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—¿Y si este Lance es en realidad un Galra disfrazado de él y está fingiendo ser nuestro Lance?

Todos se voltearon para mirar con sus ceños fruncidos en confusión hacia Hunk.

—¿Qué? —se encogió él de hombros—, no se me ocurre nada más. Lance no actuaría así porque sí de la nada —terminando la frase, se llevó a la boca una golosina espacial que sacaba de un paquete rojo y rosado.

Pidge lanzó un suspiro dramático al aire y comenzó a teclear en su laptop con su agilidad de siempre— Estuve investigando algunos escritos sobre el movimiento corporal y como leerlo, así tal vez podamos seguir un patrón y saber que le sucede a Lance —sin ponerse de pie, alzó su brazo derecho con varias hojas, a la espera de que alguien las cogiera y se dedicara a repartirlas, ya que se negaba rotundamente a pararse. Fue Shiro quien tomó los papeles y les entregó uno a cada persona presente.

—¿Quieres decir que podremos saber que le sucede solo con sus gestos? —dudó Coran, mientras observaba el papel en sus manos.

—Bueno, no estoy cien por ciento segura, pero nos podría servir de algo, ya sabes, aunque sea para entenderlo un poco.

—Yo sigo diciendo que es un Galra.

Nuevamente, todos se voltearon a observan a Hunk, quien volvió a realizar el mismo gesto anterior.

Allura rodó sus ojos, ignorando el comentario del samoano— Bien, tengo un plan.

—¡Oye, Lance! —Pidge corría tras él.

Al escuchar su nombre, Lance volteó de forma leve, encontrándose con la chica inclinada en sus rodillas, tratando de retomar su respiración.

—¿Te sucede algo, Pidge? —preguntó mientras posaba su mano derecha en el hombro de su amiga a modo de apoyo y preocupación genuina.

—No, es solo que —hablaba entre jadeos cortos. No se lo diría al paladín azul, pero lo estuvo buscando por más de veinte minutos, corriendo por todo el castillo—, Shiro quiere verte, dice que no puede disparar muy bien con una de esas pistolas en la sala de entrenamiento.

—Ah, está bien.

Luego de una tímida y pequeña sonrisa, el cubano se retiró.

Cuando lo vio doblar por la esquina, la castaña cogió un tipo de woki-toki de su bolsillo trasero— El Sastre va con Papi Espacial, cambio.

Sin esperar respuesta, cortó el comunicado y se dedicó a anotar todos los gestos que realizó Lance en una libreta que tenía guardada en la cartera derecha de su pantalón ancho, con la esperanza de que alguno le diera un indicio.

Aunque debía admitir que se alegró un montón cuando Lance sonrió.

• • • •

—Shiro, oí que me buscabas —pronunció nada más entrar en la sala de entrenamientos.

—Oh, claro que sí —sonrió de forma paternal el mayor, dándose media vuelta para el encuentro con los azules ojos del moreno—. Necesito que me digas como puedo darle un tiro limpio al objetivo de ahí sin causarle mucho daño —señaló con el pulgar el muñeco alteano que iba por defecto para las prácticas, inmóvil ante los dos, a la espera de que un láser lo atravesara.

—En eso no puedo ayudarte —apretó sus labios en una curva fina, un gesto que el mayor no pudo descifrar, aunque podía deslumbrar dolor en algún punto—. No sé nada sobre puntos no vitales para un disparo, era un asco en biología, y menos en la anatomía de otra raza.

—Oh, bueno, no te preocupes, de seguro y Coran si podrá ayudarme. Gracias, Lance.

La sonrisa falsa de McClain apareció, pero en esta ocasión, Shiro notó que daba un esfuerzo casi sobrenatural por mostrarla, llamándole así más la atención.

Blue. [Klance] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora