Amarion

#4

En el momento que mis emociones se calmaron, decidí que lo más sensato que podría hacer era pensar. Pensé en mi abuela, en nuestros viajes, no siempre podíamos viajar a lugares exóticos, muchas veces tan solo nos bastaba con ir a algún parque, acostarnos bajo algún árbol e imaginar.

Mis vacaciones se basaban en estar con ella, ser felices con lo poco que teníamos, disfrutar la vida en todo su esplendor.

A mis padres no les gustaba mucho el hecho de que yo pasara mucho tiempo con ella, pero de igual manera me permitían viajar con ella, alegando que no me afectaría mucho su lado "hippie". En el colegio siempre fui la niña aplicada por lo tanto no se preocupaban mucho, con frecuencia escuchaba de parte de mi madre la frase: "Ella será inteligente, no una inútil." Mi madre siempre fue la que más se preocupaba, mi padre en cambio era frio y no se interesaba mucho en mi, excepto si me equivocaba, en esos momentos siempre estaba presente.

A la edad de 13 años conocí a Eric, exactamente el 20 de 0ctubre del 2005, era un día ordinario en el colegio, tenia clases de gimnasia y debíamos de trotar alrededor de la cancha, siempre fui torpe. Recuerdo cuando tropecé con mis propios pies y obviamente caí, Eric me ayudo a levantarme y luego se burlo, luego de eso empezamos a hablar y nos hicimos grandes amigos.

Ese año en vacaciones de verano, él viajo con nosotras. Como siempre fuimos nosotras dos nada más, mi abuela se mostro encantada con la idea de que tuviera un amigo, y Eric al ser tan bueno y amable muy pronto se gano el cariño de ella.

A los padres de Eric les agradaba la idea de que él saliera más de su casa, ya que según ellos anteriormente no pasaba mucho tiempo fuera de su cuarto y menos socializando.

El tiempo paso y nosotros nos convertimos en las personas más inseparables, eso hasta que ella murió, luego de eso me convertí en una persona insensible, no pensaba en nadie más que en mi misma, decidí que lo mejor que podría hacer en ese entonces era empezar a estudiar el negocio familiar y olvidarme  de explorar el mundo.

Mis padres estaban encantados, decidieron pagarme todos los estudios, ellos eligieron la universidad, y así llegue a este lugar, no es ninguna prisión, pero mis esperanzas se encontraban tan muertas que nunca quise salir, me acostumbre a hacer lo mismo todos los días, y poco a poco convertirme en un miserable borrego.

Al concluir la historia de mi miserable vida, la noche ya había terminado, el sol ya se encontraba saludando al mundo, levante mi miserable cuerpo de la cama y me dirigí al baño, una ducha eso me faltaba, no quise mirar mi reflejo en el espejo, podría imaginar en lo que mi cara se habría convertido.

Cuando mi ducha dio por acabada, me coloque un pijama, al momento de empezar a cepillarme los dientes, observe el reflejo de mi rostro, mis ojeras de mapache, los ojos hinchados, mi nariz roja al estilo Rodolfo, y mi cabello estaba enmarañado. Terminada la rutina matutina en el baño, prepare un té verde, lo bebí para luego acostarme a dormir.

Al medio día alguien empezó a golpear la puerta, perezosamente me levante de la cama y la abrí, al otro lado se encontraba un profesor, no recuerdo su nombre, este me inspecciona con la mirada buscando pistas de lo que pudo hacer para que yo no me presentase en su cuartel o clases.

-Buenas tardes señorita Raimondi, ¿quisiera saber el motivo por el cual decidió permanecer en su habitación y no asistir a clases?- me observa con un gesto de enojo pero su expresión cambia al ver mi cara demacrada, me observa preocupado.

-Uhh, me siento algo mal del estomago, y decidí no asistir a causa de eso.- mi cara ayuda en gran manera a que la mentira se haga más creíble, él me observa preocupado y luego asiente con la cabeza.

-Debería de pasar por la enfermería, espero se mejore- se despide para luego abandonar mi habitación. Cierro la puerta y busco mi celular, debo de hablar con Eric.

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