Capítulo 3

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Omnisciente de Nanami

Nanami estaba feliz hoy vendrían sus amigas a una pijamada, sería divertido. Ya había rentado varias películas y lo básico, lo que no puede faltar en una pijamada, mucha y nada saludable comida.

Había pasado toda la mañana preparando el templo hasta que ellas llegaron precisamente a las catorce horas, doce minutos y treinta y tres segundos. Sí, hasta ese punto se había obsesionado con la llegada de sus amigas.

Omnisciente desde el punto de vista de Tomoe

Esas dos llegaron, Nanami estaba ¿Cómo decirlo? Entre cruel e indiferente con Tomoe . Es que joder estaba sufriendo el tan conocido síndrome de abstinencia. No podía más, cuando la castaña se levantó fe a SU cocina, comió el desayuno que ÉL le preparó ¡Y tan solo lo recompensó con un beso! Un mísero beso que le dejo con un gusto a poco y hambre de más, se vengaría, oh sí que se vengaría, ella iba pagar. Porque encima de haberle dicho que hoy no habría sexo tuvo el descaro de besarlo solo para recordarle el sabor de los labios que su cuerpo le exigía. ¡Venganza!

Por algún tiempo indeterminado Nanami y sus amigas se la pasaron hablando quién sabe de qué. Y el se la pasó llevandoles su nada saludable comida, papas fritas, panchos (creo que en otros lugares los conocen como perros calientes) chisitos, palitos salados y más porquerías, acompañados de coca-cola y sandwiches. Frunció el ceño nada de acuerdo con la existencia -o la ingestión- de tanta comida chatarra.

Decidió que se tomaría un pequeño descanso y se fue a su habitación, más o menos, cuando las amigas de Nanami comenzaban a armar sus camas en el living. Simultáneamente, Nanami subió arriba para buscar más sábanas para reemplazar las manchadas con chocolate. Sus sensibles oídos captaron los refunfuños de Nanami al subir la escalera con toda la intención de ir a su alcoba agarrar las vergonzosas sábanas de conejitos y bajar sin hacer comentarios sobre su infantilísimo gusto para las sábanas.

Preparándose para emboscarla la esperó del otro lado de su puerta y cuando ella pasó por la puerta de su dormitorio para dirigirse a la suya Tomoe abrió la puerta y en un movimiento rápido la hizo ingresar a su habitación mientras la acorralaba contra la puerta. Sosteniendo sus muñecas para evitar que escapara, buscó sus labios y los devoró con hambre haciéndola sentir la prueba de su deseo.

- ¡Ahh Tomoe! - gritó susurrando Nanami - basta! Ami y Kei están abajo si-sino par-ahh pensarán mal de no-nosotrooh - Nanami no era la que hablaba, esa era su moral, lo que ella quería es que el la tomara rudamente, pero estando sus dos amigas en el piso de abajo su moral tuvo más fuerza de lo normal, pero ya estaba perdiendo fuerza, ella volvió a gemir, Tomoe había bajado sus labios de su cuello a su aún cubierto pecho en un movimiento alucinantemente delicioso.

El eco de sus gemidos resonó en la mente del yokai que sonrió con maldad y pegó un leve mordisco, realmente desearía quitarle la remera pero de hacerlo ya no habría vuelta atrás y Nanami lo creyera o no, esto solo era una pequeña venganza por lo de esta mañana, no iba a tomarla mientras estuvieran sus dos amigas mortales si los oían sería muy incómodo.

- Nanami si sigues así me temo que terminaré por arrancarte la ropa - ronroneó levantando la cabeza de los pequeños pechos de la diosa hacia su oído mientras se mudaba al pequeño sillón de su habitación, antes de que esta intentara responder la besó suavemente como queriendo distraerla, enredó su lengua con la de ella tomando el control y llevando el ritmo rápido que Nanami estaba deseando a un tortuoso ritmo lento que lo afligía pero no tanto como a la diosa del templo Mikage. Corrió una de sus manos hacia la entrepierna de la castaña y la acarició por sobre la falda, ella se arqueó buscando aumentar el contacto pero el zorro razgó su ropa interior con sus garras y la tocó en cualquier parte menos en donde necesitaba, los muslos, el culo ¡Hasta los vellitos de su intimidad! Pero no hizo amago siquiera de penetrar con los dedos su cavidad o de darle la dulce tortura que sabía sus dedos podían impartir en su sensible botón y eso la enloquecía de una manera que a él particularmente le encantaba.

Celo - Nanami x Tomoe LemonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora