1.Pequeña casita.

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Es muy tarde, lo sé por que el otro mundo se encuentra completamente en la oscuridad, es el único momento en el que su belleza deja de resaltar.

Voy a salir, estoy decidida, voy a huir de aquí. No llevo muchas cosas, solo lo que considero más necesario, no tengo idea de como es allá, si hace frío, o si hace calor, pero aún así, no es un problema, nosotros no sentimos, me refiero, a la temperatura. 

Solo llevo conmigo una pequeña bolsa, la cual cuelga de mi hombro, y en ella llevo una porción que he estado guardando de C249, nos dan tres litros a la semana, con lo que pude recolectar, intenté alimentarme lo menos posible estas últimas semanas.

 Recolecté doce litros, no sé cuanto tiempo estaré allá, quisiera que fuese para siempre. 

Todo está listo, tengo todo, solo me hace falta volar, saltar de la orilla de todo este repulsivo mundo, y volar hasta aquel lugar tan bello. 

Aquí estoy, me encuentro justo en la orilla, más cerca de lo que había estado alguna vez, voy a hacerlo, no lo dudo, ni lo dudé nunca en todo este tiempo.

Sujeto mi bolsa, y en un parpadeo, lo hago, salto, salté y por primera vez me sentí libre, caía cuesta abajo, no en linea recta, yo no controlo mi cuerpo, solo me dejé llevar por el fresco aire que provocaba mi caída, la brisa, la brisa de las nubes desvanecerse en mi rostro. Todo es perfecto, si no es que mejor que como lo imaginé.

Abro mis ojos para despertar de aquel trance el que estaba sometida, me doy cuenta de que hacen falta solo unos metros para encontrarme justo en ella.

Lo hice, estoy en el otro mundo, pongo mis pies uno por uno, muy despacio, por fin me encuentro pisando este magnifico lugar, estoy caminando en el, me detengo en cada paso para poder oler el fresco aroma de las flores, todas son diferentes, no sé como se llaman, pero puedo reconocer algunas, las veía en los libros que tomaba de la biblioteca. 

-Girasoles... son incluso más bellas en físico. - Digo mientras tomo una de ellas entre mis manos, sin arrancarla. 

Un ruido de hojas moviéndose me hace borrar mi sonrisa, esta se convierte en un rostro de completo miedo y preocupación.

-El rey Kalahab..- Suspiré.

Solo corrí, corrí y no miré atrás, me detuve en un callejón, uno muy viejo y feo, quería esconderme del rey Kalahab y su séquito.

Permanecí mucho tiempo ahí, cuando me di cuenta de que no se trataba del rey, ni de nadie que viniera por mi. 

-Debes dejar de estar tan nerviosa Sila, nadie sabe que huiste.- Me digo a mi misma mientras niego con la cabeza un par de veces.

Entre negaciones y charlas con mi subconsciente, me doy cuenta de que hay un agujero, un hueco en uno de los edificios, que al parecer estaban abandonados. Este estaba cubierto con un trozo de madera.

Pensé que sería un buen lugar para pasar la noche, así que me escabullí, y entré.

Al entrar, me sorprendo al ver que se trata de una especie de casita de juguete, en ella hay una pequeña mesa, sobre ella un pedazo de tela que la cubre, hay platos, y unas tazas muy viejas.

El ruido de un objeto caerse hace que deje rápidamente la taza sobre la mesa, mi rostro vuelve a llenarse de miedo, como hace un rato con los girasoles. 

-¡¿Quién eres?! ¡¿Y qué haces aquí?! - Dice una voz muy fuerte, aunque alcanzo a distinguir que se trata de una mujer, una chica.

- Soy S-Sila. - Comienzo a tartamudear por el miedo. 

- Bien, Sila, ahora que  sé tu nombre, dime, ¿qué haces aquí? - Dice mientras se retira una capucha negra que cubría la mayor parte de su rostro. 

Más allá de un solo mundo.Where stories live. Discover now