02

2.5K 215 39
                                    

Me encontraba en estado de shock, mirando por la ventana mientras lo veía maldecir con palabras las cuáles ni siquiera conocía. Wow, lo que tiene de guapo, lo tiene de grosero.

– ¿Luna? Será mejor que bajes si no quieres que esto se ponga peor. – dijo Jim con su voz medio temblorosa, era de esperarse que le causara pánico, la verdad yo estoy así o más nerviosa que ella.

– Sí... co-correcto, yo bajaré y hablaré con él. – dije, para a continuación, bajar del auto.

– ¡Hasta que bajas! ¿Con que vos sos la que abolló mi moto? Y aparte ¡casi me mata! Era de esperarse que fuera una chica. – dijo con una sonrisa burlona, mirándome de pies a cabeza varias veces. – Aunque... – prosiguió. – te perdono si... vos sabes... pasas una noche conmigo. – dijo el chico guiñándome el ojo.

– ¿Disculpa?

– Lo que escuchaste, bonita. Vos, yo, sábado en la noche, hotel. Pensalo.

– Ya quisieras. – dije soltando una gran carcajada burlesca, que no le pareció y terminó mandándome una mirada asesina que me calló al instante. – Vaya, que bipolar.

– Bien... entonces, vos pagás las reparaciones de mi moto.

– ¿Qué reparaciones? ¿A qué te refieres? Solo lo abollé ligeramente, mi auto quedó peor. – dije con una mirada de escepticismo.

– Es eso o pedirme disculpas arrodillandote frente a mí... ¿qué esperás?

– ¿Sabes qué? No lo creo, yo jamás me rebajaría a tanto por... – lo miré de arriba abajo. – tan poca cosa. – me sentí victoriosa por mi respuesta ya que parecía haberlo callado por unos segundos. Sí, parecía.

Caminó tan rápido hacia mí, que ni cuenta me dí que lo tenía a pocos centimetros, agarrandome de las muñecas y acercandome a él de manera peligrosa.

– Mira... – dijo apretando la mandíbula. – A mí no me llamás poca cosa ¡¿escuchaste?! Yo no fuí el torpe que no se fijó por donde iba y así haber chocado con su peor pesadilla. – apretó cada vez más mis muñecas, dolía. – Ahora, ya no seré bueno... es más, no te librarás de mí tan fácilmente.

– Dejála ya. – dijo una voz a las espaldas de Matteo.

– Gastón, dejá que amenace a esta... – dijo él sin perder contacto visual conmigo.

– Sabés que tenemos otras cosas más importantes qué hacer ¿no? No podemos llegar tarde.

– Bien. – dijo y soltó mis muñecas violentamente. – No hemos terminado. – concluyó.

Subió a la moto sin antes mandarme una mirada asesina para terminar yéndose a toda velocidad, seguido por el que, según escuché, se llama Gastón, y otras motos más.

– ¿Estás bien? – dijo mi amiga, sobresaltandome.

– Sí, sí... estoy bien, creo. – dije soltando todo el aire acumulado que había retenido desde que agarró mis muñecas.

– ¿Nos vamos?

– Sí.


....

Me encontraba bajo la regadera.

"Ahora, ya no seré bueno... es más, no te librarás de mí tan facilmente..."

Esas palabras resonaban en mi cabeza.

¿Cómo pude ser tan torpe y chocar con él?

Salí de la ducha, me envolví en una toalla para ir directo al espejo y ver una muerta viviente, había perdido el color, me causó un buen susto.

- Estúpido. - musité.

Me puse un short de mezclilla con una blusa de tirantes blanca. Peiné mi pelo, hasta que quedó sin ninguna enredadera, agarré mi celular metiendolo al bolsillo del short y bajé por algo de cenar.

Las 8:30.

Ya estaba algo cansada así que solo comería algo ligero y me iría directo a la cama. Me hice un sandwich, agarré un vaso de vidrio y en este vertí jugo de naranja, cuando escucho que la puerta principal se abría.

- Hola linda. - dijo cuando entró a la cocina.

- Hola tía.

- ¿Cómo te fué en tu primer día?

- Me fué... - como si me hubieran tirado al suelo, desgreñado y pateado el trasero varias veces hasta que no lo sintiera, ah y choqué el auto con la moto de un chico sexy que me quiere arrancar la cabeza. - Bien.

- ¿Segura? - dijo mi tía, no tragandose el cuento.

- Sí, segura... no te preocupes tía, ya tengo diesiciete años, puedo arreglarmelas sola.

- De acuerdo, si tú lo dices. - dió un gran bostezo. - Me iré a la cama, tuve un día agotador.

- ¿No quieres que te prepare un sandwich? Son mi especialidad. - dije subiendo y bajando las cejas varias veces.

- No, gracias querida, no tengo hambre, descansa. - dijo yéndose de la cocina, no sin antes darme un beso en la frente. - Descansa.

Terminé mi cena, lavé mi plato y mi vaso, subí y fuí directo al baño para lavarme los dientes y hacer mis necesidades, al terminar salí y fuí directo a mi cama. ~Si que hoy fué un día pesado~ dije para mis adentros.

Cuando estaba dispuesta a dormir mi celular sonó, avisandome que me había llegado un mensaje. Me estiré agarrándolo de la mesita de noche en donde lo había dejado antes de acostarme y ví el número.

- Desconocido, qué raro.

"Descansa nena, que mañana será un día muy largo. Matteox"

Mi Chico Malo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora