Inevitable

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Cuando Victor despertó, lo hizo con el sonido penetrante de su despertador.

Victor siempre había sido una persona madrugadora. Una costumbre que su padre se había encargado de inculcarle desde que fuera un cachorro y que sólo había logrado cultivarse con sus años siguientes como deportista. Empero, ahora, encontraba que había días en los cuales de verdad necesitaba de la ayuda extra del despertador para ceñirse a su horario.

Los viajes constantes, y el cambio horario que estos significaban habían hecho sus justos estragos con su reloj interno, y ajustarlo siempre le tomaba un poco más de lo que habría hecho en sus años de juventud.

Se levantó, asegurándose de que arreglar las sábanas y cobijas mientras el lecho aún estuviera caliente. De esa manera, terminaba de acabar con cualquier remanente de sus deseos de regresar a descansar. Lavó su rostro y peinó su cabello, repasando mentalmente qué haría esa mañana.

Hacer listas mentales, no era realmente uno de sus fuertes, ya que encontraba que más veces que las que no; su propia mente se encargaba de desviar sus accionares y deseos de acuerdo al momento. Empero, cuando se trataba de distribuir su tiempo con Annya, intentaba ser todo lo meticuloso que pudiera.

Cuarenta y ocho horas podían ser muy poco tiempo.

A su pequeña le gustaba dormir hasta tarde los domingos, y Victor la dejaba. A la mayoría de pequeños, sabía, parecían gustarles las caricaturas que se transmitían durante el desayuno, y aunque Annya tenía su propia lista de clásicos animados que podría ver una y mil veces sin cansarse -de los cuales, Victor estaba más que seguro que incluso él ya se sabía las canciones de memoria- parecía más que contenta de ignorar la existencia del televisor durante los desayunos.

Se dirigió hasta la cocina, dispuesto a preparar un colorido festín de fruta, jugo y cereales.

Encendió el estero de la sala, colocando el nuevo Cd que había comprado. Era una banda que él no conocía, pero había escuchado a Annya tararear la pegajosa melodía hacía una semana mientras la llevaba de regreso a casa en el auto.

Averiguar el nombre de la banda había sido una tarea titánica, pues ningún vendedor que se precie podría haber llegado a adivinar siquiera el nombre de la canción sólo con el algo desafinado tarareo de Victor, quien se maldecía por no poder recordar ninguna de las letras.

Chris había llegado como su salvador, riéndose de él por el teléfono, y dictándole el nombre de la canción.

En el pasado, Victor no era la clase de hombre que necesitara ayuda, pero tenía que admitir que tener a Chris a su lado para cualquier clase de contratiempo era algo que había aprendido a apreciar más y más con el paso del tiempo.

Chris podía no parecerlo, pero era un hombre lleno de recursos, que siempre parecía tener algo para decir o algo para darle.

Aunque a veces sus intentos de ayudar dejaran a Victor enarcando una ceja y con más preguntas que respuestas.

Drawn in LilacDonde viven las historias. Descúbrelo ahora