Feria escolar.

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En realidad era un festival, pero con el montón de fenómenos que habían aparecido gracias a Tomazzo y sus novias, sólo podría calificar como una feria.

Una feria de circo en la que casi les dio un paro cardíaco al ver al ya graduado Hibari Kyōya.

A estas alturas no comprendían de qué se habían sorprendido.

Los estudiantes corrían de una lado a otro arreglando los últimos detalles del festival intentando no toparse de imprevisto con un temido prefecto del infierno.

Querían vivir para su próximo cumpleaños.

Y como siempre, Sawada Tsunayoshi no era la excepción.

Osamu y Mochida recuerdan claramente que aquel día meses atrás habían tenido que ayudar al chico con los últimos arreglos de su casa embrujada, la clase había decidido optar por la idea de Chrome ya que... Pues era Chrome y decirle que no a esa chica era imposible.

—Tienes que pintar eso bien, Dame-Tsuna —el mayor, y repitiente, de los tres se colocó tras el chico para mirar su trabajo—. Estás dejando demasiadas partes pálidas, nadie creerá que son manos salidas del infierno.

Sawada le había mirado con incredulidad, ¿en serio aquello tenía que ser así? ¡Por Dios que el conocía el infierno mismo!

Nadie sabía que no había que meterse con Byakuran cuando Mukuro estuviera cerca.

—Vale, lamento eso —suspiró volviendo a pintar—. Tú también deberías pintar algo o ve a supervisar lo que hace Osamu-kun, Mochida.

—Estoy haciendo mi trabajo bien, Dame-Tsuna —se quejaron los azabaches.

Después de eso había quedado en silencio y ninguno se enteró de que la alondra del pueblo andaba en busca de la fiera de namimori.

El carnívoro había decidido algo ese día cuando despertó e iba a ponerlo a prueba, es por ello que Sawada también había despertado con una idea en mente.

Huir de todo y todos, tenía un maldito mal presentimiento.

Los estudiantes –en general–, recordaban que ese día tendrían la visita de padres y familiares del cuerpo estudiantil, así como posibles nuevos ingresos para el próximo año.

Sería un desastre.

Fue un desastre.

Hibari no encontró a Tsuna, Chrome sirvió como escudo para el chico en varias ocasiones y la casa embrujada de la clase estuvo lista para ser visitada.

Los tres chicos encargados de los últimos detalles estaban bastante orgullosos, la verdad.

—¡Juudaime, bien hecho! —felicitó Gokudera mientras se acercaba con Yamamoto—. Lamento no haberme quedado con usted, es que...

Se sonrojó y Tsuna sonrió mirando la ilusión en la cara de su otro amigo.

—Habíamos quedado de recorrer todo antes de que llegara Bianchi o mi padre —informó el moreno—. Ellos quieren tiempo en familia así que no podríamos haber tenido una cita en condiciones.

—¡Eso no fue una cita! —ante la mirada de los japoneses el italiano se ruborizó más—. No me miren así...

—Vale, entonces dime —Tsuna se cruzó de brazos y sonrió—, si no era una cita, ¿qué era?

—Convivencia de guardianes.

Tanto Yamamoto como Sawada se miraron entre ellos por la rápida respuesta de Gokudera y suspiraron con una sonrisa resignada, así era él.

—Lo que tú digas, cariño —se mofó Takeshi—. Ahora, Tsuna, Hibari estaba buscand...

—¡Boss, corra!

El castaño miró hacia Chrome –a su espalda–, con extrañeza y unos orbes metálicos lo atraparon, palideció, se sonrojó y huyó.

Los amigos del chico sonrieron y decidieron ser los primeros visitantes de su propia casa embrujada mientras el chico se escondía en quien sabe donde.

Ninguno de los estudiantes sabe qué sucedió entre esos dos, pero cuando volvieron a verlos el prefecto lucía complacido –y sonreía, cosa que les puso nerviosos–, y Tsunayoshi era un caos con piernas.

Su rostro estaba rojo, su ropa desarreglada y tenía marcas extrañas alrededor del cuello y los brazos.

A día de hoy, no se atreven a preguntarle qué sucedió.

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Pensé que lo haría más directo :v jamás me imaginé que haría un 1827 tan leve xd

¡Felices graduados!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora