Un Caliente Castaño

101 5 0
                                    

Condujo con suma velocidad a través de los caminos despejados.

Yo estaba loca… Por supuesto que siempre lo he estado, pero no tanto como para montarme en el auto de un extraño solo para que “me cure” justo después de un intento de violación.

Reí entre dientes, yo estaba demente, pero esa parte negativa de mí, LA AMABA.

Me mordí el labio inferior y fijé mi mirada en el camino.

-Creo que esto dañará la tapicería de tu auto –Susurré mirando como la sangre seguía corriendo.

-Bah, puedo cambiarla luego –Me aseguró manteniendo su mirada plantada en el camino.

-Creo que mi bebida debió haber tenido algún tipo de droga.

-Todo lo que le aceptes a ese idiota puede ser dañino para la salud.

-Se nota que te agrada.

-¿Por qué dices lo de la bebida?

-Estoy montada en un auto de un chico que no conozco, de hecho no sé si quiera su nombre, y todo esto luego de un intento de violación y un accidente con vidrios.

-Soy Justin, Justin Bieber.

-Yo _______ Gray.

-Un placer conocerte, entonces –Respondió esbozando una sonrisa.

Sentí como se detuvo frente a una casa, bastante amplia, o al menos eso aparentaba desde afuera.

Se bajó del auto y caminó hasta mí para abrirme la puerta y cargarme nuevamente.

-Creo que puedo caminar –Le reproché- no está tan lejos la puerta.

-Lástima, ya te cargué.

Sonrió victorioso y a duras penas abrió la puerta del lugar, me depositó en uno de los sofás y corrió hasta una habitación, donde después de unos segundos salió con un maletín de primeros auxilios.

-Veamos que tal está esto –Dijo agachándose y tomando mi pierna para comenzar a limpiar la pequeña herida.

-¡Arde! –Exclamé y di un brinco.

-¡Chsss! –Dijo burlón.

-¡Chsss tú! En verdad arde.

-A veces el dolor luego nos termina gustando –Me comentó divertido.

Alcé una ceja y solté una carcajada.

Él aún sostenía mi pierna y trabajaba en la herida, me miró y sonrió para luego reír junto a mí.

-¿Dirías que eso lo ocurre a todas?

-Pues me parece que sí.

-No a todas –Le contesté negando con la cabeza.

-¿De qué hablas?

-Las monjas…

El soltó una leve risita y colocó una gasa sobre la herida, acarició levemente mi pierna y me sonrió para luego ponerse de pie.

-Haces una alharaca por un raspón pequeñito –Musitó a centímetros de mi rostro.

-¡Oh, mil disculpas señor hulk, gato con siete vidas, ángel caído sin capacidad de sentir dolor!

El rio nuevamente y se sentó junto a mí.

-¿Por qué nunca te había visto?

-Nunca voy a ese tipo de fiestas, con ese tipo de gente.

-¿Ese tipo de gente?

-Tan… calmada.

-¿Calmada? –Alzó ambas cejas- ¿A qué clase de fiestas vas?

-A la mismas que tú, Justin.

Noté como se colocó de pie y busco en su mesa un celular, me lo entregó y volvió a su lugar.

-Marca el número de Brittany y hazle saber que estás aquí.

-Llama a tu amigo y dile que me traiga mi bolso.

-Que insistencia con no usar mi celular.

-¿Quién sabe qué pensará?

Noté como marcó una serie de números en su celular y se lo llevó hasta el oído.

-¿Christian? Hazme un pequeño favor.

Luego de ello, no presté más atención y comencé a contemplar toda su casa, definitivamente me encantaba, podría mudarme allí.

-Viene en camino.

-Gracias.

-¿De dónde vienes?

-De Phoenix, me vine a vivir con Brittany durante un tiempo indefinido, ya sabes… Me hacía falta respirar otro aire.

-No encontrarás mucho acá.

-Tal vez ver en vivo a Usher.

El me miró extrañado.

-¿Fan?

-Obsesiva.

Estuvimos hablando durante horas, y una botella que había iniciado llena ya iba a mitad de camino, Justin era realmente simpático.

Muchas veces habíamos conversado a demasiada poca distancia, pero no me interesaba, él era fantásticamente interesante.

Caminé alrededor de la mesa y me subí en ella, manteniéndome sentada y balanceando las piernas que gracias a la altura de esta, quedaban en el aire.

Justin rodeó mis caderas con sus manos y sentí que me estaba mareando.

-Estoy algo mareada.

-¿Demasiado alcohol? –Me interrogó rozando sus labios con los míos.

Reí divertida y me dio algo de hipo.

Él no pudo evitar burlarse un poco, pero continuó a la misma distancia.

-Creo que debería llevarte a casa.

-¿Por qué? 

-Porque si ambos caemos en más inconciencia podría ocurrir algo inadecuado.

-Nadie ha definido eso que piensas como “inadecuado”

-¡Chsss! Te llevaré a casa antes de que me arrepienta de estar siendo poco impulsivo y salvaje con una chica tan caliente.

-¡Boooo!

No es mi venganzaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora