Camuflando el caos

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Espero no ser la única cansada. Tengo una doble vida que cuesta llevar todos los días. Si una vida pesa, imaginate dos.
Mentiras. Todos. Los. Días.
No mamá, no soy feliz.
No, papá, no estoy bien.
Y nunca lo van a entender sí se los digo ahora.
Nunca van a entender de donde salió la tristeza. No, no fueron ustedes. No fue su culpa no haberlo visto (soy buena fingiendo, no se preocupen)

Es que estoy en blanco y a la vez mi mente está tan llena. ¿Y qué saben ellos qué es tener desordenado todo adentro tuyo? ¿Qué saben ellos de tristeza?
Cada día es una lucha. Cada día es una carga.
Mamá, ya sé que me amas. Nunca me faltó tu amor.
Nunca me faltó amor, en general. Salvo uno:
El mio.
Y ese es el que más duele. Cuando te falta tu propio amor, tu propio buen trato. No sé vivir queriéndome.

Eso lo complica todo. Y es que cada error para mi es un caos, es un fracaso, es un motivo más de odio.
5 en un examen. Caos para mi, pero para alguien normal es motivo de risas y de mejorar la próxima vez.
¿Por que no me puedo tomar las cosas de ese modo?
Y no hablemos de comida.
Caloría que entra en mi boca, más que alimentar mi cuerpo, alimenta demonios de odio contra mí.
¿Qué saben ellos, de haber salido de la anorexia, pero seguir escuchando las voces de culpa CADA VEZ que comes, desde hace dos años?
Nada.

Quererse. Al parecer es tan importante...
Porque a la falta de amor propio, no hay ser humano que la llene, más que uno mismo.