Prólogo

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-¿Podemos verla? -pregunto pensando de inmediato que decirle o si simplemente lo mejor sería abrazarla. 

Esperaba una sonrisa amable, un gesto que nos reconfortara a Bridgit y a mi, pero en cambio, frunzo mi ceño confundido al ver como los ojos de la señora Thomson se elevan al cielo permitiéndome notar la exasperación filtrada en su rostro producida seguramente por mi comentario. 

-Ella en este momento esta cansada -nos dice segundos después de tomar aire y cerrar los ojos, seguramente intentando relajarse para no arruinar su actuación de fingida amabilidad frente a nosotros. Sin embargo, a mi lado, mi amiga rubia le sonríe cortésmente y estoy más que seguro en que sé lo que esta pensando. A veces desearía verle el lado bueno a todo, pensar en que la gente no siempre es mala y confiar.

Pero yo no soy así. Desconfió de todo y de todos porque no creo en la perfección. Y un mundo perfecto es donde nadie oculta nada, las cosas que nos suceden siempre nos benefician y la vida es color de rosa. 

Esa mierda no existe.

A la única persona que conozco cerca a la perfección es a mi mejor amiga; sin embargo, a veces pienso que es una fachada, una simple máscara y que en el fondo, quizás muy en el fondo, se encuentra su verdadero ser, alguien que ella quiere ocultar por algún oscuro secreto.

Estoy  seguro de que algún día sabré cuál es. 

Y mi concepto de perfección que tengo de ella se habrá derrumbado.

Vuelvo a mirar a la señora de pelo negro frente a mi. Al igual que todo el mundo, ella oculta algo, lo sé.

Por esto, decido insistir:

-Sé que nos querrá ver.

-Ojalá tuvieras razón -dice la señora Thomson, o Lidia, que es como la llamaré de ahora en adelante-, pero no crees que si fuera así, ¿ella saldría y se los diría directamente aunque no tuviera suficientes fuerzas?

Sin contestar y dejando a Bridgit atrás, giro sobre mis talones y empiezo a irme. En algo Lidia tiene razón. Si ella quisiera vernos, haría lo imposible para que así fuera. 

Pienso en que últimamente ha estado distante, perdimos la comunicación y la complicidad que durante casi siempre hemos tenido. Ella ya no ha mostrado el interés que antes había y creo que ya nunca será como antes. 

Porque la conozco y sé que a pesar de todo, ella no se rendiría tan fácil.  





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