Parte 1 23.05.2010

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Es difícil describir en unas líneas lo que siento, porque ya no estás en cuerpo. Hoy tu espíritu está en nosotros, conmigo y te siento en mi corazón; vives en él y así será eternamente. No puedo abrazarte, no puedo besarte, no puedo decirte cuánto te amaba y te amo.

Una lágrima cae cuando te recuerdo en mi niñez, fuiste lo mejor para mí. Nuestras conversaciones nunca las olvidaré y tus consejos nunca los dejaré y seguiré dando ejemplos de amor y bondad, como tú los diste en vida a todo aquél que los necesitaba. No quiero llorarte porque te amo, pero es difícil no hacerlo. Ya que solamente se fue una parte de ti, la que yo podía tocar. Cerrando los ojos puedo acariciar tu alma y recordarte tal como eras.

La mejor mamá del mundo, la mejor abuela, la mejor hermana, y la mejor amiga que uno podía tener, eras tan buena para pelar a la gente y a todo le encontrabas una risa o una gracias. Tú alegrabas un momento incómodo. Nada de lo que me enseñaste quedará en el vacío, Dios está en medio de nosotros, sólo hay separación de cuerpos, pues nuestros corazones jamás estuvieron más unidos que ahora.

Las lágrimas caen por impotencia, por no haber podido curarte esa enfermedad y sacarte de las complicaciones que se presentaron, muchas de ellas hasta increíbles. Quiero que te lleves esta carta hasta donde estás. Y cuando no tengas nada que hacer, léela y sonríe, pues en nuestros principios eres fundamento de vida.

Las lágrimas son muestra de dolor, pero en mi corazón sólo tengo paz, al saber que estás en la mejor compañía y para eso son las lágrimas, para borrar el dolor y sacar la sonrisa, como a ti te hubiese gustado, siempre sonriente, que nadie te haga llorar, debes seguir alegrando dónde quiera que estés, y cada brisa cálida en mí rostro sabré que eres tú.

Entre nosotras dos no hay nada pendiente, nos amamos, nos quisimos, como pocas nietas y abuelas se quieren, yo era tu muñequita. Me consentías en todo. Cuando llegó mi hermanito pensé que ya no me ibas a querer más, pero en cada recaída del hospital estabas conmigo y con el amor y apoyo de mis padres, yo no tengo palabras para describir su inconmensurable amor, apoyo, candidez, etc.

Cada vez que respire, te recordaré, siempre te recordaré. Así como yo estoy en tú corazón, tú estás en el mío. Y mi corazón por ahora sufre, pero en paz con Dios. Sé que tú me darás fuerza para seguir adelante. Te abrazo con mi corazón, ve con Dios–que es allí donde ya estás–.

Adiós madre querida, adiós abuelita, adiós mi vieja. Te ama, cada una de tus nietas.

Carta a una abuela que está en el cielo.Where stories live. Discover now