Tengo que cambiar

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NOTA: Segundo capítulo. ¡Genial! Tengo muchos planes para nuestro querido narcisista. Podría hacerlo sufrir para que los otros cinco idiotas sufran, pero mi objetivo es otro (claro, sí sufrirá un poco)
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Miró el contenido de la caja por última vez antes de cerrarla, todo lo que era parte de él se encontraba ahí y esperaba que fuera así para siempre. Podría pensar lo que quisiera, podría sonreír como si nada pasará, pero como toda persona llegó al límite y sus fuerzas disminuyeron por completo.

Lo había decidido, cambiaría por el bien de los demás, ya no existiría ese chico cool que era mirado con desprecio y asco; abandonaría sus sueños y esperanzas en esa caja oculta en ese rincón oscuro de la habitación.

Tenía que admitirlo, las aves también tienen su límite; no importa cuanta fuerza tengan un día tendrán que caer; no importa cuanta esperanza tenga un débil pichón, si nació con muy poca fuerza y su madre no lo apoya como a los demás para volar, si no podía luchar con los demás pichones para recibir su desayuno ya que tenían más fuerza que el, si tenía el cuerpo pequeño, si sus alas eran débiles y no eran bellas como las del resto; si caía del nido cuando un depredador atacaba nadie lo salvará, es más se convertiría en el cebo para que los demás se salven. Ésa es la ley de la vida, el más fuerte sobrevive y el débil perece.

-- Ninis. A cenar --

Cerró la caja y la escondió; puede que de ahora en adelante se empezará a comportar de otra manera pero no iba a tirar sus cosas a la basura; eran una parte importante de él y siempre lo serán.

Ya abajo todos comían con una sonrisa en el rostro, sin duda alguna la comida de su madre levantaba el ánimo.

-- Karamatsu niisan. ¿Me pasas el cucharon ?--

-- Claro Totty --

-- No me llames así --

Río por lo bajo; algunas veces su hermanito daba miedo y eso que tenía una linda apariencia, parecía una linda e inocente chica... una chica...

-- "Todoko "--

Recordó a la chica del parque, la quién lo atropelló con su bicicleta pero luego se preocupó por él. Se parecía un poco a Todomatsu, además que tenían gustos similares por el color y al parecer la ropa ya que la que ella tenía era muy bonita como la del demonio; y para variar el nombre. Ya habían pasado tres semanas desde el accidente y no sabía nada de ella.

--" Espero que este bien. También me gustaría verla de nuevo; aunque dudó que me recuerde" --

-- Estoy lleno. Ya no puedo comer más -- Osomatsu se daba palmaditas en el estómago satisfecho

-- ¿Entonces no comerás postre?--

-- Creo que aún hay espacio. ¿Qué es?--

Matsuyo sonrió divertida, fue a la cocina y volvió con el postre en sus manos

-- Pastel de Peras--

...

-- ¡ES MÍO!-- (No diré nombres)

-- No gracias mommy -- todos miraron al segundo hermano como si se tratara de un insecto. -- ¿Qué? Ya no tengo hambre. Gracias por la comida. Voy a poner el futon. --

Se levantó y lavó su plato para luego subir las escaleras dejando a los demás en silencio.

Ninguno decía nada hasta que...

-- ¡Más para mi!-- (idiotas)

Se abalanzaron sobre el pastel; pero uno de ellos veía su pedazo algo deprimido. Hace unas semanas Jyushimatsu había seguido a su segundo hermano mayor hasta el parque y descubrió que por su culpa y la de sus hermanos Karamatsu ya no disfrutaba la dichosa fruta como antes.

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