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A veces, cuando el silencio está por dejarme sorda, empiezo a llorar. Se siente como si todo cayera en tortuoso silencio sobre mí, aplastándome y dejándome sin aire. Es diferente aquí sin embargo, doloroso pero diferente. Desde que llegué aquí aprendí que hay dos tipos de dolor. El que sentí una vez es sin duda la peor clase, sentir todo el tiempo que estás un segundo de morir es horrible, y de alguna manera te vuelves insensible al mundo que te rodea ahí fuera, te olvidas de que hay otras personas que no están pasando la vida de la misma manera en la que tú lo haces. Pero aquí hay un tormentoso dolor, latente y con ganas de engullirte, ver la felicidad de las demás personas, personas que nunca tuvieron que pasar lo que tú, es atormentador. Te preguntas constantemente que fue lo que hiciste mal para pasarlo de esa manera, cuál fue el fallo tan grande, la felicidad de los demás te hace sentir como un monstruo codicioso, uno que desea lo que siempre se le negó. Todos los días es una lucha constante con tu cabeza, con esa pequeña voz con el susurro aterrador que te dice que no mereces ser feliz.

Alguna vez voy a dejar de pensar en ello, lo sé. Lo sueño, cada día como si una película se reprodujera en mi cabeza mientras duermo, sueño que nada de esto nunca pasó, es de alguna manera hermoso y horrible. Mis tíos lo sienten, lo veo en sus ojos, esa mirada triste y compasiva que me lanzan en ocasiones me destruye de a poco, quiero dejar de ser esa chica. No quiero que tengan pena de mí, quiero dejar de sentir pena de mí misma, pero no tengo la menor idea de cómo empezar. Así que me ahogo en trabajo y en libros.

Los libros se han convertido en una especie de anestesia en mi vida, reduciendo el dolor al mínimo cada vez que me pierdo en alguno, en ocasiones casi siento que estoy dentro de ellos, una persona que ninguno de ellos está viendo, pero que siente todo lo que ellos están sintiendo, que vive cada palabra como si fuera el suspiro salvador de un moribundo.

Las últimas dos semanas no podía soportar ser feliz y al mismo tiempo lo deseaba condenadamente tanto que dolía. Cada mañana me despierto con la idea de que hoy será el gran día, hoy por fin daré un paso al costado y mi futuro será resplandeciente, pero solo basta una mirada al espejo, ver las heridas que no han terminado de sanar, y peor, las que tengo dentro que probablemente nunca lo harán.
Me siento en el baño por lo que parece una eternidad, ya que mi tía siente la necesidad de verificar si me encuentro bien. Hace eso a menudo y tan confuso como es a veces se siente tan bien. Saber que le preocupas lo suficiente a alguien para estar pendiente de ti.
- ¿Te encuentras bien?- pregunta dándole dos golpes a la puerta. Yo trago el nudo en mi garganta y asiento antes de hablar.
-Sí- digo y luego con más fuerza- Estaré afuera en un minuto.
Desde que llegué intento usar la ropa menos reveladora que tengo, eso incluye camisas grandes y vaqueros en su mayoría, aún no me atrevo a usar otra cosa, no lo haré mientras mis heridas no sanen lo suficiente aunque sé que mis tíos en incluso Liam ya las han visto.
Liam...
Él es extraño, incluso más extraño que yo. A veces mientras estoy por la casa siento su mirada sobre mí, estudiándome como si no tuviera la menor idea de quién soy o qué esperar de mí. En su mayoría intento escapar de él, no me siento cómoda con la atención y menos cuando hace cosas extrañas. Como ayer, después de terminar de lavar la cocina con mi tía me senté debajo de mi árbol favorito y solo unos minutos después Liam apareció con un paquete envuelto con papel, me miró, extendió el paquete hacía mí y apenas lo tomé se alejó caminado rápidamente, tardé unos minutos en abrirlo, temerosa y a la vez intrigada de lo que podía haber dentro, me pero nada me sorprendió más que ver un libro dentro del paquete.
Uno nuevo y reluciente, con la tapa dura y las letras brillantes. Instantáneamente una ola de calor me atravesó el pecho, tanto que tuve que poner una mano ahí para detenerlo.
Lo he evitado desde entonces, sé que está mal, y que debería acercarme a él y agradecerle, pero la idea de estar cerca de él y hablar hace que mis manos suden.
Aunque el día rápidamente y antes de darme cuenta estoy devuelta en mi habitación y la culpa me corroe porque fui lo suficientemente cobarde como para evitar a Liam.
Me recuesto en mi cama con el libro que me ha dado y lo inspecciono con delicadeza, la portada dice Cumbres Borrascosas y las ganas de perderme en las páginas me consume, pero antes de darme cuenta, me quedo dormida.

Aprieto mi mejilla contra el suelo, tal vez si soy lo suficientemente silenciosa olvidará que estoy aquí, con suerte, olvidará que existo.
Pero no tengo suerte, nunca la tengo. Siento que soy arrastrada de mi escondite bajo la cama, siento las manos aplastar mis huesos, mi estómago se revuelve y las ganas de vomitar hacen que mi estómago tenga un sacudida, por favor dios, no hagas que vuelva el estómago, sé que eso lo vuelve peor.
- Necesito que entregues mierda- dice la voz. Me muerdo el labio con fuerza intentando contener las lágrimas pero asiento. Sin embargo no es suficiente, cualquier respuesta nunca es suficiente y su mano siempre aterriza en cualquier parte de mí, nunca demasiado fuerte que pueda dejar un daño grave, si lo suficiente como para herirme.
- Haz que valga la pena y no regalaré tu culo pronto- escupe. Tomo el paquete que me entrega y corro. Él nunca es la peor parte, los que reciben el paquete lo son.

Sudor frío recorre mi piel. Mi corazón se siente demasiado pesado para mi pecho y el nudo en mi garganta me corta la respiración. Necesito aire, pienso desesperada. Salgo de la cama y resbalo por la escalera hasta alejarme lo más que puedo del granero. Me arrodillo en la tierra, sosteniendo mi estómago, tratando de meter aire en mis pulmones y al mismo tiempo deseando no morir, no ahora que puedo conseguirlo todo.
Siento una mano apoyarse en mi hombro, pero estoy tan desconectada de mi propio cuerpo que ni siquiera puedo alejarme.
- Livvy- la voz me transporta directamente al presente y entiendo que tengo a Liam detrás de mí- ¿Te encuentras bien?- pregunta.
Mi respiración aún no se ha calmado, mi frente y manos están sudando y mi corazón parece haber aumentado su tamaño dos veces, pero sí, me encuentro bien, y cuando puedo asentir con la cabeza sé que el episodio ha pasado.
- ¿Puedes contestar con palabras?- dice casi desperado- Estoy a un segundo de llamar a tus tíos o al 911.
Trago saliva.
- Estoy bien- digo con la garganta seca. El asiente y me mira como si pudiera meterse en mi cabeza. No me gusta, no quiero que nadie sepa lo que hay dentro.
- Vamos- dice poniéndose de pie y llevándome con él. Su brazo acomodándose para que pueda recargarme sobre él.
- Es temprano- susurro mientras caminamos devuelta al granero.
- Falta un par de horas para que amanezca- contesta sin mirarme.
Llegamos al granero y espero que se vaya, pero solo mira el lugar como si fuera la primera vez que lo hace, tal vez lo sea.
-¿Por qué ya estás despierto?- pregunto. Él me mira durante un segundo antes de contestar:
- Dormir no es lo mío.
Yo asiento, pero sin entender a qué se refiere.
-¿Vas a contarme qué sucedió?
- Hablar no es lo mío- digo.
El asiente, una mueca formándose en sus labios.
- Sube, chica inteligente, voy a usar tu sofá para cerrar los ojos hasta que amanezca.
Yo pongo un pie sobre la escalera pero luego me detengo y lo enfrento.
- Gracias- digo, el levanta una ceja sin comprender- Por el libro.
Asiente sin mirarme y se recuesta en el sofá, terminando la conversación. Yo subo de nuevo a mi cama y en pocos minutos me quedo dormida.

El sol me despierta. Y también mi tía.
- ¿Qué estás haciendo Liam?- escucho que pregunta y mi piel empieza a picar.
El sofá se mueve y escucho a Liam suspirar.
- Estaba cansado, pensé que podía dormir en el sofá- contesta e internamente, le agradezco que no haya contando lo de mí... incidente.
- No juegues con esta chica, Liam- pide mi tía y la baja risa de Liam me sorprende y me confunde.
- No tengo intención de acercarme a ella, es material dañado hermanita.
Por alguna razón, duele más de lo que esperaba. Yo misma lo sé, sé que estoy dañada, pero escucharlo de alguien más, de él, duele.

Me siento extraña durante todo el día, mi pies se sienten pesados, mi cabeza duele y mis ojos pican. Tal vez es la vergüenza en mi cuerpo, vergüenza por permitir que alguien más me vea en mi estado más vulnerable, o tal vez es ira, si no tenía intención de acercarse a mí no lo hubiese hecho, no puedes quitarle algo a alguien que no tiene nada.
Pero su actitud es incluso más confusa cuando después del almuerzo se sienta cerca de mí bajo el árbol. ¿qué intenta?
Es cruel e injusto, lo que sea que me ofrece no lo necesito, así que solo me levanto y camino devuelta a mi habitación, por un segundo incluso tengo intención de devolverle el libro, pero la parte egoísta de mí no quiere, después de todo, lo único que tengo son mis libros.

Can you hear me now ? [PAUSADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora