Capitulo 1

365 5 0
                                    



“Sé bondadoso con la gente cuando subas; los encontrarás a todos cuando bajes “– Eduardo Punset.

“Tiré” mis maletas y me fui de esa casa de por vida. No podía mantenerme en ese lugar ni un minuto más, era suficiente ver a mi mama llorando cada vez que el puño de ese tipo toca alguna parte de su rostro, era suficiente los abusos de mi padrastro, y lo peor, mi mama sin hacer absolutamente más nada que sentarse en alguna esquinilla de la casa a llorar hasta el día siguiente — ¡Ya basta! — me repetí a mi misma sin mirar hacia atrás. Sabía muy bien que si lo hacía soltaría en llanto y no puedo arrojar mi orgullo a la alcantarilla de esa forma.

Ahora, no sabía si quiera a donde ir.



“Tiré” los dados con los ojos semi-abiertos sabiendo que si perdía esta ultima vez, quedaría en la ruina, no me quedaba más nada, ni siquiera mi orgullo. Vendí mi auto, la mayoría de mi ropa, mi mascota, mi casa. No podía vender nuevamente mi casa nueva, ni mi nuevo automóvil, sería el colmo. 

—Tira, es tu turno, ¿o es que acaso tienes miedo? —dijo, sabiendo que yo no estaba en un muy buen estado que digamos.
—No seas payaso y hazte a un lado— presumí tambaleándome de un lado a otro, no importaba lo serio que estuviera, el reía a carcajadas.

Tiré. Lo hice. Perdí. Lo perdí absolutamente todo. 

Aunque estuviera lo más echo mierda que fuera, sabía lo que me esperaba. Y no era exactamente algo por el que pudiera estar orgulloso.

Dos semanas después.

No sé como exactamente llegué a este punto, pero lo que sí puedo entender es que de alguna u otra forma debo encontrar algo con lo que poder mantenerme, quizás… ¿trabajar? De tan solo pensarlo me dan nauseas, ¿yo trabajar? Eso jamás, ni en un millón de años llegará a suceder. Además, no tanto mantenerme sino, para ir a los casinos, es difícil que yo diga “casino” sin que me den ganas de cruzarme por allá, tengo que ingeniármelas.

— ¿Qué te sirvo? — dijo el rubio mal teñido. Walter. 
—Lo mismo de siempre. 

Tomó una copa de vidrio y la lleno con un poco de vino blanco añadiéndole dos gotas de limón verde y dos cubitos de hielo. Siempre que vengo a la barra es lo que tomo para pasar un poco la depresión de haber perdido. No siempre pierdo, también gano, pero mayormente pierdo, es que en este casino siempre vienen los expertos, no es muy fácil ganar en estas mesas, todo el que viene se va cabizbajo, bueno, casi todos. 
Mandé la copa a mi boca y le di un trago fuerte, profundo y amargo y sin darme cuenta cerré mis ojos dejándome caer en el hondo vacío que estaba detrás de mí. 

Mi cabeza daba vuelcos en el espacio. Estaba absoluta y seguramente mareado, al abrir los ojos solo veía un manto negro y estrellitas juguetonas revoloteando por el manto negro. Finalmente pude ver, bueno, casi, seguía mareado pero podía reconocer que no he perdido la vista y confirmar que no estoy en el espacio.

— ¿Estas bien? — preguntó Walter levantándose rápidamente del sofá, al darse cuenta de que yo miraba a los lados sin siquiera saber el porqué me encontraba ahí. 
— ¿Qué paso? ¿En dónde estamos? — dije, o bueno, intente hacerlo con la poca voz que me quedaba.
—Te desmayaste y te traje al hospital. Al parecer te excediste de tragos. Si hubiera sabido que estabas tan grave no te hubiera vendido más vino, sabes disimular ¡eh! — rió mientras yo seguía visualizando la habitación en donde me encontraba.
— ¿Ya me puedo ir?
—Déjame y aviso a ver si te dan de alta— el salió de la habitación dejándome solo y en silencio. Intentaba explicarme todo, ¿quizás lo de quedarme en quiebra solo fue una pesadilla? Espero y rezo que solo sea eso, una pesadilla que tuve mientras estaba desmayado. ¿Y si no? ¿Y si de verdad tengo que trabajar? 

El sonido de la puerta interrumpe mis pensamientos. Deberían de ponerle más aceite a esa puerta para que no interrumpa más los pensamientos de los enfermos. Walter sacude a un mismo lugar la cabeza haciéndome entender que ya me podía ir. Bajé, me coloqué mis zapatos y Walter comienza a visualizar mi cuerpo, este gay de mierda. Camino lo más rápido hacia la puerta cuando el rubio gay teñido me grita — ¡Tu ropa! — exactamente, mi ropa. Tenía puesta una bata azul de plástico, o al menos eso parecía que por alguna razón hacia que sintiera un viento por la parte de atrás. Fui rápidamente a buscar mi ropa y al ponerme cada una de las prendas, salimos de ahí lo más rápido que pudimos. 

Porn for money (Justin&Tu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora