel compañero Pikachu, donde encontraría no sólo cientos de Pokémon que no conocía y haría nuevos amigos... algo más... estaba por suceder...

POKÉMON XYZ

Sick Again...

"Hawaiian cotton"

Nuestros héroes se han acercado cada vez más a Ciudad Snowbelle, sede de la última batalla de Gimnasio de Ash. En el camino lograron llegar a un Centro Pokémon, en el cual con la ayuda de la medición de la sincronización por el pulsómetro de batalla, lograron notar como las ondas de Ash y Greninja al unirse, lograban que se desatara el fenómeno vínculo. Sin embargo, todo aquel esfuerzo resultaba extenuante para el entrenador, por lo que Serena preocupada por su estado de salud, solicitó ayuda a la enfermera Joy. Pero... los resultados no fueron los esperados...

—¿Una chica?... —temblaron sus ojos azulados ante lo que tenía que decirle.

Sólo espero que no metas la pata... —pensó preocupada Bonnie.

—¿Cuál chica?... —siguió ella sin deseos de saber.

—Esa chica... era... tan linda... que podía violar mis derechos... —sonrío ido dentro de su felicidad.

—¡¿QUÉ?! —gritaron los tres de ojos azules. Y Pikachu lo miró extrañadísimo.

—Pero si ella podía hacer eso... Tú... que eres más bonita que ella... ¡Mucho más bonita! ¡puedes violar mis!

—¡Yaaa! ¡basta! ¡basta! Esto definitivamente no es normal —entró en la conversación el rubio, mientras Serena se había quedado de piedra. —Serena... lo mejor es ir a preguntarle a la enfermera Joy qué fue exactamente lo que te dio... no es posible que unas vitaminas hicieran esto...

—¿Eh? Sí... sí... —se levantó temblorosa del piso y corrió hacia el rumbo contrario al centro Pokémon.

—¡Serenaaa! —la llamaron entonces los hermanos.

Aunque habían pasado algunas horas tras aquel incidente, podía sentir la sangre acumulada aún en su rostro, avivando el color de sus mejillas ardientes. ¿Por qué siempre tenía que pasar por algo como eso?... Cuando se trataba de Ash todo la perturbaba... no podía seguir así, tal vez era tiempo de marcar sus propios límites o llegaría el momento en que sólo verlo sonreír la haría sonrojar... no... ya era tarde, eso ya le pasaba muy a menudo. Suspiró y se llevó ambas manos al rostro.

Se encontraba sentada en una silla, al lado de una camilla en el Centro Pokémon. Finalmente habían regresado para recibir las atenciones que la enfermera pudiera brindarle al entrenador de Kanto, quien al haber sido sedado para calmar la abrupta sarta de incoherencias que siguió pronunciando, yacía dormido aún. Una aguja lo conectaba con el suero que circulaba despacio desde la bolsa hasta su brazo.

—Aún no me lo explico... por favor reitero mis más sinceras disculpas —inclinó su cuerpo hacia adelante la enfermera ante los amigos. Los rubios, sentados en un sofá en la misma habitación que dormía Ash, la miraron ladeando la sonrisa.

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