'Paredes negras y amarillas'

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-Hombre mira a quien tenemos aquí, a doña cenas-nocomidas-condesconocidos.- Me recalcaba con sorna un Dan arreglado y trajedado, como todos los días del resto de su vida. Juraría por Dios que su armario se basa en trajes y zapatos caros y dos Jeans negros para distinguidas ocasiones. Eso provocó una risita inapropiada para lo seria que estaba siendo.- ¿Qué pasa Evans? ¿Te hago gracia?

-Punto uno; ceno, como o desayuno con quien me de a mi la gana. Punto dos; para que me hagas gracia primero me tendrías que caer bien, y he de decir, que te estas luciendo si lo que quieres es tan si quiera invitarme a pipas.- Agarré bien mi carpeta de Tous y salí del ascensor.- Adiós, Dan, cada día te superas. 

Entré con mi cara de mala uva provocada por ese hombre de negociosy me apresuré para llegar a mi maravilloso nuevo y reluciente despacho. En sí no tenía nada, nada porque llevaba una semana en este trabajo y no quería exigir mis paredes rosas o rojas. ¿Pero negras y amarillas? Quieren que me de un ataque al corazón, a mí y a quien entre aquí.

Como todas las mañanas dejo mi carpeta sobre la mesa de cristal, coloco los papeles que debo entregar a administración y me siento después de ir a por un buen café.

-Hola, chicos.- Saludo en la sala de descanso.- ¿Habrá un enchufe en mi despacho para una cafetería?- Me susurraba creyendo que nadie me podía oir.

-¿Es necesaria?- Sonreía Anna desde la puerta.- Buenos días, Holly.

-Buenos días, Señora Wintour.- Frunció el ceño.- Anna.- Me corregí. Siempre la educación de mi padre, estúpido Peter, por su culpa me cuesta tanto hablar por el nombre de pila a nadie.- Para mi es algo necesaria, pierdo mucho tiempo viniendo aquí a por cafés, he deconfesar.- Sonreí.- Soy una autentica adicta a los cafés.

-Lo tendré en cuenta, Holly, esta semana tendrás tu cafetera en tu despacho.- Se dió media vuelta para salir.

-Espera, Anna, puedo hablar un segundo contigo sobre el color de esas horribles paredes.- Si lo sé, soy inconformista. Si me dan blanco, quiero negro. Es un hecho.

-¿Qué le ocurren? Son horrorosas, lo sé. Richard las decoró así en su primer día de trabajo y no las cambió.

-Me gustaría ponerlas en rojo y blanco, si es posible. Es que esto, es horroroso.

-Esta semana te cambiarán el despacho, ahora ve y trabaja en el número de este mes. ¡Acuérdate de incluir en portada a Cara Delevingne!

-Así será.- Asentí y con mi taza de corazones rosa entré en mi despacho apresuradamente.

***

Un largo chillido de Eva, mi secretaria, me hizo desconcentrarme.- ¿Qué pasa Eva?- Le dije sobrexcitada.

-Lo siento, señorita Evans, es que... Su padre está aquí.- Nada oye, que no se podía quedar en casa con mamá, tenía que venir aquí y revolucionar al personal como en un gallinero.

Asentí y me levanté rehaciendo el recogido que tenía echo. Y alisandome la falda de color azul que llevaba hoy puesta.

-¡Holly! Estás guapísima.- Sonrió y abrió los brazos para hundirme contra su pecho.

-Papá, yo también me alegro de verte, pero, ¿no podías haberme esperado en casa? ¿Enserio tenías que venir aquí y causar todo este revuelo?

-Todo sea por mi mimada hija.- Bufé.

-Todo sea por sentirte deseado por esas...- Suspiré.- Mojabragas, papá.

Me hizo separarme de su pecho.- No digas esas cosas tan feas de mis seguidoras.- Ambos estallamos en una carcajada.- Mamá me ha ordenado que te diera esto.- Me tendío una cajita con un lazo rosa. Dicha caja contenía en su interior un anillo con mi nombre grabado en su interior y recubierto con una fina línea de dibujos. 

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