Parte 6.

147 22 2
                                    

Julieta había llegado particularmente cansada a la habitación, había tomado un par de pastillas y se quedó profundamente dormida.

Me acerqué a la puerta, procurando no hacer ruido, pero Julieta logró verme.

— ¿A dónde vas, Eli?
— Eh, yo... — dije rascándome la nuca. — Iré a hacer unas compras.
— Ah, okay... — suspiró. — No tardes.

Bajé las escaleras corriendo, procurando no encontrarme con nadie.

Salí del hotel, y un scooter color blanco estaba esperándome afuera.

Ciao, Eli! — dijo Twist haciendo sonar la bocina. — ¿Vas a subir o a quedarte parado como un idiota?

Rodé los ojos, y subí a la parte de atrás.

— Sujétate, cariño. — dijo Twist entre risas antes de acelerar.
Reí levemente e hice caso omiso a su comentario.

Las luces de Roma brillaban, iluminando de alguna manera el cielo oscuro.
El aire frío cubría el ambiente.

— ¿Cómo se llama tu novia? — levantó la voz Twist sin quitar la vista del camino.
— Julieta.
— ¿Entonces tú eres su Romeo? — preguntó riendo.
Supongo que sí. — dije, mirando los edificios que pasábamos a toda velocidad. — Pero no siento nada por ella, ni ella por mí. Soy su Romeo de mentiras.

Soltó una carcajada.

¿Sabes que sería divertido? — preguntó.
¿Qué?
Una historia con dos Romeos. — respondió.
Sonreí.

Pasó un alto, y se estacionó de golpe frente a un puente.

Maldita sea, ¿Quieres matarme?
No. — rió, bajando del scooter y subiendo al puente, conmigo detrás de él. — Bienvenido al puente del amor, querido. — dice, con los brazos abiertos.

Río.

Un puente. — digo.
Oh, no. No es cualquier puente. — dice, señalando los candados. — Cada candado que vez aquí, fue puesto por una pareja para simbolizar su amor eterno.
— Ah, eres tan romántico. — respondo sarcásticamente.

Sonríe, y empiezo a creer que el sencillamente viene de otro planeta.

— Oh, y otra cosa. — dice. — Tomando un candado azul que tenía en el scooter. — Ven a ponerlo conmigo.

Lo pienso dos veces, pero aún así obedezco.

— Ahora, nuestro amor durará para siempre, cariño. — Ríe.
— Vaya, estás lleno de sorpresas.
— Sí. — se acerca más a mí. — ¿Quieres ver otra? Puedo leer la mente.

Sonrío ampliamente.

— ¿A sí? Lee la mía.
— Sé... que ahora quieres besarme. — dice, poniendo su dedo índice sobre mis labios. — Pero ahora mismo no voy a darte el gusto. Tal vez después.

Me sonrojo ligeramente, y me alegro de que el no pueda notarlo.
Sube al scooter, y lo enciende.

— ¿Nos vamos? — pregunta, sonriéndome con esa sonrisa tan suya.

No va a ponerme el mundo al revés.
No por ahora.

alas; drabbleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora