III.- ESPERANZA Y OBSESION

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Me levante por la mañana, mande un par de documentos al instituto, y volví a tumbarme a mi cama sin dejar de pensar en él. Su sonrisa, aquella maldita sonrisa burlona, era algo que quería olvidar con apresuro, mas no sé cuántas veces fueron las que insistí en tal burla en tan solo una noche mísera. Así pasaron casi nueve días, en mi completo desespero regresé a aquel restaurante de comida rápida a la misma hora que en aquella ocasión, simplemente pedí una orden de papas y me senté en la misma mesa hasta el anochecer, esperando inútil y ridículamente. Al día siguiente igual, me senté en aquella esquina con vistas a una avenida limpia de delicado aspecto y un casi nulo tránsito, saqué un viejo libro de mi mochila, aquel era una vieja historia fantástica de Julio Verne, La vuelta al mundo en 80 días. Pasaron las horas y hasta que llego terrible y agónico un anochecer cubierto por la luz blanquizca de la molesta luna, si, aquella que de camino a casa frustra al tratar de ver a la estrella más ridícula de todas, la cual admiro por mera compasión y lastima. Al final no quedo nada más que hacer este día perdido, aquel día en donde solo quería ver aquella sonrisa burlona, donde simplemente quería escuchar su voz molesta haciéndome compañía un rato. Solo quería ver a un chico que conocí por 2 horas de mera casualidad en un restaurante de comida rápida. Realmente debo de verme como un adulto ridículo y desesperado, que no hace más que caer en la desesperanza. 

La obsesión y el desconocidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora