Capítulo 4

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Sentía su olor, su presencia lo abrumaba, sabía con exactitud dónde estaba, podía decir con los ojos cerrados que su diosa estaba tomando un baño. Oía el sonido de las gotas de agua que cesaban lentamente, el crujido del agua y hasta podía imaginar las ondas de plata esparcidas en el agua con el movimiento de su diosa, el suave y transparente olor del agua se mezclaba con la fragancia natural de Nanami. Escuchó un pequeño gemido y llegó a su olfato el olor de la excitación, el olor de Nanami excitada sumado a su celo era como echarle petróleo a un incendio. Bueno tal vez un poco peor, pero ese no es el punto.

Si ya imaginarla tomando un baño normal le ponía los pelos de punta... La imagen de Nanami con sus pequeños pechos al aire, semi-sumergida en la bañera, con las piernas abiertas, una mano a un lado y la otra con los dedos enterrados en su entrepierna, sus melodiosos gemidos, la melena castaña desperdigada por el agua y la bañera...

Ahora estaba el excitado era él. Quería poseerla y no podía esperar a que ella terminara de bañarse, simplemente no podía. Ya podía sentir las palpitaciones en su entrepierna, su miembro pedía a gritos estar dentro de ella y por todos los cielos que la tomaría ahora mismo. Total el almuerzo estaba listo y joder estaba en celo ¡Era excusa más que suficiente! ¡Y si alguien tenía alguna queja que se quejara con Magoya*! O mejor ¡Con su fuego fatuo! A ver si alguien quería reprocharle el no hacer nada por una pequeña cantidad de tiempo, joder que quería coger con Nanami y como que se llamaba Tomoe –y estaba muy seguro de que se llamaba Tomoe– y era un kitsune –también estaba muy seguro de eso– que lo haría.

Haciendo uso de la velocidad, uno de los poderes que debería anotar en la lista de poderes molones de su especie, que le proveía su ascendencia prácticamente voló escaleras arriba y en una milésima de segundo estaba en el pequeño cuarto tras el baño. Observó cómo su diosa estaba recostada en la bañera, ocasionalmente se oía el ruido de las gotas de la ducha al chocar contra el agua de la bañera, pero ella estaba tomando un baño de inversión. Era algo tonto que hubiera usado el agua de la ducha ¿pero qué importaba? Nanami tenía el pelo mojado pegado al cuerpo junto con cientos de gotitas de agua que cubrían la parte descubierta de su cuerpo? Sintió su miembro palpitar en la hamaka y comenzó a desvestirse sin dejar de observar a Nanami quien arqueaba la espalda mientras metía y sacaba tres dedos de su entrepierna. Era una imagen tan pero tam erótica que era digna de una diosa del sexo, por un momento se preguntó si Nanami podría ser una, al ser una deidad del matrimonio... y a la mierda las preguntas, cuestiones, comparaciones y demás pelotudeces, estaba desvestido, en celo y su hembra estaba recurriendo a la autosatisfacción ¡No tenía tiempo para comparaciones y demás estupideces poéticas!

Entró sigilosamente y la vio masturbarse. La erección comenzaba a doler demasiado.

- ¿Mmm Nanami, a qué se debe este delicioso entretenimiento? - preguntó el apareciendo delante de ella, que ahogó una exclamación.

- ¡Yo etto, eeh n-no es lo que parece! - tartamudeó ella.

- Pues a mí me parece, que mi hembra está masturbándose en vez de acudir a su macho para que la satisfaga. Eso es hiriente Nanami, teniéndome aquí... Levántate - ordenó, y no supo cómo pero ella obedeció, el aprovechó para meterse en el agua caliente y recostarse. - acuéstate de nuevo - ella se acostó sobre él y en recompensa un fuerte brazo le abrazó la cintura, mientras que el otro guiaba su miembro a su entrada. El agua temblaba y salpicaba de aquí para allá mientras el columpiaba las caderas con fuerza, llevando un ritmo animal imposible. - tócate los pechos - ordenó el, mánsamente ella obedeció y acalló sus gemidos - gime para mí - a veces Tomoe era cruel, la embestía, le toqueteaba el clítoris y la obligaba a tocarse ¡¿Con semejante hombre cómo no correrse?! - Córrete Na-na-mi - deletreó su nombre ronroneando y ella, no pudo resistirse, se corrió largando un gran gemido.

He aquí, señores y señoras, el principal problema, ella siempre se corría un millón de veces y el a penas una por ronda. Se sentía inútil, no podía aportar lo suficiente para satisfacerlo tanto como lo hacía el con ella. El sabía qué tono usar, dónde tocar y cómo presionar para llevarla al cielo. Ella... Ella no sabía nada.

Y ahora es cuando entro yo y le doy una bofetada mental a Nanami y le recuerdo que cuando hay un lado malo siempre hay también uno bueno. Porque a pesar de que ella era algo nueva, el la amaba y Nanami no se daba una idea de cuánto realmente lo satisfacía.

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- Acthh ajhh buaj aja buaj - el ruido que hacía Nanami al devolver todo lo que había cómodo durante el día, era el único que se oía en el baño. El ruido cesó, más por desgracia para la aguda nariz de quien le sostenía el pelo el ácido olor no desapareció del aire.

- ¿Estas mejor Nanami? - preguntó el peliplata consternado

- Si... Yo no sé qué me pasa. Desde comienzos de semana que no dejo de devolver todo lo que me preparas es muy extraño - a Tomoe se le subieron los colores casi con la misma rapidez con la que palideció. Tiró la cadena y el molesto olor del vómito menguó. Aspiró con fuerza y trató de ignorar los restos del desagradable olor que había en la habitación. Definitivamente podía oler una esencia nueva en el cuerpo de Nanami. Sabía que debía sentirse consternado, enojado, arrepentido y mal. Pero no se sentía de ninguna forma parecida. Estaba feliz. No podía evitar estarlo. La idea de que Nanami estuviera esperando a un cachorro suyo le fascinaba y... Nanami estaba viéndolo con cara de pocos amigos ¿Cuánto tiempo había estado en las nubes?

- ¿Escuchaste algo de lo que dije? - preguntó entre impaciente y molesta la diosa

- No - contestó con simpleza

- Algunas personas se hubieran molestado en disimular... - se quejó

- No soy alguna otra persona, soy yo - le indicó de la misma forma en que se le indica a un niño por qué no debe tocar una estufa. Muy lento y con una advertencia de peligro en la voz. Lo atacó un latigazo de celos, sabía que era estúpido pero no podía evitarlo ¿Es que ella quería que fuera otro? ¿Quién? ¿Iba a tener que matar a alguien?

- Te preguntaba si se te ocurría algún ingrediente en tu comida que me esté causando estos malestares - pufff qué inocente era Nanami

- Emm en realidad creo que es otra cosa... - soltó él, no del todo preparado para decírselo ¿Y si lo odiaba? ¿Y se enojaba por arruinar su vida? ¿Y sí...?

- ¿Qué cosa? - preguntó ella imperativamente, claramente esperando una respuesta inmediata

- Estás embarazada - dijo muy bajito, como si eso disminuyera la gravedad de la noticia, esperando secretamente que ella no lo escuchara y el pudiera evitar ver sus lágrimas cuando le reclamara por arruinar su vida, esperando desde lo más hondo de su ser que ella no lo odiara, que no lo repudiara ni lo echara del templo, rezándole a los dioses de todas las religiones que conocía que ella no se arrepintiera de todas las veces que habían estado juntos.

- ¡¿QUE CÓMO QUE CUÁ?! - gritó Nanami.

Celo - Nanami x Tomoe LemonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora