CADA MALDITA MAÑANA

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A Taehyung le gustaba tanto darme de esos besos.

De esos que rompían mi alma.

Nuestro primer beso no fue épico, ni dé película; pero eso no valía la pena, porque lo que Taehyung me hizo sentir durante nuestro primer beso, era todo lo que quería y necesitaba. Eso lo volvía diferente a todos los demás.

La forma en la que sus labios se abrían junto a los míos, abrazándose tan ardientemente que sentía todo mi interior quemarse. Y el sonido de nuestros besos, era tan crepitante como el fuego de mi corazón.

Y, podré probar miles de labios, que ninguno tenía ese sabor a dulce magnífico que habitaba en la boca de él, no. Eran como estrellas que viajaban a mí estomago, brillando con los soles de su boca. Porque Taehyung era de darme besos en los que tiraba rayos del sol para envolver mí pecho en oro.

El sol, algún día se apagará. Y todos tenemos miedo de eso.

Pero… Sus soles, los de TaeHyung, no eran así. Se apagarían en algún momento, y no tendría miedo.

Yo creía que, de cualquier manera, lo más fuerte que teníamos nosotros era el alma. La fortaleza, no sé. Porque dentro, habitaba cualquier cosa. Inalcanzables, de hierro.

Despertar a lado de él, convertía cada mañana en una maldita maravilla: ver su rostro ser tomado por los colores de primavera estiraba los hilos de los labios por horas, verlo aferrado por el frío de invierno me hacía atrapar su cuerpo con él mío el día entero, tenerlo desnudo en los calores de verano creaba pecado entre mis piernas, y verlo sonreír al recibir las mañanas en otoño despegaba todo aquello que existía. Despertar al lado de Taehyung cada maldita mañana, era enamorarme más de él.

Cometemos errores, es parte de la vida y de jugar, del amor y la tristeza, de reír y de soñar, de dormir y de respirar. Errores que vienen en cada poro de nuestra piel, como pequeños cristales que nos hacían brillar. Porque sí, a veces los errores nos hacen diamantes. Solo que no todos aprenden a verlo de esa manera… ¡Una desgracia!

Comentemos errores que nos llevan a pensar cosas.

Y, posiblemente jamás en mi vida podría arrepentirme de el mejor de mi vida.

Taehyung era un necesario error, como un efecto colateral de la vida y de mi corazón latir; ahí estaba, con su mirada de copos de nieve que se disuelven en todo mi rostro.

Taehyung y yo éramos el amor del amor.

Y, tal vez, nuestro error había sido sucumbirnos donde no pertenecíamos.

Esos besos que me daba Taehyung eran necesarios, más no indispensables para mí felicidad. Y, o sea, adorar a Taehyung era algo de toda la vida, porque no puedes estar sin amar a alguien como lo es él. Pero bien sabía que a veces, o fracasamos en el error, o fracasamos en el amor.

Fracase en mí error de Taehyung.

Pero jamás en el amor.

Si de amarnos, estaríamos toda la vida juntos. Muchos podrían asegurarlo, nuestros amigos, familia, compañeros, incluso la vieja adorable de la librería que nos dijo lo lindo que era el amor de nuestros besos robados. Pero, sobre todo, nosotros lo sabíamos.

Estamos juntos toda la vida.

Pero un error también es no notarlo.

Cuando aprendemos a amar a alguien, necesitamos de saber la única regla que debe de existir: dejarlos ir, cuando bien sabemos que no deben estar.

Muchos fracasan en el error de superar. Superar es un error; porque jamás superas las risas robadas y las lágrimas guardadas. No superamos besos y susurros, ni miradas ni soles. El amor no es algo que supera. Mucho menos el amor que en algún momento se rompió.

No quiero que nadie supere una ruptura, quiero que aprendamos a dejar algo ir cuando ya no pertenece, y que después, cuando parezcamos sumergirnos en esa insaciable tristeza o desesperación, solo estiremos los rayos del sol de nuestra sonrisa y vivamos. Porque nuestra vida no se acaba por eso.

Y menos si lo que ha terminado fue lo que te mostró el inicio de lo que hace la mayor fuerza. Amar.

Amo a Taehyung y sus ojos del cielo, sus palabras de estrellas y sus besos de chocolate. Lo amo con todo mi ser. Con todo lo que tengo y lo que no. Con todo lo que obtendré y lo que perdí en el camino.

Pero, a veces, solo confundimos nuestro hierro de corazón.

Y eso, es el fracaso del error.

Podría asegurar por la eternidad que los besos de Taehyung rompían mis infinitos, porque para mí no había nada más inalcanzable que lo que dejaba en mí.

Así que Taehyung, corazón, gracias por ser la luz de un infinito.

Y, después, gracias también, por haber robado algo que jamás fue nuestro por estar nuestro tiempo así.



Por las series de películas y nuestros cuerpos en sudor.

Los besos eternos que se terminaron ━ j.hs+k.thDonde viven las historias. Descúbrelo ahora