Capitulo 2.

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“La riqueza consiste mucho más en el disfrute que en la posesión”

—Gracias por eso— dije pasando una de mis manos por el cabello.

—¿Por eso? — preguntó Walter.

—Tú sabes, por molestarte en llevarme al hospital, no cualquier amigo lo haría. 

—Da unas carcajadas y mira hacia el piso— No te preocupes, para eso estamos los amigos eh. 

No soy de esos chicos que da las gracias, pero en este caso solo fue un tipo de comentario para cambiar el infeliz tema que llevábamos hasta ahora “¿Qué harás con tu vida? No te queda nada”, la oración de Walter que hizo que volviera a la tierra sabiendo que todo había sucedido, ¡Me había quedado enserio en la quiebra! 

Algo llamó mi atención, ya que mientras le daba las penosas gracias a Walter pasábamos por una panadería cerca de mi casa en donde salió un tipo vestido de blanco con una red en la cabeza que hizo que lo reconociera como un chef con una escoba en la mano dándole palazos a una indigente que en su mano tenía un pedazo de pan quemado y tieso. Me daba un poco de lastima pero a la vez me pregunto “¿Por qué tienen que joder tanto estos tipos?” digo, para eso existe el trabajo, si no me equivoco, y sin extrañarme salto mi subconsciente a recordarme que yo tampoco trabajo. La indigente se sentó en un pequeño escalón en frente de la panadería y como si nos leyéramos la mente Walter y yo nos corrimos hacia un lado para que no nos dañara nuestros pantalones, ya que estaba cubierta de sucio, estaba negra hasta los ojos, se notaba que su piel era tan blanca como la leche pero cubierta no se podía notar tanto. 

Ya eran dos semanas, ¡dos putas semanas! Desde que me fui de la casa con alguna esperanza de que cuando al menos pasaran dos días mi mama ya me estaría buscando, pero absolutamente me equivoqué. No la conocía tanto después de todo. Cada vez que ella decía que me quería, esos momentos eran nada más y nada menos que un espejismo para mantenerme junto a ella. No soporto imaginarme lo que mi padrastro le estaría haciendo ahora mismo. 

Es hora de comer, ya han pasado un día y medio desde que comí mi último emparedado, el cual me dio un tipo con bastante etiqueta, pues, traía puesto un lindo smoking, quizás trabaja en una gran empresa, quizás compró dos emparedados, terminó con uno, no le cabía el otro y me lo dio para que no molestara. O solo es un gran hombre. 

En el momento en que mis tripas empezaran con su fiesta recordé una panadería en donde mi mamá me llevaba con ella a comprar la cena todos los días antes de que llegara mi padrastro. En esa panadería solían darles el pan que quedaba al final de las bolsas al terminarse, el pan más feo y frio a los indigentes que llegaban en busca de la más humilde ayuda, como por ejemplo, yo en este preciso momento. 

Entré a aquél lugar que me puso algo nostálgica pero el olor a pan fresco que desde hace mucho no olía me dejaba perpleja en mis recuerdos así que no le paré mucho y me acerqué al mostrador, las personas que se encontraban ahí mismo incluyendo a las vendedoras voltearon nada más a ver mi rostro cubierto de sucio, sucio de la calle que por lo que me demostraron les daba nauseas, y por alguna extraña razón a mi no, simplemente porque desde hace esas dos semanas sin bañarme ya me había acostumbrado a la suciedad. Sin más nada que hacer me apoyé al mostrador esperando así sea un trozo de pan quemado. Espere mucho, hasta pienso que más de media hora ahí parada, el frio comenzaba a escavar entre mi abrigo de suciedad así que decidí pedir comida yo misma…

No resulto como pensaba. 

Una mujer con rostro arrugado se va hacia la cocina y al salir trae un hombre robusto, algo pasado de peso, pero había algo que no entendía en él, su calvicie atrapada en una red, pero en fin, el caso es que en sus manos traía una escoba de madera la cual hacía que rezará en lo más profundo de mí, no podía creer que lo iba a hacer. Y lo hizo.

— ¡TEN TU PEDAZO DE PAN Y VETE! — gritó cayéndome a palazos y tirándome un pedazo de pan duro y quemado, me tendré que satisfacer con eso, algo es algo. 

Sin más nada que decir me senté en un pequeño muro fuera de su panadería, no me había golpeado tan duro, pero si me dejó un par de moretones en el brazo. No puedo negar que me sentía algo adolorida pero el pan en mis manos hacía que no me importara, y luego de visualizarlo por cinco minutos, le di una mordida como si fuera un delicioso y dulce manjar. Estaba sorprendentemente hambrienta. 

Arrebaté la blanca toalla del gancho y me enrollé como un burrito alrededor de mis caderas. Tomé el secador que hizo que se secara mi cabello y a la vez dejándolo con una especie de alborotado natural y para el toque final me pasé una de mis manos. 

Arriba de la cama se encontraba extendida mi ropa, un cazador, un pantalón de bule jean rasgado y mis zapatos de salir. Adivinen, voy a buscar algo que hacer, que no vea como un trabajo en sí, quizás… buscar una cámara profesional y dedicarme como fotógrafo o buscar una guitarra y dedicarme como músico, aunque lo dudé mucho así que pensé en la mejor opción, mezclar y servir tragos en la barra del casino, así estoy en lo que más me gusta, gano dinero y no lo encuentro necesariamente poder llamarlo “trabajo”. ¡Perfecto para mí!

Salí camino al casino “Smcass Las vegas”, por lo que tengo entendido su nombre proviene del apellido de los dueños del casino, ya que son gemelos idénticos herederos, “Smith” y cass proviene de Casino. Es el casino en donde trabaja Walter, y obviamente es el lugar en donde me la mantengo más que en mi propia casa y el escenario en donde me desmayé, claramente. 

Al llegar con mis carpetas de solicitud Walter me indicó un pasillo hacia una habitación, que curiosamente nunca en mis dos años y tres meses de venir seguidamente a este casino había visto.

Tras esa puerta se encontraba un señor larguirucho, escuálido y flacuchento acomodar las carpetas en orden alfabético en la estantería cerca de un escritorio, el dirige su mirada a mi serio rostro y va casi corriendo a su asiento.

—Perdón, veng…

—Pasa— me interrumpe inmediatamente. 

—Permiso— digo sentándome en el asiento frente a él.

—Así que tu eres el señor Bieber. Walter me ha dicho que necesitas mucho este empleo— ¿Empleo? Aun así afirmo con la cabeza.

—Pues, a ver que tanto sabes sobre tragos. ¿Cuál mezcla de vinos es tu favorita? — fácil. 

—Vino blanco con limón.

—Perdón señor Bieber, pero esa no es una mezcla en sí, es más como para mejorar el vino. 

Maldición— ¿Cuál fue su pregunta? 

—Su mezcla de vinos favorita, sencillamente. 

—Oh, pensé que me había preguntado mi forma de tomar vino favorita, lo siento mucho— soy un genio— pues diría entonces que… uhm…— recordé que una vez de pequeño mi papá me llevó a mi primera barra, si, era menor de edad pero mi papa era el dueño. Mi papá me hizo el atrevimiento de comentarme que vino mezclado con otro era como un tipo de pecado para los catadores de alcohol— que ninguno, ¿Quién mezcla vinos con otros vino? ¿Usted? ¿Pero qué le pasa? 

—Nada más te pregunté para ver que decías, muy bien. ¡Has empezado excelente!— exclamó— ¿en donde más has trabajado?

“Mierda”

Porn for money (Justin&Tu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora