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—Patos, castores, ballenas, lobos y muchos otros animales. ¿Puedes creerlo? -la pequeña Sofía sigue hablando de su viaje al zoológico y yo no podría estar más desesperada. No puedo esperar más la hora de llegada.

—Fascinante. –murmure.

— ¡Lo sé! Mi papá dice que esos animalitos sin muy bien cuidados y que aman a los niños.

Definitivamente no simpatizaba eso con los animales. El viaje estaba una hora atrasado y ya me había cansado de escuchar los pensamientos delirantes de una niña.

— ¿Haz visitado algún zoológico? -pregunto la niña con una sonrisa faltante de todos sus dientes.

Ayudaaaa

Después de tomar mis maletas de la cinta tome un profundo respiro. Al fin había llegado a San Diego y ya sentía el peso del pasado en mis hombros. Tome mi teléfono y coloque mis audífonos haciendo sonar a todo volumen Seven Nation Army. No estaba nada preparada para lo que venía.

Hace aproximadamente dos años tome la decisión de ir a New York y vivir ahí. Claro que hice eso como una forma de revelarme a los tontos planes que mi madre tenía para mí.
Había conseguido mi legado. Estudie artes unos años en la ciudad, luego tuve que abandonarlo para conseguir un trabajo. No todo es miel sobre hojuelas.

Aunque mi familia no era pobre, tampoco era nada rica. Lo justo para sobrevivir, así nos habían educado a mi hermana y a mí. Lástima que tengo una madre muy ambiciosa.

Hice la parada a un taxi y le di la dirección que mis padres me habían enviado.

No era mi agrado volver a SD, pero tenía un compromiso. Según los e-mails que mi madre me había hecho llegar, mi hermana mayor Reachel se había ligado a un hombre rico y perfecto. Ahora estaban a tres semanas de casarse y era necesaria mi presencia. Fue bastante clara a decir verdad "por una vez en tu vida dejaras de ser una chica rebelde y te pondrás muy linda para la boda de tu hermana. No hay excusas"

¿Cómo decir que no?

El taxi se fue acercando a una hermosa y lujosa hacienda. Todo alrededor era naturaleza hermosa. Perfecta para crear un cuadro. Rodeando una gran fuente el auto se detuvo enfrente de la puerta de vidrio. Antes de poder tomar aliento un hombre de tal vez unos 40-45 años abrió mi puerta.

—Bienvenida señorita Gómez. –dijo el hombre estirado ayudándome a bajar.

—Hola, pero llámame Marie. –dije mirando embobada el lugar.

—Sería inapropiado, señorita Gómez. Solo se les tutea a los amigos.

— Entonces a partir de hoy serás mi amigo...

—Emanuel.

— ¡Un gusto amigo! —lo salude con una sonrisa. —Este lugar es hermoso.

—Me alegro que le guste señorita... Marie.

Sonreí triunfante. — ¿Dónde me tengo que registrar?

Emanuel rio con burla. —Sígame por favor.

Otros dos chicos tomaron mis maletas y se adelantaron. Mi boca se abrió de asombro cuando entramos. Todo era tan tremendamente lujoso que daba miedo respirar y arruinar. Era como una maldita obra de arte.

—La hacienda le pertenece al señor Styles-me guiaba por las escaleras.

—Quien supongo que no será tu amigo...

—Es una broma privada, Marie. –dijo con sarcasmo.

Lo único que hice fue rodar los ojos. Ya me caía bien. 

Prohibido AmarmeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora