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Yoon Oh quería hablarle.
Por lo que todos los días en el receso iba a su salón y esperaba a que saliera, pero nunca lo hacía.

Descubrió que era un ratón de biblioteca, de los mejores en su clase. Era un año mayor, por suerte un amigo suyo estaba en la misma clase y le dijo su nombre.

Dong Young.

Quería volver a ver sus ojos, pero cuando lo veía caminar siempre miraba hacia abajo o bien, se cubrían con el flequillo.

Como ya era costumbre, espero afuera del salón.
Esta vez no se daría por vencido tan pronto así que asomo su cabeza por la puerta, obteniendo una mejor vista.

Estaba sentado en su lugar, frente al escritorio del profesor. Su vista se mantenía sobre un libro. Mordia su labio inferior y a veces fruncia el ceño cuando le daba vuelta a la hoja.

No sabía por cuanto tiempo lo estuvo observando, pero alguien golpeo ligeramente su hombro.

—¿Necesitas algo Yoon Oh?

—¡Taeyong! ¿Podrías llevarle esto?—le dio el kimbap que llevaba en sus manos.

—¿A él?

El menor asintió varias veces.
Observó al mayor entrar al aula, acercarse a donde estaba el chico de los ojos bonitos y darle el kimbap.

Cuando Taeyong se dio la vuelta, el mayor vio con desconfianza la comida. Se puso de pie y la llevo al contenedor de basura.

Yoon Oh apenado y dolido regresó a su aula y dejo caer su cabeza en su escritorio.

—¿Te sientes mal?

—Sicheng, ¿Qué haces si quieres hablar con alguien pero no puedes?

El castaño pareció pensarlo por un momento para después hablar.

—Tengo que saber que es lo que le gusta. Asi podriamos hablar de algo.

Una idea brillante llego a la cabeza del rubio.

—¡Libros! ¡A él le gusta leer!—exclamó con una amplia sonrisa en su rostro poniendose de pie.

Sicheng lo miraba extrañado sin poder entender algo de lo que hablaba.

—¿Libros? Te recuerdo que odias leer.—Yoon Oh se dejo caer en su escritorio de nuevo.

—¿Que hago?

De esa manera Yoon Oh termino siguiendo al mayor cuando las clases terminaron.

Caminaba con rapidez pasando por todas las personas en los pasillos. Se dirigía a la biblioteca.

Al entrar dejo su mochila en un estante, saludo a la señora en la recepción y fue hacia algún librero.

Con rapidez hizo lo mismo, no podía darse el lujo de perderlo.
La señora lo miró con una ceja enarcada y solo le sonrió.

Dong Young estaba sentado en un escritorio alejado de todo. Nadie estaba frente a él por lo que Yoon Oh vió su oportunidad.

Tomo algún libro grueso de cualquier estante sin siquiera detenerse a mirar el título.

Se sentó frente al mayor y fingió leer. Lo miraba de reojo.

Estar así de cerca ya era una gran ventaja.

Entre Libros 📚 𝙅𝙖𝙚𝙙𝙤Donde viven las historias. Descúbrelo ahora