Parte 9.

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Julieta me tomaba fuertemente de la mano mientras conducía de vuelta al hotel.

— Ah, Eli. — dice. — No sabes lo feliz que me has hecho.

Sentí un nudo formarse en mi garganta, dificultándome la respiración.

— Julieta, tú... ¿Me amas? ¿D-De verdad?
— Sí, Eli. — Me miró con algo de sorpresa. — ¿Porqué no habría de hacerlo?

Sentí como las náuseas y el dolor de cabeza se apoderaban de mí en ese momento.

Bajé del auto en la entrada del hotel, y le di rápidamente las llaves al Valet.

Mi móvil había sonado.
« Estoy en el mismo lugar que la última vez. » Twist. Esto no podía estar sucediendo.

[  ]

Abrí la puerta de golpe, asustándolo un poco.
— Ah, Eli. Ahí estás.
— Escucha, Twist. — mi respiración sonaba entrecortada. — Sucedió qué...
— Ya lo sé, lo de la otra noche fue extraño, pero quería decirte que yo si sient...

Twist fue interrumpido por el sonido de la puerta abriéndose.

— ¡Oh, Eli! ¡Estuve buscándote por todas partes! — exclamó Julieta, para después dirigirle la mirada a Twist. — ¿Y a quién tenemos aquí?
— Eh, Julieta, el es Twist.

Sentí que en ese momento iba a darme un ataque cardíaco.

— ¿Ah, eres amigo de Eli? — Twist asintió con la cabeza. — ¡Entonces ya debe habértelo contado todo!

La expresión de Twist parecía completamente confundida.

— Contarme... ¿Qué?
— ¡Qué vamos a casarnos! — gritó emocionada Julieta mientras le mostraba el anillo.
— Ah. — bajó la mirada hacia el suelo. — No, no me lo había contado.
M-Muchas felicidades.

Julieta sonrió ampliamente.
— ¡Oh, muchas gracias, cariño! — dijo. — ¡Eli, iré a contarle a Alice! ¡Te veré después. — besó mi mejilla.

Twist se dio la vuelta.
— ¿Vas a casarte, entonces? Me hubiera gustado haberlo sabido antes.
— No, escucha, todo esto fue...
— Tú eras el que estabas jugando conmigo, entonces. ¿Fue divertido?

Twist parecía extremadamente tranquilo.

— No, ¡Escúchame! — levanté la voz.
— ¿Te he contado que puedo volar?
— Sí, Twist. — ruedo los ojos. — ¿Pero a qué viene eso?
— Viene a que estoy enamorado de ti, y que puedo volar gracias a ti. Ya te lo había dicho.

Lo miro, buscando una especie de explicación.

— ¿Es una metáfora? — pregunto. — ¿Significa que puedes volar porque yo te di las alas o...?

Guarda silencio.

Tú no me diste las alas, Eli. Me diste la valentía suficiente para volar.

Y antes de que pueda hacer otra pregunta, protestar, o decir una palabra, Twist salta el barandal, y se deja caer del edificio.

alas; drabbleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora