7. Decisión

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CROSS ANGE: TENSHI TO RYUU NO RONDO [クロスアンジュ 天使と竜の輪舞] Y SUS PERSONAJES NO ME PERTENECEN

—No te sobre esfuerces tanto—Dijo Salamandine con un toque de reproche a cierta pelirroja en sus brazos quien sólo le sacó la lengua con un toque infantil.

—Pensé que esta vez si lo lograría—Se excusó Hilda tratando de estabilizarse, había pasado más de medio año desde que había vuelto a abrir los ojos, ocho meses siendo exactos. Aun recordaba ese momento en el que sus ojos se volvieron a abrir recibiendo por primera vez en meses los brillantes ojos de Salamandine, los cuales se encontraban acuosos pero igualmente llenos de vida, contrario a las últimas miradas apagadas o adoloridas que recordaba que fueron dirigidas a su persona.

Para poder regresar de nueva cuenta al mundo de los vivos, Aura había hecho demasiado de su parte así cómo le tocó hacer a ella. La última fase de aquel proceso era conectar su alma y su cuerpo, una estupidez completamente imposible si se lo hubiesen dicho antes de descubrir la verdad de todo; para esto debió dormir un largo tiempo, lo que la madre Aura no le había dicho es que para poder despertar ocupaba ayuda de sus contrapartes para volver, pero respetando su deseo, Aura sólo pidió que llamasen a Salamandine, pero claro, Salamandine se llevó una carga enorme al tener su trabajo y el de Ange.

— ¡Hilda! —La aludida parpadeó confundida sintiendo un cálido cuerpo abalanzarse contra el suyo.

— ¿Salamandine? —Su voz sonó débil, lo cual era razonable considerando que llevaba diez meses sin hablar de manera física. Apenas reaccionó dado a que su cuerpo apenas se movió.
Un sollozo se dejó escuchar de la princesa dragón que sólo se abrazó más a ella. Sin poderlo evitar sonrió, realmente la había extrañado. Intentó devolver el abrazo pero sus brazos estaban demasiado pesados.

—Te extrañé demasiado.

—Yo también.

Las explicaciones quedaron cortas, aparentemente durante las dos semanas que le tardó a Salamandine despertarla fue recorriendo recuerdo por recuerdo desde el inicio hasta el fin, esto no quitó la molestia de la azabache por no decirle nada y casi causarle un infarto indirectamente, pero sinceramente las cosas estaban mejorando a paso lento, sólo quedaba una cosa: Ange.

Se pasó día con día, con la ayuda de Salamandine (a escondidas de Ange) para volver a tener la movilidad de su cuerpo como la tenía antes. Ahora que era capaz de caminar parcialmente bien con el apoyo de un bastón, casi a punto de poder caminar por su cuenta Salamandine le puso una última prueba días atrás que ahora estaba por cumplir.

—Estoy nerviosa ¿sabes? —Le dijo la norma estabilizándose sosteniéndose en su bastón frente a la puerta que estaba por marcar el inicio de su nuevo comienzo. Salamandine le confesó que ya era momento de dejar de actuar en las sombras, que Ange, por más que intentaba avanzar se encontraba estancada si no estaba ella, necesitaba que se incluyera de nuevo en su vida.

—Todo estará bien. —Reconfortó la dragona tomando su mano libre, soportando su duda.

—Eres la más fuerte de las tres ¿sabías?

—Y tú la más sensata.

—Y Ange la más sentimental.

—Irónico—Se rieron ligeramente antes de que Salako abriese la puerta dejando ver a Ange inclinándose hacia el horno. Hilda suspiró una última vez antes de ingresar a aquel lugar que próximamente también sería su hogar. Su decisión no flaquearía a partir de ahora.

Ambas notaron cómo Ange dejaba caer una charola en la cual había una tarta de manzana, miró a Salako quien sólo asintió conociendo de sobra sus intenciones. Dejó el bastón en la pared y tomó unos paños sobre la mesa, extendiéndoselos en su brazo izquierdo, lleno de cicatrices que se comenzaron a formar desde la primera vez que activó al Villkiss con la ayuda de Aura.

—Te lo dije, sin nosotras dos esta niña no vive—Se burló causando que Ange inmediatamente se olvidara de la tarta y le mirara con sorpresa.

—Y que lo digas—Salamandine rápidamente le siguió el juego.

— ¿Pero qué hacer? Aun así amamos a esta princesa defectuosa, ¿no es verdad?

—Tienes razón, Hilda-dono.

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