Capítulo XV

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Llegamos al hotel.
Saco la tarjeta de la habitación y abro la puerta, para allí encontrarme a mi mejor amigo, tirado, viendo la televisión y comiendo helado.

- Eh, ya podías haber avisado que tenías helado tío.- se queja Marcos.
- Pues ya ves.- le apoyo.

Kepa cierra el recipiente y se aferra a él.

- Es mío.

Niego con la cabeza y río.

- Vamos a cenar a una pizzería.
- Eres una gorda.- apunta Kepa.
- Mi gorda.- sonríe Marco.
- Empalagoso.- contesto con una mueca.

El mallorquín ríe y le devuelvo el gesto, acompañado de un beso en la mejilla.

- Yo solo voy si me invitáis.- alza las cejas.
- Mmm... Vale.- acepto, dirigiéndome a mi mejor amigo.

Dejo que los chicos se cambien mientras reviso mis redes sociales.
El primero en salir es Kepa, al que miro con admiración.

- ¿Por qué haces todo esto por mí?
- Porque me importas, Elena.

Sonrío, llena de satisfacción y revuelvo su pelo divertida.

- Acabas de destrozar MI obra de arte.- me mira desafiante.- pagarás las consecuencias.

Se acerca, amenazante y comienza a hacerme cosquillas.
Empiezo a reír descontroladamente y a revolverme en la cama.

- Siento haber interrumpido y molestado en vuestro viaje.- interviene Marco molesto.

Se va de la habitación dando un portazo.
Al principio me quedo paralizada ante la situación, no comprendo como después de todo actuara así.
Cuando puedo reaccionar salgo de la habitación en busca de Marco, suponiendo que todo ha sido un mero ataque de celos.

- Marco.- titubeo, con la respiración entrecortada.
- Ve con Kepa, todo está bien tranquila, yo solo quiero que seas feliz.
- Soy feliz contigo.
- Con él estás mejor, no te va a hacer daño.
- Tu tampoco lo vas a hacer.
- Eso tú no lo sabes.
- Estoy segura, confío en tí.

Mis labios se hicieron presos de los suyos, que actuaban con firmeza, dirigidos por la pasión.
Su mano roza mi mejilla, dispuesta a profundizar el beso, finalmente, la falta de aire es la que acaba con el momento.

- Solo necesitaba oír eso.- sonríe, para después dejar un beso, más corto, en mis labios.

Avisamos a Kepa y ponemos rumbo a una pizzería, que no quedaba muy lejos del hotel.
La noche discurre entre risas y anécdotas.

- Siento aguaros la fiesta.- interrumpe el portero.- Pero... ¿Cómo vamos a dormir esta noche?
- Yo dormiré sola.- aclaro.
- Pero...- discute Marco desilusionado.
- No hay peros.- espeto y los dos se ponen firmes.
- Señor si, señor.- alegan divertidos.

Le doy un leve golpe en el hombro a Marco, que aún porta desilusión en su profunda y oscura mirada.

- Ya tendremos tiempo en Madrid...- susurro muy cerca de su oído.

Me muerde el lóbulo de la oreja divertido, para después depositar un beso en mi cuello.

- Ey, que no quiero mini Marquitos correteando por Madrid tan pronto.- interrumpe Kepa, aparentemente molesto, cosa que me descuadra.

Caminamos hacia el hotel en silencio.
Marco roza su mano con la mía y no dudo en agarrarla con fuerza, lo que él aprovecha para entrelazar nuestros dedos y dejar un beso en mi pelo.

Y vuelven a aparecer esas mariposas, ese cosquilleo que se siente a los 14 años, el cuál mencioné la primera vez que le ví, y hoy día, cuatro meses después, sigue vivo al verle.
Y no hay más, solo necesito una razón para ser feliz, y el simple hecho de tenerle, es mucho más que suficiente.

Llegamos al hotel.
Marco no se encuentra bien e insiste en dar una vuelta él solo, para que le de el aire.
Insisto en acompañarle, pero me lo prohibe.
Estoy segura de sus intenciones y en parte coinciden con las mías.
Ambos hemos notado distante al vasco y su último comentario me ha hecho dudar sobre sus sentimientos.
Marco se marcha, dándome paso a iniciar una seria conversación con Kepa.

Give me one reason || Marco Asensio Donde viven las historias. Descúbrelo ahora