8.- (Maratón 4/4)

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—¿Y qué vamos a hacer para unirnos más a él? —la peliblanca realizó un puchero.

—Hunk debería de guiarnos en esto.

—No me sobrecarges, Pidge, últimamente estoy dudando de mis conocimientos sobre Lance —reclamó cansado el paladín amarillo.

—Deberiamos comenzar por algo sencillo, algo que le guste —pronunció pensativo el de mechón blanco.

—¡Oh, eso! —de la nada, Hunk se sentó correctamente en el sofá, motivado—. Lance ama el baile, hacer felices a los demás, los Garlic Knots y la música.

—¿Quién no ama la música, Hunk? Eso fue estúpido de tú parte —el moreno posó su mirada molesta en su pequeña compañera.

—Concuerdo con Pidge, Hunk, a todo el mundo le gusta la música.

—Ugh, ustedes no me entienden —suspiró tras las palabras de los otros jóvenes—. Lance ama hacer música, tocar instrumentos y esas cosas.

—¿¡Y por qué no lo dijiste antes!? —Allura saltó del cómodo asiento en donde se encontraba—. ¡Tenemos un montón por aquí!

—Allura, no creo que nuestros instrumentos musicales sean como los terrícolas —sonrió gentilmente el pelinaranja.

—Podemos confeccionar lo que queramos con la máquina esa que invento mi padre, ¿no? Así que intentémoslo.

Con energías renovadas, todos se pusieron de pie y fueron a la sala de creación.

Aquel lugar era gigante, rellena con proyectos sin terminar y con otros listos para usar. Según les contaba Allura, aquel lugar lo usaban los anteriores paladines para crear cualquier cosa que pudiera evolucionar la fantástica tecnología que ya poseían.

—A Lance le gustan las guitarras, Pidge, no tendrás una—

Las palabras del samoano se cortaron al ver como la chica le daba ese artefacto parecido a un teléfono, el cual dejaba ver una imagen de una guitarra electroacústica azul bastante preciosa.

—¿Gracias? —dijo con un deje de duda, sorprendido por la rapidez de su amiga, quien solo se acomodó sus anteojos, orgullosa.

Coran cogió el móvil y observó la detallada imagen en 3D que la pantalla dejaba a la vista.

—Mhn, interesante —asintió—. Muy bien, manos a la obra.

Con la ayuda de los paladines y algunas configuraciones por allí y acá, trajeron a la máquina de vuelta a la vida, y no tardaron en recrear aquella guitarra que Pidge les había enseñado.

—Es muy bonita —las manos de Shiro sostenían el instrumento frente a él—. ¿Creen qué a él le guste?

—Por la actitud que nos demostró ayer, tengo miedo de incluso respirar a tres kilómetros cerca de él —suspiró la castaña mientras se encogía de hombros.

—Se suponía que debías de decir algo motivante —pronunció de forma obvia el paladín negro.

—Ese es tú trabajo, no el mío, líder —contraatacó ella, y con su índice derecho empujó un poco el pecho de Shiro, para luego dirigirse hacia la puerta.

El mayor negó con su cabeza de forma divertida, y siguió a la pequeña con todos los demás tras él.

Sabían de que Lance ahora si estaría despierto y deambulando por el castillo en busca de comida, así que decidieron que Hunk iría por él hacia la cocina, mientras los demás volverían a la sala de descanso.

—¡Hey, Lance! —exclamó con su usual buen humor el samoano.

—Uh, hola —respondió su amigo mientras se enderezaba, ya que se encontraba buscando comida en las alacenas de abajo.

Blue. [Klance] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora