Me he vestido con mi mejor traje, y me observé al espejo.
—Vaya galán —me dije.
Mis ojos sobresaltados, mi mirada fugaz, no era yo, y me encantaba no serlo, baje de nuevo hacia la sala, alcé la bisagra que emitió un chasquido, levante la pesada puerta de madera rechinante y descendí: —¡cariño, ya llegué! —grité dentro del denso agujero—, oh, vamos linda, no pongas esa cara, ya te lo he dicho es solo una cita, nada formal, te amo solo a ti —no hubo respuesta de ninguna clase—; así me gusta nena, eres una dulzura cuando callas, venga te sienta muy bien el cabello corto, te ves preciosa, ¿Qué? ¿Quieres tu cabello? ¿Por qué? ¿Acaso sientes frio en tu cabecita calva? Jaja, debiste pensar en eso antes de teñirlo, el rojo te hace ver vulgar, en fin me voy, hasta la noche, ¡oh no me hables así!, venga dale un beso a tu rey.
—¡Venga Regy! —grito Stefan llegando al jardín de mi casa.
—¡Stef, hermano venid! —estaba eufórico, adoraba ver a Stefan.
—Me encanta verte de humor loco, entonces, ¿vamos al bar por unas pintas? Yo invito —dijo sonriente, su dentadura perfecta y su aliento a menta me maravillaban.
—Ya que insistes, jaja, voy con la intención de ver aquella damisela hermosa... como dices que se llama...
—Paige, si, ella me ha comentado lo encantada que está con vos, sos todo un casanova ¿eh Regy?
—Tengo mis dotes —dije con una sonrisa sosegada de placer y ego.
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Entre La Conciencia y La Penumbra
TerrorReginald un joven de aproximadamente veinticinco años no recuerda nada de la noche que desapareció su esposa, pero poco a poco se enterará de la realidad. ¿estás seguro de quién eres? ¿estás seguro de que a tu lado, e...