Epílogo

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Una enfermera se acercó a mi puerta, haciendo entrar a otro paciente que tenía muy mal aspecto.

—Señor Reginald, ¿nuevamente usted por aquí? Creí que no tendría la fortuna de volver a verlo —dijo O'connor con un tono fatídico, las enfermeras le habían cambiado su medicamento recientemente y le causaba un poco de fiebre y tos.

—¿Usted de nuevo? No me diga, ¿tendré que soportarlo otros seis meses? —respondí un poco molesto.

—¿Sólo seis meses? ¿Piensa nuevamente escapar del hospital señor Reginald? ¿Eh? ¿Insinúa usted eso? —preguntó con entusiasmo.

—No, tal vez le diga a mi abogado que me proporcione un mejor psicó...logo, además me gustaría optar porque me analicen en una oficina y no en el patio con los demás enfermos.

—Bueno, por como lucen las cosas, pasaremos bastante tiempo en esta habitación, ¿le parece más cómodo que hagamos las sesiones acá? —dijo mientras subía las escaleras de la litera.

—ja, de acuerdo, será mientras puedo cambiar de compañero, no me gusta que me dejen la litera de abajo, y al parecer usted ya se acomodó en la de arriba.



Stefan sentado en la barra del típico bar que frecuentaba, ingería cerveza como si no hubiese un mañana.

George, el barman, decidió preguntarle si sabía algo nuevo de la desaparición de Paige antes de que se pusiese demasiado ebrio como para hablar.

—Stefan, ¿ha sabido algo de Paige, o su amigo Reginald? —preguntó con temblor en la voz, no quería fastidiar al sujeto, pues se notaba lo abrumado que estaba con sólo observar las oscuras bolsas alrededor de sus parpados.

—George —dijo sonando bastante despierto, al parecer el alcohol esta vez no lograba ahogar sus penas— ¿sabe lo que se siente vivir en una mentira? ¿Sabe lo que es, sentir aprecio por alguien, que crees, es tu amigo, compinche, pero a la hora de la verdad es un maldito psicópata?

—No comprendo —guardó silencio unos segundos mientras analizaba—. Espere, ¿cree usted que Reginald es el responsable de la desaparición de Paige? Creí que sólo era un rumor, aunque entenderá que con mi oficio no tengo mucho tiempo de ver el noticiero.

—Eso no importa George, el caso es tan escabroso que la policía no ha dado detalles a los medios —tomó un trago de su cerveza y comenzó a relatar—. Un pariente cercano está en el caso, creí que podía convencerlo de que quitara las sospechas de Regy, pues era un buen sujeto, y dudaba que tuviera algo que ver en todo esto, lamentablemente, lo que él me enseñó me ha quitado el sueño durante varios días.

—¿Querría usted contármelo? —dijo el barman anchando tanto los ojos de asombro y ansiedad que sintió como ambos se tironearon causándole un poco de jaqueca.

—Como usted y yo sabemos, hace casi un mes, el domingo por la noche, Regy se marchó con Paige, seguramente hacia su casa; más no sabemos ¿correcto? —George asintió—. Bien, según el reporte policial que mi primo me permitió detallar, El señor Paul Scaletta, padre de la desaparecida Alessia había llamado en contadas ocasiones a la policía, con el fin de que rodearan el lugar, pero la policía en su incompetencia llegó casi dos horas más tarde, al parecer Regy estaba totalmente fuera de sus cabales, así que abrió la puerta como si nada, los oficiales desde la entrada observaban como Regy regresaba a sentarse en el suelo de su sala con la cabeza del señor Scaletta entre sus piernas, mientras con una máquina de cortar cabello le afeitaba la cabeza, los oficiales rápidamente le gritaron "¡arrójate al suelo!" él obedeció, acto seguido, lo arrestaron mientras llamaban a un equipo de especialistas en criminología para analizar el sitio, encontraron una puertecilla bajo el tapete de la estancia, el olor a putrefacción no se hizo esperar, en una especie de enorme fosa común habían dos cuerpos de mujeres totalmente rapadas.

—Espere, ¿en qué momento cavó ese agujero?

—Según la investigación que realizaron, el agujero solía ser un pequeño pozo bajo la casa, tal vez construyeron sobre él, Regy sólo consiguió ampliarlo, además, seguramente el agujero ya estaba hace bastante tiempo, pues uno de los cuerpos que encontraron era el de su esposa desaparecida, el otro, era de apenas unas horas.

—Ósea que, ella era...

—Si —ambos guardaron silencio unos minutos, el barman no pudo contener una lágrima que rodó por su mejilla hasta morir en sus labios.

—¿Sabe que es lo más curioso? —dijo soltando un respiro— que llegué a pensar que en verdad estaba curado, pero era todo un sociópata, sabía mentir de maravilla, creí toda esa historia del psiquiatra, y de la rehabilitación, pero nada de eso era cierto, la policía llevaba ya tiempo intentando dar con su paradero, pues logró fugarse del hospital psiquiátrico donde estaba recluido, es decir ¡piénselo! Estuvimos con él, ¡le ofrecimos nuestra amistad!

—Espere, ¿lo encerraron nuevamente en el hospital donde antes estaba recluido? —preguntó estupefacto George.

—Así es, solo queda rogar porque aumenten la seguridad para no darle escape.

—Dios, vaya historia, suena de película —dijo mientras servía un vaso de cerveza helada— ¿Cómo dice que se llama el hospital?

—Hospital mental... —intentaba recordar el nombre mientras hacía que su garganta se humedeciera con el amargo sabor de su cerveza— Glasgow, si, hospital mental Glasgow.

—Ja, quien lo diría, que pequeño es el mundo, mi tío político, Agustín O'connor también se encuentra allí, era un excelente psiquiatra y terapeuta, pero, hace unos 10 años tuvo un paciente, un chico de unos 19 años, el joven sufría una fuerte depresión y terminó suicidándose, mi tío creyó que fue su culpa, pues el debió ayudarlo, un par de meses después había perdido la cabeza totalmente.

Stefan repasó las conversaciones con Regy, y recordó el apellido "O'connor", pero no se lo mencionó a George, después de todo él sólo quería olvidarse de todo este asunto, y en el fondo, sólo por esto, tal vez él también había perdido la cabeza.

Entre La Conciencia y La PenumbraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora