Kirai Ai Suru: Denshitoakuma.

IV: Camino sin retorno, la historia se repite. Segunda parte.

Kirai ai suru: Denshitoakuma.

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Aurora la maga.

IV: Camino sin retorno, la historia se repite. Segunda parte.

Un real día de juicio se vivía entre los habitantes de la ciudad que se habían reunido en el patio principal de la enorme ciudadela del vaticano, el pánico, el miedo, los gritos llenos de angustia y los alaridos al ser destrozados eran lo que esa noche se estaba llevando, varios trataban de escapar corrían despavoridos y justo cuando lograban llegar a los límites de aquel enorme patio principal la recompensa a sus actos era peor. Uno de los híbridos se hacía cargo de atraparlos ya sea con sus filosas armas o con sus propias manos, destrozando aquellos débiles y frágiles cuerpos, cada uno de los hombres de Aoba podía asegurar que el ser humano era ser vivo más débil que cualquier otro.

Algunos decidieron resignarse se ubicaron en el piso de rodillas pidiendo por piedad.

–¡No por favor! –Gritaban en su agitada lengua italiana.

–Es imposible implorar por perdón. – Expresaba con ferocidad y voz grave Koujaku dando un certero golpe en la nuca de uno de aquellos hombres, realizando una enorme lluvia de sangre que le cubrió el rostro y parte de sus ropas, el de cabellos largos se relamió los labios sintiendo el sabor metálico de aquel liquido rojo en su boca.

El grupo en particular de encapuchados los estaban aniquilando sin ningún miramiento, Mink estaba dándose un banquete. Satisfacía su deseo de arrancar articulaciones y de estrangular humanos era un deseo reprimido que su pasado le había dejado impregnado. Cuando algunos lograban salir de su alcance el alistaba su escopeta y la elevaba al frente ubicando su vista en la mira de esta, para ubicar la espalda de sus presas, el gatillo era presionado y en cuanto aquello pasaba la bala atravesaba al inocente que infructuosamente deseaba con todas sus fuerzas escapar...

Por otro lado, Ren corría por el patio a cuatro patas, se trepaba en la fuente que había al medio y se lanzaba pavorosamente a sus presas a las cuales mordía con sus enormes fauces, sus colmillos magullaban y herían la carne causando un grito desgarrador en su víctima; los cuerpos que se le pusieran enfrente terminaban con grandes mordidas que arrancaban incluso hasta hueso.

Koujaku, ladeaba su fiel katana y hacía de todo el lugar un rio de sangre, luego de que asesino a una mujer él se detuvo un poco para observar todo el lugar y el cielo, la luna estaba cumpliendo su cometido, había dejado de estar radiante ahora se iniciaba a tornar de un color negro, para poco a poco irse tornando de un terrible rojo oscuro, sus orbes brillaron al ver aquello, agachaba su vista y notaba como los otros mataban sin piedad y su hoja vibraba ante er tanta sangre inocente derramada.

–Está sucediendo...–Dijo con gravedad para dar una diabólica sonrisa que hizo que la cicatriz en su tabique nasal se torciera.