Narra Alis
El bullicio en la cafetería se detuvo en seco cuando las puertas se abrieron de golpe y el director entró, rojo de furia. Sus ojos recorrieron la escena caótica: mesas volcadas, comida esparcida por todas partes, y estudiantes en silencio, aún con restos de papas fritas y salsa en las manos. El director, con una voz llena de ira, lanzó la pregunta que todos temían:
—¿Quién comenzó con todo este desastre?
Un murmullo se extendió por la multitud, y poco a poco, todos los dedos se levantaron, apuntando hacia Ethan y a mí. Sentí cómo el calor subía a mis mejillas mientras todos nos señalaban como los culpables. Ethan, que hasta ese momento estaba sonriendo por la travesura, se quedó petrificado. Sin embargo, yo no podía apartar de mi mente un pensamiento angustiante: Ethan no tiene idea de lo que esto significa para mí. Él no sabe lo estricta que es mi madre, ni cómo esto solo empeorará las cosas en casa.
Nos llevaron directo a la oficina del director, y el silencio en el pasillo era ensordecedor. Mi corazón latía con fuerza, sabiendo que cada segundo nos acercaba más a un castigo inminente. Ethan parecía tranquilo, sin darse cuenta de lo que se avecinaba, pero yo estaba aterrorizada.
El director se paró frente a nosotros, su rostro reflejando una mezcla de incredulidad y enfado.
—¿Se puede saber qué pasó aquí? —preguntó con voz severa.
Sin pensarlo, ambos señalamos al otro.
—Fue él.
—Fue ella.
Nuestras voces se mezclaron en un coro de inmadurez, cada uno intentando zafarse de la culpa. Comenzamos a discutir, levantando la voz, interrumpiéndonos, tratando de imponer nuestra versión de los hechos. Pero el director no estaba dispuesto a soportar nuestra niñería.
—¡CÁLLENSE DE UNA VEZ! —bramó, su voz retumbando en las paredes—. No me importa quién de ustedes dos fue el culpable. Lo que hicieron es inaceptable. No solo han causado un desastre, sino que han demostrado una total falta de responsabilidad. Ambos van a limpiar el comedor hasta que quede impecable. Y les advierto, la próxima vez que hagan algo así, estarán suspendidos por tres días.
Luego, el director se volvió hacia mí, y su mirada se volvió aún más fría.
—Señorita Wilde, no puedo creer que te hayas involucrado en algo tan infantil. Conozco a tu madre, y sé que estará profundamente decepcionada. Esto no es solo un error, es una falta de carácter. No esperaba esto de ti. Estoy seguro de que ella tampoco.
Sentí que su reprimenda me atravesaba, dejándome sin aire. Siempre la decepciono, pensé, sintiendo el peso de esas palabras sobre mis hombros. Me levanté con la cabeza gacha, intentando contener las lágrimas que amenazaban con desbordarse. Salí de la oficina, pero mi mente estaba ya en otro lugar.
¿Qué hará mi madre cuando se entere? ¿Gritará? ¿Me castigará sin salir de casa durante semanas? ¿Quemará mis libros favoritos? ¿Y si me prohíbe volver al instituto para siempre? Los pensamientos se agolpaban en mi cabeza, cada uno más aterrador que el anterior. Sentí cómo la ansiedad me iba consumiendo, el pecho me dolía, y el aire comenzaba a faltarme.
Estaba al borde de un ataque de pánico cuando, de repente, sentí unos brazos rodeándome con firmeza. Era Ethan. Su abrazo me sostuvo justo cuando el suelo parecía desvanecerse bajo mis pies.
—Alis, cálmate, por favor —susurró con preocupación en su voz—. Respira conmigo, ¿de acuerdo? Mírame.
Con los ojos aún cerrados, me obligué a abrirlos y fijarlos en él. Ethan me miraba con una mezcla de ternura y urgencia, y comenzó a inhalar lenta y profundamente.
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¡No Puedo Más!
Fiksi RemajaNo puedo más es un viaje crudo y emotivo a través de la mente de Alis, una joven de 16 años que ha aprendido a tragarse su dolor para proteger a quienes ama, sin darse cuenta de que ese silencio la está destruyendo por dentro. En un relato íntimo y...