4

252 5 2
                                    

Lunes por la mañana, se observa la cama desatendida. Lee abre los ojos con satisfacción, había logrado recuperar la paz.

Vio como Sam estaba frente de su laptop, ella fue y lo asustó.

—¿Que haces?
—En Facebook. Mira me llegó esto.
—Espera ya vengo, voy al baño.

Lee se adentró al sanitario y abrió el grifo. Se lavó la cara, se seco las manos y tomó su cepillo enguajando sus dientes. Una vez lista, se dirige a la habitación para cambiarse. Se puso al look, un pantalón jeans, una remera blanca algo corta y unos zapatos de vestir.

—Si, dime.

Se incorpora sobre la silla para comenzar a leer. Se trataba de un anónimo que le habían enviado de una cuenta: SoyYo.

Se puso inquieta. Había una fotografía de Sam y ella besándose. Si bien eso significaba que alguien los estaba espiando.

—¿Qué es todo esto, Sam?
—No cabe duda que alguien nos está vigilando o nos está dando a prueba algo— susurra con seguridad en sí el joven que mantenía la calma

Eso amaba Lee de él. Su calma, ella estaba ya que explotaba con tanta intriga.

—¿Que supones?

Sam suspiró.

—Que la persona que tuvo que ver con el incendio se dio cuenta que yo estoy vivo.

Lee abrió los ojos como plato, él tenía razón, pero a los segundos llegó otro anónimo. Sam leyó: "Nunca confíes en nadie. Puedo estar a lado suyo, si me lo propongo".

—Ahora si se pasó esto pedazo de pelotudo— enojado, Sam dice.

Este comenzó a teclear: "Los valientes no se esconden" y envió el mensaje. Al rato llegó otra fotografía de Sam abrazando a Asu. Lo último provocó un dolor de estómago a Lee, era el colmo. No sabía cómo reaccionar.

—¿Que significa esto, Samuel?
—Esto para mi no significó nada, fue un abrazo porque... Ella me lo había pedido. Te lo juro, Lee.
—¿Me lo juras? Sabes, quédate con tu Asu y toda tu gente. Yo voy a poder con esto sola. No necesito que me expliques nada.

Lee tomó su cartera y se fue hasta afuera dónde cruzó la calle y pidió un taxi.

—¿Hacia donde la llevó, muchacha?— cuestionó el conductor.
—A la empresa Azdan, por favor.
Durante un viaje de cinco minutos, el taxi estacionó frente a la empresa. Allí, encontraría a su amiga Victoria, debe estar trabajando en la oficina. Una vez más, se acerco a su amiga. La abrazó fuertemente.

—Lee ¿que sucede?
—Regresó Sam.

Victoria sonríe por la felicidad de ella. Eran como hermanas, se contaban casi todos. Tuvieron una larga conversación sobre lo sucedido.
—¿Piensas que te engaño con esa tal Asu?
—No lo sé— contestó abatida agachado la cabeza Lee.
—Tus celos están matandote, Lee, amiga ¿acaso dejarás a Sam por una mierda de foto?
—No es una mierda. Ellos estaban abrazandose como si fuesen novios, pero la novia soy yo. Soy yo, y él parece que nunca cumplirá su promesa ¿que crees que pasará cuándo ella vuelva a nuestras vidas? Tengo que descubrir si ellos tuvieron alguna relación. Debo hacerlo, Victoria. No me quedaré con la intriga. Pero ¿quién será el que manda anónimos?—agrega intrigada Lee. —¡Ah!
—¿Que sucede?
—Voy a contactarme... Con él.
—¿De quién hablas?
—Del SoyYo, el que manda los anónimos.
—No te metas en macanas amiga, por favor. Hazle caso a Sam, porfas...

A la noche, Lee abrió desde su celular Facebook Lite al descargarlo pudo contactarse con su cuenta. Apretó los mensajes y observó su chat.

—Debo encontrarte, maldita sea, Lee— se dijo mientras buscaba al SoyYo.

Entró a esa conversación y comenzó a escribir: "¿Quién eres?" y mandó el <Enviar>. A los segundos contestó: "La persona que menos esperas". La intriga la dejó llevar. Volvió a escribir: "Juguemos a un juego".

<Tu preguntas, yo contesto>

Ella quedó quieta. Después, volvió a escribir: "¿Tu tienes que ver con el asesinato de mi familia? ¿Tu mandaste a asesinar a Sam y a mi hermana, eh? ¿Por qué? Dime ¿De donde lo conoces a Sam? ¿Nos persigues?" Envió el texto. Mientras esperaba su respuesta.

<Todo a su tiempo, cada mes una respuesta, linda>

Junto a aquella respuesta, una fotografía en la cual Lee abrió. Se trataba de un beso romántico entre Sam y una muchacha algo morocha. ¿Se trataba de Asu?

Esa noche no pudo dormir, el dolor de cabeza se apoderó de ella y las lágrimas caían desde sus ojos. La almohada quedó mojada por su dolor. ¿Quién era esa chica? Trago saliva. Tenía un dolor de garganta impresionante, se dirigió al baño y se lavó la cara. Tenía fiebre.

—¿Por qué, Sam? ¿Por qué me hiciste esto?— se pregunta entre lágrimas la cuales se depositaron dentro del grifo.

El martes no tuvo sentido para Lee, sufría un montón. Ignoró por completo a Sam, no quería saber nada de él pero ¿le daría otra oportunidad?

Durante su trabajo en el hospital, pasó las horas rápidas como el viento. Dejó a los chicos que vayan a su casa, eran las doce de la mañana.
—Hola, Lee— la saludó Victoria desde su auto. —Vamos te llevó hasta casa y almorzamos algo, de paso me cuentas.

—Esta bien. Vamos.




MI PRIMER AMOR - PRIMER LIBRODonde viven las historias. Descúbrelo ahora