capítulo 7

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Desierto de Amenek. Tierras Shichinintai: Mina

de Almas.

Segundo día.

Los esclavos que William empleaba para

explotar la mina de almas eran demonios de bajo

nivel que después de haber sido torturados y

cumplir una justa condena pasaban sus últimos

días de calvario protegiendo la vida de las tres

brujas.

A lo largo de toda la historia demoniaca era bien

sabido que insurgentes, creyendo tener aquellos

derechos que los desmerecían, se habían

apostado en las minas queriendo llevar con ellos

a alguna de las tres brujas que cortaban el hilo

de la vida de algún ser mortal.

Las brujas se alternaban el único ojo que

compartían y cuchicheaban entre ellas al ver un

futuro incierto en cualquier individuo.

Se relamían gustosas con un fatídico final o se

estremecían de pánico cuando en el último

momento se redimían y pedían perdón al " Gran

Salvador" y él, los perdonaba de cada uno de

sus pecados.

Las almas se guardaban en gruesas arcas, que

eran movidas por los esclavos cada cierto

tiempo.

Había demonios que se alimentaban de ellas y

éstas iban muriendo lentamente teniendo plena

conciencia de lo que les estaba ocurriendo.

Louis Tomlinson, antiguo monje caído de la epoca medieval, se llevó las manos a los ojos al ver

la larga y estrecha figura vestida de negro que

caminaba lentamente hacía el portón de la Mina.

Sacudió el polvo de sus botas entre las rocas de

Hierro rojo y ajustó el sobrero de ala ancha que

le protegía el cabello.

Convertido en un demonio de bajo nivel. Su vida

en las tierras Shichinintai era monótona y

pausada.

Observó unos instantes el rostro del individuo

que se acercaba a él con paso desgarbado y con

las manos metidas en los bolsillos.

— Señor— saludó Louis— No puede adentrarse

en la mina. Las brujas están cortando. Llevan

todo el día haciéndolo. Por lo visto ha habido un

temporal en Asia y ha devastado gran cantidad

de terreno. Imagínese a lo que a almas se

refiere.

El hombre pareció no escuchar y se adentró en el

umbral. Louis se interpuso y llevó una de sus

manos al sombrero. Lo tiró al humeante suelo

rojizo.

Demon PrinceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora