Capitulo 4.

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“Cínico: un hombre que sabe el precio de todo y el valor de nada. “ – Oscar Wilde.

Los rayos del sol penetraban por las ventanas de la habitación, una de ellas indicó justamente en mis ojos logrando despertarme. Pasé mis manos por los ojos, y luego visualicé todo el lugar sabiendo que estaría solo ya que si yo fuera… ella, no querría estar ni un momento más conmigo, con un tipo que lo único que hizo es dejarla por el piso solo por estar sucia y defender a un gatito, la comprendo por haberse ido. Debí haberle dado las gracias aunque sea. Me senté en la misma cama y prendí el televisor, pasaba los canales a ver que había de bueno y como siempre en los hospitales, nada. Así que dejé el televisor en uno de esos programas de familia en donde resuelven sus casos y esas cosas, a mi mamá le encantaban esos programas, mientras papá y yo no veíamos soccer como cualquier padre e hijo, sino, un programa que se llamaba “Planes de comercio” si, eran historias de hombres que de la nada se convertían en grandes empresarios, era mi programa favorito y el de mi papa, ya que él se identificaba. 
Viendo a la hija de la abuela de la esposa del hombre jalarse el cabello como una verdadera tigresa con la esposa del hombre o yo que sé, escucho unos fuertes y sencillos ruidos en el baño. Cojeando hasta el baño, giro poco a poco la manija hasta abrirla y así empujarla al mismo son con la que la abrí. Ahí está ella. De espalda… desnuda. 



El sigue dormido, se ve muy tierno durmiendo no lo puedo negar aunque haya dicho lo de anoche. No lo puedo culpar, pues todos piensan lo mismo al verme “Que sucia y pordiosera es, no se acerquen”, es realmente cruel pero es la realidad. 
Para sacarme un poco este sucio y verme de nuevo como la chica de hace… dos semanas… decidí darme una ducha, así que entre al baño y me saqué toda la ropa. Me miré al espejo, toda desnutrida. Mis costillas son las que más se notan, me siento del asco. Y no solo por el sucio. Necesito comer algo con urgencia, no quiero ser una calavera en una semana más. Me solté la cola de caballo, abro la regadera y antes de meterme me doy cuenta de que un rayo de sol ha entrado al baño, pero si la puerta está cerrada, al voltear solo lo veo a él… perplejo, ruborizado y sin palabras. 
Sus ojos se encuentran tan hinchados como un globo, me daba risa su expresión hasta que me di cuenta de que estaba desnuda. Salté corriendo hacia atrás de la cortina de la ducha, ¡que oso! 



— ¿Qué mierda estás haciendo? ¡SALTE! — grita a toda garganta y mi cara de retrasado pervertido se desvanece.
—Oh, lo siento, no sabía que…— antes de terminar la oración un jabón cae en mi rostro, seguido de una toalla en mi cabeza y un cepillo en mis partes intimas, ¡Auch! Eso dolió. 

Al salir del baño me recuesto a la cama y vuelvo a la realidad... La he visto desnuda. Genial. ¿Qué más puedo pedir? No está nada mal que digamos… Oh vaya Justin, que pervertido antisocial eres. 

Ya han pasado dos putas horas y nada que sale, voy a llegar tardísimo al trabajo, ¿será que se murió? ¿O se la trago el escusado? Camino hacia la puerta con las grandes ganas de abrirla nuevamente, pero esta vez solo la toco.

— ¿Estas bien? — Pregunto y no me responde— ¿hola? — sigue sin responderme a lo que no estoy seguro si es una pregunta, pero al menos puede responderme con un “Hola” también—chica como te llames, puedes responderme, no te cobraré por eso— aun nada, esto me asusta, estoy pensando seriamente en abrir la puerta, no perdería nada en hacerlo, solo otro golpe en mis genitales, pero no es la gran cosa. Pero… las chicas necesitan su privacidad o algo así he leído. ¡Qué bolas! Abriré esa puerta. Roté la manilla pero esta chica pensó mejor esta vez. Cerró con botón la puerta. Perfecto. Ahora, si está muerta se pudrirá. 
Agarré toda la fuerza del mundo, estaba dispuesto a tumbar esa puerta con una patada, ya me había preocupado pero al retroceder la manilla comenzó a moverse, ¡al fin!

Ella salió. 

Ese puto sucio me ha estado cubriendo una belleza que jamás pensé que vería. Maldición. Que bella. 
Sus ojos, su pelo, sus labios, todo en ella es perfecto. 

—Ahí tienes tu baño— dijo peinando su cabello, su sedoso cabello.
—Oh…— mi boca seguía abierta y mis ojos no podían creer lo que estaba viendo. Esa puta indigente es un diamante andante.
— ¿Qué? ¿Nunca habías visto a una mujer antes? 
—Lo que digas diamante andante…— dije… espera… ¿Qué mierdas he dicho?
—Oh Bieber— empezó a reírse como desquiciada, sus carcajadas se oían por todo el pasillo— algo me dice que has pensado en voz alta, no te culpo pero ¿diamante andante? Por Dios, sabía que no eras un gran poeta pero ahora confirmo que no sabes nada sobre el romance. O al menos sobre cumplidos lindos hacia chicas— dijo sin parar de reír, ya me estaba fatigando. Justo a tiempo mire el reloj de la pared, ocho y diecisiete de la mañana, mierda, voy tardísimo, quizás me bañe cuando llegue. 

Me coloqué el uniforme que mi jefe me dio el día antes de desmayarme, me quedaba para la mierda pero no podía hacer más nada. Lave mis dientes y acomodé mi cabello con un poco de gelatina para el cabello. Genial.

—Fue un gusto conocerte pero ya debo irme— dije lanzándome a los hombros mi abrigo. Volteé para guiñarle por última vez el hombro pero me quedé paralizado a su mirada— ¿A dónde se supone que irás ahora?
—Pues, al mismo lugar en donde me encontraste. O eso creo— se encoge de hombros— ¿Por qué preguntas?
—Por nada, hasta luego, ojalá— sonrío y me voy de allí. 

Trato de olvidarla camino al trabajo, y gracias a Dios que el casino no queda tan cerca del hospital porque me hacía falta mucho tiempo para poder olvidar su cara de perro. De un perro muy lindo. Aunque del hospital al casino y del casino me puedo ir caminando, por eso no uso mucho el Mercedes. Solo para ocasiones especiales. Y para ocasiones casuales el Toyota. 
Al llegar salgo rápidamente a la oficina de el señor Miller pero antes de abrir la puerta una voz al fondo del pasillo me resuena en los oídos.

—Así que llegas tarde…— esa voz gruesa y molesta me hizo desear no estar ahí en ese preciso momento. Volteo solo para irme del casino, estaba seguro de que no terminaría mi primer día de trabajo, pero estaba decidido a contarle todo, intentando llegar a algo. Al voltear… maldito rubio teñido.
—Da varias carcajadas que casi cae al suelo— No ha llegado, no te preocupes— sus carcajadas solo me hacían recordar a esa chica, pero las de ella eran más humillantes. 
—Cógete a un mono bro.
—Solo debiste ver tu rostro, debí tomarle una foto— De verdad que parece una foca al reírse. 

Cuando dejé de ser el centro de burlas para Walter empezaron a llegar muchos clientes y personas, incluyendo a Miller. Nunca supo que llegue tarde, eso es satisfactorio.
El resto del día Walter me explicó muchas mezclas de cocteles que jamás habría pensado que sabrían tan bien. 
Finalmente mi turno acabó a las once de la noche, pues, mi suplente se integra a esa misma hora para trabajar toda la madrugada hasta las siete a.m. que debo llegar yo, el casino abre las veinticuatro horas del día, pero pagan bien. 
Walter también acaba a esa misma hora así que acepto en darme el aventón hasta mi departamento, a esta hora las vegas puede ser algo peligroso.
Llego y simplemente me acuesto a dormir realmente agotado. 

A lo lejos se escucha un disparo seguido de su eco. Fuera del edificio y nada más pude pensar en alguien. 

En… esa chica. 

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⏰ Última actualización: Mar 30, 2014 ⏰

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