Gracias

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Apenas cerrando la puerta sin demasiado cuidado, Izaya comenzó su carrera sin ponerse a pensar en a que dirección debía ir, por lo que en cuestión de un tiempo, y contra todo pronostico por tratarse de él, se encontró desorientado, con las mejillas rojas y la respiración agitada, cansado de mirar a la cara a cada persona que llegaba a toparse en el camino, sin encontrar ese algo que se imaginaba en la mirada de quien fuera Tsugaru.

Agotado, y con los sentimientos revueltos, se permitió detener sus pasos y tomar un respiro, encontrándose solo en el largo pasillo donde estaba parado.
Aun faltaban unos minutos para que los talleres terminaran...de allí la razón de que los pasillos estuvieran prácticamente desiertos.

Tragando saliva, y sintiendo que la nota de su admirador quemaba dentro de la bolsa de su pantalón, se permitió soltar un pequeño golpe contra lo pared mas cercana, odiándose por el vergonzoso espectáculo que estaba dando para si mismo, y odiando a Tsugaru por ser quien provocaba aquellas reacciones impulsivas en él...pero...era solo que quería verlo...Quería saber si era real, o si todo se trataba de una burla, de un juego. No quería que lo lastimaran.

Ayudado de las mangas de su chaqueta, Izaya se limpio un poco los ojos, retirando cualquier posible residuo de lagrimas que pudiera haber quedado de su estancia en la enfermería.

-Tan patético... -se dijo, sobando ahora el puente de su respingada nariz, con deseos inmensos de tener el cuello de Tsugaru enfrente para ahorcarlo con sus propias manos.

Sintiéndose fuera de lugar, y con la certeza de que su rostro era un desastre, retomó su camino por el largo pasillo, pero ahora en dirección contraria, doblando después por una de las esquinas para ir hacia la salida, aunque tal vez lo mejor seria pasar primero al baño. Sería molesto que alguien lo viera tan desmejorado.

Llegando por fin a su objetivo, no pudo siquiera estar a cinco pasos de este cuando el mundo pareció quedar de acuerdo con el destino para joderle un poco mas la existencia.

Justo en ese momento cierto rubio teñido se encontraba saliendo de los sanitarios con el cabello húmedo y pequeñas gotas de agua resbalando por su cuello, notándose bastante sorprendido cuando su mirada de topacio dio con él antes de que pudiera reaccionar y buscar un escondite, aunque sabiendo de la habilidad casi canina de ese monstruo seguro lo encontraría en cuestión de segundos...

Lo primero que Izaya atinó a hacer fue esconder con recelo la rosa de Tsugaru, para después concentrarse en la desventaja que tenia ante el rubio por haber corrido previamente de manera desesperada, quedándose por tanto sin aliento. Pensó en cualquier cosa que le ayudara a distraer a Shizuo lo suficiente como para que pudiera escapar -quizá saltando por la ventana- pero mucho antes de que se le pudiera ocurrir algo, el rubio se acerco a su posición, de modo que él mismo se obligo a soltar su mochila y empuñar una de sus navajas con la mano libre.

—Shizu-chan~ ahora no tengo tiempo de jugar –canturreó con una sonricilla de lado, luchando por controlar su respiración mientras sus ojos miraban con fingida despreocupación al nombrado.

Izaya esperó la llegada del primer golpe del rubio, sabiendo de ante mano que aunque como tal no dijera nada para ofenderle este terminaría tratando de hacerle papilla sin importarle el lugar donde se encontraban...pero para estupefacción suya aquella agresión no llegaba, y su rubio compañero le miraba con una expresión extraña en el rostro; una mezcla de miedo con curiosidad y...¿alegría?

Confundido por aquella pausa pre-caos, el pelinegro se permitió observar mejor al monstruo, desconociendolo por unos segundos. ¿De verdad era él? ¿Por qué estaba tan calmado? ¿Era una trampa?

Y entonces, como si de repente el flash de una cámara le alumbrara, recordó lo sucedido en clases, donde gracias al rubio había logrado llegar con éxito a su asiento, salvándose de un posible castigo y/o sermón de parte del profesor en turno...

Torpes NotasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora