Saporífero

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Retomemos esta pequeña historia :'D Ya estamos casi terminando! 👌😍

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SOPORÍFERO

[Adj. Que da sabor]

Despidió a su familia en la puerta, sonriendo cuando desde el coche Kasuka le guiñó el ojo. De verdad le debía una por llamar a los abuelos con "enormes ganas" de visitarlos, haciendo que a su vez estos llamaran a sus padres para arreglar una tarde con ellos justo ese día.
Lo único que había tenido que hacer la noche anterior fue decir que tenía que estudiar para un examen sorpresa, así que le dejaron quedarse en casa.

De modo que en se instante...tenia casa sola para estudiar con Izaya.

Casi gritaba de la emoción, pero los nervios se lo impedían. No sabía qué demonios iba a hacer para no delatarse a sí mismo frente al pelinegro. ¿Debía fingir algunos enojos injustificados? ¿O tenía que ser amable y tratarle como a cualquier persona? Pero...él no era cualquier persona...y lo que quería comprobar esa tarde a su lado era si Izaya podía llegar a verle más allá que como una bestia o un monstruo...y por supuesto, más que un simple amigo.

Sintiendo que el aire se hacía más pesado miró el reloj en la pared de la sala mientras preparaba algo de limonada y uno que otro snack en uno de los dulceros favoritos de su madre, ese del juego de platos caros y bonitos que le dijo que estrenarían cuando le presentara a su novia.

Mamá no estaba para saberlo, pero le había llevado a casa al dueño de su fenómeno corazón, y con suerte, a su futura pareja.

Suspirando ante sus pensamientos, dejo el dulcero en la mesa ratonera de la sala, pensando en si debía cortar algunas flores del jardín para poner en el jarrón que también allí reposaba.

Mordiéndose los labios pensó que sería un buen detalle, nada raro, unas cuantas flores en la mesa eran solo para dar una mejor presentación, no es como si quisiera que Izaya las notara o algo por el estilo. Claro que no.

Haciendo lo planeado fue al patio trasero para escoger algunas flores, sin decidirse entre claveles o rosas... ¿o debía poner tulipanes?

Con una vena marcándose en su frente tomó una flor de cada tipo, eligiendo las más bonitas según su criterio para por fin regresar adentro, notando que ya faltaba menos de cinco minutos para la llegada del pequeño informante.

Remplazando las flores en el jarrón rápidamente, limpió sus manos y se aseguró de verse presentable. Bien sabía que una de las cualidades del menor era ser bastante puntual; incluso cuando hace tiempo tenían sus clásicas carreras matutinas, Izaya siempre encontraba la manera de perderle al tiempo justo para llegar a clases a tiempo, haciendo lo mismo a la salida, para ir por sus hermanas, aunque claro, de eso se había enterado hace poco.

En la mayoría de los casos así era...pero en ese instante las manecillas del reloj seguían avanzando...y no había señales del pelinegro.

Jugando con sus dedos sintió los músculos de su rostro tensos, nerviosos. Para cuando pasaron quince minutos de la hora acordada sus cejas demostrarlo una expresión decaída mientras miraba la pantalla de su celular.

Con movimientos algo lentos a causa de la duda, buscó el conocido número, y llamó, repitiendo la acción al menos cinco veces porque aunque la línea daba tono no había señales de Izaya fuera a contestar...

¿Acaso se habría arrepentido de reunirse con él?

Desanimado al ver que poco faltaba para que pasara de las cinco con treinta, se levantó dispuesto a recoger todo, aunque su orgullo podía quedarse un rato más en el suelo mientras terminaba de limpiar.

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