Corazón

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Pasó toda la noche en vela, pensando y pensando una y otra vez en las vergonzosas palabras de Tsugaru, y en él en general, de tal modo que cuando menos lo esperaba la alarma que avisaba que era hora de levantarse y prepararse para ir la escuela, sonó.

Suspirando con exasperación y soltando un gemido que delataba su pesar, se obligó a dejar de pensar tanto en su admirador secreto y corrió a darse un buen baño con agua fría, con la esperanza de que esta sirviera de ayuda para que despabilara un poco.

Una vez limpio, se puso su usual uniforme y guardó las cosas que necesitaría para ese día, sin poder evitar mirar la rosa y las gomitas que descansaban sobre el velador a un lado de su cama.
Mordiendose los labios, se atrevió entonces a regresar sobre sus pasos y tomar uno de los azucarados dulces, mientras con su mano libre tocaba superficialmente los rojos pétalos de su preciado otro regalo, para después embozar una sonrisa y por fin salir corriendo hacia la escuela, extrañando un poco la presencia de sus hermanas a su lado.

Definitivamente en la tarde él sería quien pasaría a recogerles...Quizá podría comprarles algo como bienvenida.

Riendo para sus adentros mientras cubría sus ojos con una mano ante la extrañeza de sus recientes pensamientos, bufó sonoramente en señal de derrota, mientras retomaba su carrera mas feliz de lo usual, ignorando la vibración del celular que sin problemas reconoció como el de "trabajo". Ese día no tenia apetito de hacer nada fuera de su rutina escolar y familiar, así que pasaría por alto cualquier encargo por mas urgente que este fuera para sus clientes. Al parecer eso era porque, sin así desearlo inconscientemente, ya había tomado una decisión...

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No puso mucha atención a las diferentes miradas que fulminaban su persona apenas piso la entrada de la escuela, aunque vagamente notó que varias de estas tenían una expresión diferente a la usual; se mostraban asustadas, tal vez incluso un tanto escépticas. Él no sabía a que se debía tal cosa, y de momento no le importaba, pero eso era porque ignoraba por completo el tipo de cara que él mismo llevaba ese día...

Tras unos cuantos pasos aquí y allá, y saludando con la vista a unos cuantos conocidos, por fin pudo llegar a los casilleros, donde pacientemente esperó recargado contra la pared mientras fingía estar haciendo algo importante en uno de sus celulares.
Tuvo que seguir así su actuación unos cuantos minutos hasta que, considero que el lugar se había vaciado lo suficiente, dejandole justamente la privacidad que deseaba, a lo que, con mal disimulada emoción, se apresuró a abrir su loquer, buscando con la mirada cualquier papelillo que le esperara dentro, de modo que al final le fue imposible el evitar fruncir las cejas cuando su espera fue en vano; el lugar estaba completamente limpio...

Bufando con resignación y haciendo una mueca que bien parecía más un puchero, tomó con desgano el libro que necesitaba para su clase y cerró con fuerza la puertecilla de metal, yendo ahora de camino a su salón, ignorando a cierto personaje castaño cuando este le saludo desde la puerta, aunque...ahora que lo recordaba, Shinra no compartía la primera clase con él.

-¿Qué haces aquí? -le preguntó, pasándole de largo para llegar a su lugar, sentándose en este sin soltar el libro en sus manos.

-¿No es obvio? ¡Quiero ver que te dejó Tsu-chan hoy!

"Tan entrometido... ¿Tsu-chan?...Le queda bien"

Meneando la cabeza de un lado a otro en señal de derrota, hizo un gesto de descarte con la mano libre, antes de hablar.

-Pues lamento decepcionarte. Hoy no hubo nada.

Con un grito lleno de frustración saliendo de boca del futuro medico, Izaya observó como el rostro de este adoptaba una expresión similar a "el grito".

Torpes NotasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora