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Ya pasan de las dos de la mañana y Cadepe aún no llega, me estoy preocupando un mogollón.

¿Se habrá quedado a dormir con aquél tipo? Al menos pudo haber llamado.

Yo lo hago pero no responde.

Tomo una sudadera, el móvil, las llaves de casa y salgo a buscarla. No creo poder soportar más sin estar a su lado.

El frío comienza a calarme. Sin mentir llevo diez minutos caminando en busca de Cadepe, sin rastro de ella.

Del cielo comienzan a caer pequeñas gotas de lluvia, y el aire comienza a soplar un poco más fuerte. Y fue ahí cuando me dio por girar a mi derecha y pude divisar una pequeña silueta de una chica, una muy similar.

Al parecer aquella chica se percató de mí y al instante fue corriendo hacia mi dirección, arrojándose a mis brazos. Era ella, por fin la encontré.

Una sonrisa se formó en mi rostro, pero se esfumó cuando escuche unos sollozos de parte de María. Lo mato.

—¿Cadepe?.— Fue lo primero que salió de mis labios, ella sólo se hecho en llanto.— Hey pequeña, estoy aquí, tranquila.

—M-Melo, é-él me t-tocó, le dije que no, y-y— no aguantó más y comenzó a llorar de nuevo, sólo la aferré más a mí.

—Te golpeó ¿no es así?— no escuché palabra de su parte y sólo vi que asintió contra mi cuerpo.— Volvamos a casa.

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Se escucha la ducha desde la habitación. Al llegar a casa María fue corriendo a ducharse, y entiendo porqué. Ese imbécil. Yo mientras la esperé en la cama.

¿Por qué la deje ir? ¿Por qué no la convencí de que se quedara en casa? ¿Por qué?

Culpa.

Es lo que siento.

Todo esto fue mi culpa.

Mi maldita culpa.

Salgo de mis pensamientos al sentir mi pie siendo movido por María.

—¿Melo?

—Lo siento.— le sonreí. Ella se fue acercando a mí con la bata puesta. Apostaría mi colección de figuras de StarWars a que no tiene nada debajo de ella.— Hey, ¿cómo estás?

Escuché un suspiro de su parte; alzó los hombros y se acercó hasta mí para finalmente acurrucarse.

—No lo sé. Confundida. Triste... decepcionada.— comenzó a llorar. Me duele tanto verla así.

Lo único inteligente que se me pudo ocurrir es abrazarla con fuerza.

—Estarás bien. Tú eres fuerte. No dejes que un imbécil te destruya por completo.— y besé su cabeza.

Se acercó aún más a mí, buscando protección con mis brazos. Le repetí varias veces con susurros que todo estaría bien.

Así hasta que finalmente se quedó dormida.

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⏰ Última actualización: Sep 30, 2017 ⏰

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