VALEN

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El subte se paró en Medrano. Valen sacó el celular del bolsillo de la mochila y miró la hora. No tenía salvación: iba a llegar tarde una vez más. "¡Es que no podés salir con el tiempo justo, Valen!" Frase de su mamá. ¿Qué quería? ¿Qué llegara media hora antes y se sentara como una estúpida a esperar en los escalones de la entrada? ¿Para qué? La culpa no es mía, es del subte que anda mal.

La puerta del vagón no se cerraba. Los que se bajaban en Medrano, ya lo habían hecho ya hora solo era el momento de entrar, entrar, y entrar. La gorda que tenía adelante la pisó y pidió disculpas. Valen hizo un gesto que no fue sonrisa ni simpatía, solo como para demostrar que la había escuchado. Después de todo, la gorda se había disculpado. Peor eran los pisotones indiferentes, anónimos, asumidos como parte de la cosa. Peor eran los toqueteos a propósito, los toqueteos sin querer, los toqueteos disimulados, los apoyos, los aprietes, el aliento pesado en el cuello, el chivo, el desodorante barato, el perfume trucho, el estornudo repentino.

La puerta no se cierra y el tren no arranca. Ya no tiene sentido volver a mirar la hora. Da lo mismo. El subte era lo que más odiaba de vivir en Buenos Aires. La gorda otra vez. Bueno, ya fue, ¿viste? Un pisotón vaya y pase. No podía correrse ni un centímetro hacia ningún lado.

Tendría que seguir soportando los pisotones hasta que una de las dos se bajara.

En su ciudad no había subte. Podía ir caminando a la escuela, encontrarse con Ni en el camino, charlar y charlar y charlar y seguir charlando. La escuela quedaba a diez cuadras. Diez cuadras caminadas. Casi suspira de nostalgia al recordarlo. Solo acá hay subte. Solo acá alguien va a una escuela que queda a más de media hora de su casa. Solo acá hay ir viajar y apretujarse y aguantar, aguantar, aguantar para que no te digan provinciana, nueva, idiota. "Es la mejor escuela de la ciudad. Tuviste suerte en encontrar una vacante a esta altura del año." Otra frase de su mamá.

Imposible. Nunca iba a llegar temprano. "Tarde, Martínez, tiene tarde. Sos sigue así, se va a quedar libre." Si, idiota, y si vos entendieras que vivo lejos y el subte se para donde se le canta, eso cuando anda, capaz que podrías no poner esa T roja de "Tarde" o de "Tarada" o de "Tonta" o de " Trola". Me pondrias una P de "Presente", no de "Puta". Le gustó la idea de que todos los registros de asistencia quisieran en realidad decir eso. Por orden alfabético: Trolas-Tarde, Putas-Presente, A... No se le ocurrió nada para la A de ausentes.

Se retorció para poder abrir la mochila y sacar la carpeta de Biología. Sin querer, le dio un codazo a la gorda. Se lo merecía. La gorda la miró mal. No se preocupó en disculparse. Abrió la carpeta en la lección del día: el cerebro humano. Parietal, frontal... repitió. ¿Para qué servía saber eso? Occipital. Cerró la carpeta y los repitió cerrando los ojos. Parietal, frontal...

Cuando los abrió, vio que un chico la miraba y se reía. Estúpida. Siempre hacia lo mismo: cuando repetía, movía los labios como si estuviera rezando. Rezo al cerebro. Se puso colorada y volvió a abrir la carpeta para tener algún lugar donde mirar. Hipocampo, cerebelo, ínsula. Les poneme nombre graciosos. Volvió a leer, lóbulo parietal, frontal, occipital... Ya se lo sabía.

Quería levantar la cabeza y no se animaba. Capaz que el chico todavía la estaba mirando. No iba a poder resistir la tentación de mirarlo ella misma. Era lindo. No guauuuu. Lindo. Cerró la carpeta y volvió a retorcerse para guardarla en la mochila sin levantar la cabeza ni dar el frente a la puerta donde él estaba.

Pero no pudo resistirse. Cerró la mochila y miró, arreglándose el mechón de pelo para disimular. No estaba. Debería haberse sentido aliviada pero, en cambio, no verlo la decepcionó.

En un subte parado, sin nada que hacer, apretada entre la gorda y los demás, no estaba nada mal que un chico lindo la mirara.

Capaz que se había bajado en busca de un vagón un poco más vacío. En fin, tendría que buscar otra cosa para entretenerse o morir de aburrimiento.

Hoy No Es Mi Día - María Inés FalconiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora