II

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Luzbel, ese es mi nombre, todos piensan que soy satánica haciéndome llamar así mientras me visto de negro. No, no es un sobrenombre, mi madre me puso así en honor a mi padre y a ella. Se puede decir que llevo lo mejor de dos mundos: hadas y demonios.

Mi madre osó enamorarse de un Demonio y fue castigada por eso, ella era un hada de la luz pero ahora es una simple mundana. Mi padre fue condenado a la muerte porque para él también estaba prohibido, un Demonio no puede enamorarse de seres de otros mundos, así es para todos los mundos.

No soy satánica, simplemente me gusta el color negro y disfruto de buenos solos de guitarra, una potente batería, un vibrante bajo y una voz que da sentido a las letras de sus canciones, por lo que siempre llevo mis amados audífonos puestos.

El día de hoy sucedió algo inesperado.

Como siempre, me desperté para ir al instituto y me vestí pero para cuando terminé ya era la hora de entrada ㅡ7:00 a.m.ㅡ por lo que se me hizo fácil congelar el tiempo y darme prisa para devolverlo a andar cuando ya estuviera en la escuela, esto debido a que aún no controlo bien manipular el espacio... No quiero ir a parar en Hawaii o en Neverland o en el Infierno, no. No suelo hacerlo muy seguido, solo en situaciones urgentes.

Me encontraba ya dirigiendome hacia mi clase, cuando un chico me habló, ¡ALGUIEN ME HABLÓ!

ㅡDisculpa, ¿me podrías decir cómo llego hasta ahí? ㅡpreguntó aquel chico lindo señalando su mapa de la escuela.

Me detuve sin quitarme los audífonos y lo que hice fue poner en su mente la información y seguir caminando.

Si está perdido y trae un mapa, debe ser nuevo, ¿quién se cambia de escuela a mitad de semestre?

Llegué a mi clase y me senté en mi rincón, sola, aunque las mesas eran para dos. La clase iba a dar comienzo cuando alguien tocó la puerta. Era él, el chico lindo de hace un momento estaba en mi clase, ¿porqué me pidió enseñarle los baños de a lado y no el salón en sí?

ㅡChicos, el día de hoy se nos incorpora un nuevo compañero. Preséntate por favor. ㅡfinalizó el profesor dirigiéndose a él.

ㅡSoy Ian, soy humano. Hola. ㅡdijo el chico con una mano levantada a modo de saludo.

El profesor estaba buscando un asiento vacío entre la gente, y sí, solo yo estaba sola. Ian vino y se sentó en mi mesa.

Era un chico lindo, el estilo que portaba era parecido al mio: se vestía de negro y llevaba sus audífonos por el cuello, además de que su cabello estaba largo aunque no tanto.

ㅡHola ㅡdijo tendiendome su mano a modo de saludo.

ㅡHola ㅡdije tímidamente tomando su mano.

Estrechamos nuestras manos unos segundos. Era la primera vez que hablaba con alguien en la escuela, ¿qué pasará cuando sepa mi nombre?

ㅡ¿Cómo te llamas? ㅡahora sí Luzbel, prepárate para que te vea raro y su desbordante incomodidad.

ㅡLuzbel ㅡrespondí tímida.

ㅡEs un nombre muy lindo ㅡrespondió él con una sonrisa.

ㅡ¿Eso creés? ㅡpregunté atónita.

ㅡSí. Significa portador de luz, ¿porqué no sería hermoso?

ㅡNadie sabe eso aquí y creen que es el nombre del diablo, o algo así.

ㅡ Qué atrevida es la ignorancia ¿no? ㅡdijo sin esperar respuesta mientras daba su atención a la clase.

Para mí hubiera sido muy fácil manipular la mente de cualquiera y así hacer amistades pero además de que mi madre me lo prohíbe, es más fácil guardar mi secreto si no se lo escondo a alguien directamente.

El timbre sonó y ya era hora de irnos, un maestro nos dejó una tarea que requería un libro de la biblioteca. Salí con ese destino y cuando llegué empecé a buscarlo por los estantes hasta que lo encontré: fuera de mi alcance. Y ahí estaba yo, de puntitas tratando de alcanzarlo con el brazo lo más estirado posible.

ㅡLibro, ven a mí. ㅡle pedí patéticamente.

Cansada de eso, me concentré en hacer que el libro se hiciera más hacia atrás para tomarlo.

Este es uno de los primeros poderes que descubrí, tipo Matilda, pero con la mente, no con los ojos.

Toda mi vida la he pasado en el mundo humano y poco a poco fui descubriendo mis poderes.

Saliendo de la biblioteca decidí quedarme un rato más escuchando música así que me senté bajo un árbol y saqué mi zipo para ponerme a jugar, este no servía pero yo podía producir el fuego y me encantaba hacer de las llamas grandes o pequeñas de diferentes colores.

Tal vez también piensen que soy piromaniaca...

Lo bueno es que disfruto de la soledad.

Luzbel Donde viven las historias. Descúbrelo ahora