Capítulo 1

7 0 0
                                    

Era una madrugada de Julio cuando se hizo presente una sirena por toda la ciudad extremadamente ruidosa. Aparté las cobijas y traté de mantener los ojos abiertos. 

Cuándo salí de mi habitación mis padres ya estaban en el patio. 

-Todos los jóvenes deberán ser transferidos al colegio militar. -hablaba una contestadora una y otra vez por todas las bocinas que había puesto el gobierno. 

Sentí un hueco en el estómago. 

-¿Mamá? -me acerqué a ella- ¿Que está pasando? 

Mi mamá se giró rápidamente con los ojos rojos, lágrimas amenazaban con salir. 

-Juls... No lo sé -su voz estaba entrecortada- Pero será mejor que hagamos caso. 

Un militar entró a la casa, me agarró fuertemente del brazo y comenzó a jalarme. 

-¡Espera! -grité- ¿Que haces? ¡Suéltame! 

-Te irás al colegio militar -señaló un camión verde oscuro dónde estaban otros militares sacando a los jóvenes de sus casas y ellos estaban en la misma situación que yo. 

-¿Pero porqué? Yo no quiero ir. ¡Suéltame! 

-¡No hay alternativa! -gritó también. 

Abrí la boca para contestar, pero me quedé sin palabras. El hombre me miró expectante y dejé de forcejear. 

-Al menos deja despedirme -pedí con la voz entrecortada. 

El hombre dejó de fruncir su ceño y me soltó. Corrí con mi mamá y la abracé fuertemente mientras ella acariciaba mi cabello.

-Tienes que ser fuerte mi niña -susurraba en mi oído- Nunca te rindas. 

Apreté más mi abrazo y lloré más. No quería irme ¿Y si este era el último abrazo que le daba? ¿Quién me iba a escuchar? ¿Quién me ayudaría en todos mis problemas? Iba a estar sola.

-Tenemos que irnos -interrumpió ese hombre sin corazón. 

-Te amo mucho -susurré antes de deshacer el abrazo.

Me giré para irme al camión, el hombre nuevamente me agarró bruscamente del brazo, pero yo me aparté. 

-Puedo ir sola. -me miró entrecerrando los ojos- Y no, no escaparé. 

Sin escuchar una respuesta de su parte seguí caminando frente a él para subirme al camión que ya comenzaba a ocuparse. Iba en pijama, y estaba descalza, el suelo raspaba mis pies y me lastimaba cuando había una piedrita o un cristal en mi camino.  Antes de abordar, miré a mi madre que estaba hecha un mar de lágrimas, le sonreí como pude para hacerle saber que estaba bien y me subí. 

-Nombre -pidió un señor con bigote y lentes amablemente. Creo que era el único amable.

-Julia Thompson. 

Seguí caminando hasta encontrar un asiento libre al final, estaba desocupado y me senté en el lado de la ventana. Miré mi reflejo en el cristal y traté de ponerme decente, tenía ojeras y los ojos rojos por estar llorando además de que el sueño me estaba matando, mi cabello castaño no estaba muy mal pero tampoco estaba bien, lo peiné hacia atrás para que se deslizara sobre mis hombros y así poder cubrirme un poco del frío. 

Una chica se sentó en el asiento de a lado y me sonrió como pudo, tenía el cabello pelirrojo y su cara estaba adornada por unas cuantas pecas. 

-Hola -saludó muy bajito. Intenté sonreír pero creo que salió una mueca. 

Ella me sonrió con comprensión y yo miré sus ojos grisáceos que estaban rojos, no sé si por el llanto o porque también tenía sueño. 

Miré mis pies que estaban más blancos de lo normal, estaban pálidos. Tenía frío y probablemente me daría hipotermia. 

-Toma -me tendió una goma para el cabello color negro. La miré confundida.- Toma -repitió esta vez con una dulce sonrisa. 

No entendía como podía estar de buen humor con lo que está pasando, yo me sentía mal y no creo que pudiera estar tan amable con las personas. 

-Gracias... -accedí a tomarla. Ella me dedicó otra sonrisa y miró al frente. 

Después de unos minutos me quedé dormida recargando mi cabeza en la ventana.   

Desperté gracias a mi estómago el cual exigía comida, me desperecé y miré a mi alrededor, muchos aún dormían y otros simplemente conversaban entre sí ya más calmados, aunque no del todo. 

Los rayos del sol apenas se hacían presentes tornando el cielo de un color naranjo rosado, aún habían unas pocas estrellas que se resignaban a ocultarse. 

Un chico que estaba sentado frente a mi se giró con una sonrisa amable.

-Veo que ya has despertado.  - dijo. 

Esa sonrisa hacía que se formaran unas cuantas arrugas en sus ojos tiernamente, igual que la chica que estaba a mi lado era de piel muy blanca y tenía cabello castaño.

-Hola -le dije expresando una leve sonrisa. 

-No te noto de muy buen humor, deberías relajarte. -seguía hablando calmadamente- Iremos a una preparación, no es muy agradable pero créeme que los resultados valdrán la pena. 

¿Resultados? Intenté ponerle más atención, incluso me planteé ser un poco más social, tal vez podría ser un amigo mío, el chico era amable y si conocía sobre el colegio me sentía un poco segura con él.

-¿Nos dejarán salir? -pregunté, a lo que el esbozó una leve sonrisa.

-La verdad creo que no, pero si es muy urgente podremos hacerlo. Es como una universidad pero en lugar de estudiar y así, nos haremos unos guerreros. -rió al final de su comentario.

Iba a preguntarle el porqué unos guerreros, según yo creí que los Faword habían estado en su extinción pues eso me dijeron en la escuela. Pero un el muchacho de su lado se giró y se adelantó a hablar.

-Cool -levantó el dedo pulgar con una sonrisa. 

No pude evitar sonreír.

-Me llamo Will -se presentó el muchacho que estaba frente a mi.

-Yo me llamo Sam -dijo el que estaba a lado de él, era rubio y tenía ojos celestes. 

Los ojos avellana de Will me miraron expectantes esperando a que revelara mi identidad.

-Soy Juls -sonreí. 

La chica de mi lado me miró.

-Me gusta tu nombre, Juls. -repitió sonriendo.

Sonreí en forma de agradecimiento.

-Creí haber escuchado que te llamabas Julia -susurró Sam.

Will y la muchacha me miraron divertidos.

-Juls de Julia. -reí levemente.

Sam me sonrió y levantó las palmas. Aún faltaba que se presentara la chica de mi lado, todos la miramos.

-Frankie. -dijo orgullosa. Esta vez Will la miró entrecerrando los ojos.- Frankie, de Franklin. 

Volví a reír más cómodamente. 

Casi seguidamente el camión entró a un túnel, pasamos un camino completamente oscuro para después descender por el mismo túnel pero esta vez alumbrado por luces. Todos mirábamos por la ventana, antes de llegar a un edificio alto había un bosque que impedía llegar fácilmente. Mientras avanzábamos por el bosque lentamente, observaba la flora, era de un verde muy oscuro, incluso habían muchas flores de todo tipo de colores, un pequeño río donde circulaba agua color morado. 

-La mutación... -susurró Frankie. 

Una vez cruzamos el bosque levanté la mirada hacia el edificio gris con verde oscuro que nos esperaba. ¿Porque todo tenía verde? 

Detrás del edificio se alcanzaba a ver campos de batalla, unos tenían tierra seca, otros eran como invernaderos, unos formaban parte del bosque. 

-Bienvenidos al infierno. -dijo Will. 

-¿Qué? ¿Hablas enserio? -preguntó preocupado Sam.- Dios mío. 

Sweet CreatureDonde viven las historias. Descúbrelo ahora