Tomamos algo que no nos permanecía, y al final, el destino se cobro lo suyo.
Kim Taehyung era un ser humano poco normal, con una sonrisa espléndida en sus dulces labios. Un ser humano que hacía de mis sentimientos algo poco normal.
Su nombre, lo escuche por primera vez de la boca de la maestra de química, en secundaria. Estaba pasando lista, como siempre, y entre todas las cabezas de nuestros compañeros, sus preciosas manos de pianista sobresalieron. Recuerdo que una sonrisa inocente salió de mis labios al segundo, completamente desconocido al resto.
Su voz, la conocí segundos después de haber conocido su nombre. Una profunda, ronca y perfecta voz que ponía escalofríos donde pocos conocían de sí mismos. Una sola palabra, anunciando su presencia.
Taehyung, desde el primer día de clases había llamado mi atención.
No sabía si era por su voz, su rostro, su carisma o porque sí. Sólo porque era Taehyung. Pero, francamente, haberlo mirado más de la cuenta no fue un error. Haberlo mirado de más solo había sido el inicio de las muchas veces que nos miramos en clases, de forma furtiva, de forma tierna, cálida y de más.
Haberlo mirado ese día de más, lo había puesto incómodo. Como no tenía idea.
Pero que me devolviera la mirada casi al instante había sido todo, ese momento donde de pronto la cabeza me explotó de imágenes, palabras, música, olores. Como si todo él, me recordará todo lo que había sido yo.
Así era Kim Taehyung para mí: como mi propio álbum perdido, donde solo mirarlo me hacía volver a todos los momentos.
Ahora, mirarlo también lo seguía haciendo.
Mirarlo ahora, me hacía recordar a nuestros besos a sabor fresa, nuestras palabras de miel y nuestras miradas dulces. A nuestros roces inocentes y escondidos. A sus palabras y nuestras admiraciones. A nuestros abrazos y las tazas de té por la mañana. A sus besos y las noches de estar arrebujados en la cama.
Taehyung era el pasado, pero ya no mas mi presente.
Me gustaba pensar que, hace mil años, un alma viajaba por el mundo, buscando algo a lo que aferrarse. Un amor, un corazón, una sonrisa cuadrada. Me gustaba pensar que, después de tanto tiempo, se colocó en mí y me hizo amar a Taehyung con todo mi corazón.
Todo mi cuerpo de 18 años estaba aferrado a su cuerpo de 17 años. Mi precioso ángel.
Mamá jamas me advirtió de pequeño que pertenecer a alguien durante instantes, sería la necesidad de mi vida; mamá no me dijo que enamorarme sería las mariposas del mundo. Mucho menos me dijo que este pequeño y duro corazón que tengo, pertenecería todito a Taehyung.
No me dijo que estar entre sus piernas sería la cosa por la cual no me preparó. Porque, si de algo estaba seguro, es de que mamá esperaba que a este momento, me perdiera yo en las posibilidades. A que me asustara de lastimarlo. A que me preocupara de dejar más besos en su piel que gotas de sudor en nuestros cuerpos. Mamá quería que, al terminar de hacerle el amor, nunca acabara en realidad. Porque hacer el amor con Taehyung no solo era intimidad; hacer el amor con Taehyung era abrazos, besos y palabras. Era café y regalos en sonrisas. Era aliento y suspiro.
Amar a Taehyung era pasar de página para dejar nuestros besos en cursiva como un poema, para seguir escribiendo.
Pero, ¿saben que es la mejor parte de escribir?
Libros.
Amor.
Historias.
Miedo.
Taehyung y yo.
Y, aunque un libro llegue al final de sus hojas, terminas con una sonrisa o hasta con lágrimas porque esa satisfacción que te deja alcanza tu vida entera.
Y, ¿sabes algo?
Hay veces que las historias terminan abiertas, para que tú mismo escribas el final que quieras darle.
Hacer que los personajes se amen hasta la muerte.
O hacer que los personajes estén juntos hasta la muerte.
O mejor aún, las dos anteriores juntas.
Pero, cuando los reinos se arrodillaban ante historias, el miedo de acabar sucumbía.
¿Saben la mejor parte que hizo Taehyung en mi vida?
Me enseñó a acabar con los miedos y poner un punto final.
Por los sueños truncados y las platicas de media noche.
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Los besos eternos que se terminaron ━ j.hs+k.th
FanfictionTaehyung le enseñó muchas cosas a Hoseok, y entre ellas era el no tener miedo. Hoseok lo entendió, desde el primer momento, y fue, sin saber lo que significaba el verdadero temor. No ése que ponía tu piel de gallina. Sino ese, que rompía tú corazón...